El fenómeno mediático en torno a la interpelación al sensible y respetuoso ministro Andrés Chadwick, por parte de la diputada mapuche Emilia Nuyado, como efecto del asesinato de Camilo Catrillanca, retrató los vacíos y retrasos de nuestra institucionalidad democrática para abordar las demandas y reivindicaciones históricas de los pueblos originarios.
No es primera vez que el jefe de gabinete clama a Dios para lamentar el desaguisado policial tras el brutal crimen. Ya lo había hecho lamentando que un sargento no hiciera uso de la cámara de grabación, parte del moderno equipamiento con que cuentan las fuerzas especiales en la región. Se olvidó el ministro que la mentira oficial, avalada inicialmente por el gobierno, se hizo trizas por el testimonio del menor de iniciales MPC, de 15 años, que acompañaba a Catrillanca en el tractor y que también sufrió la brutalidad policial.
Se olvidó el ministro que la mentira oficial, avalada inicialmente por el gobierno, se hizo trizas por el testimonio del menor de iniciales MPC, de 15 años, que acompañaba a Catrillanca en el tractor y que también sufrió la brutalidad policial.
La verdad de lo ocurrido el 14 de noviembre en Temucuicui ha desnudado una operación de ocultamiento del brutal crimen, obligando al retiro de una decena de uniformados, incluyendo a generales de primera línea, como Christian Franzani que viajó al lugar de los hechos el mismo día del suceso.
Chadwick está en la política desde joven estudiante pinochetista, designado en tempranas responsabilidades dirigentes que marcaron su futuro. La madurez reflexiva que exhibió en la reciente interpelación induce a imaginar las explicaciones a sus andanzas juveniles, cuando dirigió el apedreo, en la salida del Aeropuerto de Pudahuel, a los obispos Alvear, Santos y Ariztía, al regreso de un encuentro eclesiástico realizado en Ecuador o, estando ya más madurito, las emprendía contra monseñor Alfonso Baeza, acusándolo de defender a “terroristas y extremistas”. Si alguien conoce de montajes al alero del poder, en la escuela de una larguísima dictadura, es el ahora respetuoso jefe de gabinete de Sebastián Piñera.
Si alguien conoce de montajes al alero del poder, en la escuela de una larguísima dictadura, es el ahora respetuoso jefe de gabinete de Sebastián Piñera.
La diputada Nuyado fue asertiva para reprocharle al interpelado ministro, como una burla al padre de Catrillanca, recurrir al nombre de Dios para lamentar el cobarde asesinato.
La diputada preguntó con claridad, hizo sentir una reivindicación ancestral, como representante legítima de su pueblo originario en un contexto complejo. La deuda acumulada por el Estado de Chile es enorme y ningún sector político puede deslindar responsabilidades. Chadwick fue astuto en mencionar otro caso vergonzante, como el montaje policial de la llamada Operación Huracán, durante el pasado gobierno de Michelle Bachelet.
En definitiva Chadwick intentó borrar, con experimentada demagogia, los desaciertos originales de que fue vocero – llegando a poner en duda la credibilidad del asesinato- y que obligaron a declaraciones reveladoras del desconcierto al mismo Sebastián Piñera, ante el cúmulo de falsedades al desnudo.
La diputada preguntó con claridad, hizo sentir una reivindicación ancestral, como representante legítima de su pueblo originario en un contexto complejo. La deuda acumulada por el Estado de Chile es enorme y ningún sector político puede deslindar responsabilidades. Chadwick fue astuto en mencionar otro caso vergonzante, como el montaje policial de la llamada Operación Huracán, durante el pasado gobierno de Michelle Bachelet.
Hábil Chadwick, apostó a refugiarse en la imagen dialogante del ministro Alfredo Moreno- el mismo a quién cuestionó sus palabras reflexivas tras el crimen de Catrillanca – para reponer las conversaciones. Eso sí, adelantando su rechazo a “exigencias inaceptables” de las comunidades que han concertado reivindicaciones básicas para un diálogo con el gobierno, incluidas la de un esclarecimiento histórico de los crímenes cometidos por agentes del Estado chileno y una fórmula institucional para reconocer la plurinacionalidad.
La puesta en escena – que el gobierno evalúa favorablemente para sacar la tensión con las comunidades indígenas del primer plano mediático- desnudó también la limitada sintonía del discurso de la mayoría de los actores políticos (con excepciones como la del diputado Miguel Crispi) con los desafíos mayores planteados por los representantes de nuestros pueblos originarios.
Las señales políticas continúan siendo complejas. Un retrasado proyecto de Reconocimiento Constitucional hoy resulta precaria promesa. Ajustes parciales en la presencia de fuerzas militarizadas, que marcan la cruda cotidianeidad en las comunidades- particularmente en las vivencias de menores, como el que acompañaba al asesinado Camilo Catrillanca – evidencian limitaciones para un diálogo indispensable que no puede eludir conflictos mayores, como la presencia de grandes empresas forestales en los territorios reivindicados.
Las señales políticas continúan siendo complejas. Un retrasado proyecto de Reconocimiento Constitucional hoy resulta precaria promesa. Ajustes parciales en la presencia de fuerzas militarizadas, que marcan la cruda cotidianeidad en las comunidades- particularmente en las vivencias de menores, como el que acompañaba al asesinado Camilo Catrillanca – evidencian limitaciones para un diálogo indispensable que no puede eludir conflictos mayores, como la presencia de grandes empresas forestales en los territorios reivindicados.
Reponer la propuesta del Plan Impulsa del gobierno, tan bien recibida por grupos empresariales, que incluye la opción de arriendo de tierras mapuche – percibida como ofensa agresiva en las comunidades – obliga a considerar el severo impacto de los sucesos del último mes y nuevas condicionantes para viabilizar cualquier acercamiento.
Continuará penando la exigencia cotidiana de una desmilitarización de la zona. Y al gobierno el curso de las investigaciones judiciales en proceso.
A fin de cuentas, Emilia Nuyado tenía razón en su escepticismo por los resultados de la interpelación al ministro Chadwick. Sus elusiones fueron evidentes. La larga lista de comuneros asesinados en las últimas décadas por agentes del Estado – todos negados inicialmente, como ocurrió con Camilo Catrillanca- marca un legado imborrable. Intentar el “empate” con el horrible homicidio del matrimonio Luchsinger es un recurso agotado. No se puede tapar el sol con un dedo. Los tiempos cambiaron. Chadwick lo puede atestiguar.
A fin de cuentas, Emilia Nuyado tenía razón en su escepticismo por los resultados de la interpelación al ministro Chadwick. Sus elusiones fueron evidentes. La larga lista de comuneros asesinados en las últimas décadas por agentes del Estado – todos negados inicialmente, como ocurrió con Camilo Catrillanca- marca un legado imborrable. Intentar el “empate” con el horrible homicidio del matrimonio Luchsinger es un recurso agotado. No se puede tapar el sol con un dedo. Los tiempos cambiaron. Chadwick lo puede atestiguar.