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La brújula se niega a mostrar
el camino hacia el norte
dando a entender que en aquel punto
existe un verdadero peligro.
Hay días que los punteros
comienzan a girar locamente
como si fuera un baile de gitanos.
La brújula a veces de compadece
y apunta hacia el este
para invitarnos a mirar la cordillera
o hacia el oeste para conocer el mar.
Pero insiste en apuntar hacia el sur
donde nos guía para encontrar
a nuestro primer amor desaparecido.