Colombia. El proceso de paz en jaque

por La Nueva Mirada

Pese a que el presidente Iván Duque ha minimizado, con cargado interés, el anuncio de un grupo de ex combatientes de las FARC de retomar la lucha armada, afirmando que su país “no enfrenta el nacimiento de una nueva guerrilla, sino amenazas criminales de una banda de narcotraficantes, que cuenta con el albergue y el apoyo de la dictadura de Nicolás Maduro”, la verdad es que el problema es más que serio y con nuevas amenazas al aún precario proceso de paz.

Luciano Marín, alias Iván Márquez, es un ex comandante de las FARC que  llegó a ser el número dos del movimiento insurgente, que participó de las negociaciones en La Habana, optando hace más de un año por pasar a la clandestinidad, reapareció ahora en compañía de otros ex comandantes de la guerrilla – como Jesús  Santirch y Hernán Darío Velásquez – para anunciar que iniciarían una nueva etapa de la lucha armada.

Todo apuntaría a que el video con el anuncio de los ex comandantes de la guerrilla colombiana que retoman las armas fue grabado en Venezuela, añadiendo mayor tensión en la ya deteriorada relación que mantienen ambos gobiernos.

Todo apuntaría a que el video con el anuncio de los ex comandantes de la guerrilla colombiana que retoman las armas fue grabado en Venezuela, añadiendo mayor tensión en la ya deteriorada relación que mantienen ambos gobiernos. Insistentemente tanto el gobierno colombiano como el auto proclamado Presidente encargado, Juan Guaidó, han denunciado la presencia de elementos de las FARC y del Ejercito de Liberación Nacional (ELN), en territorio venezolano, en donde no tan sólo se les brindaría acogida y apoyo para sus incursiones en Colombia, sino también actuarían como fuerza de respaldo al gobierno de Maduro.

El trasfondo de la decisión anunciada por Márquez y otros ex comandantes de las FARC se sostiene en una clara insatisfacción por la forma que asumió el proclamado proceso de paz, sustentada en fuertes cuestionamientos a su implementación, especialmente a la llamada justicia transicional alentada por ex presidente – actual senador – Álvaro Uribe

El trasfondo de la decisión anunciada por Márquez y otros ex comandantes de las FARC se sostiene en una clara insatisfacción por la forma que asumió el proclamado proceso de paz, sustentada en fuertes cuestionamientos a su implementación, especialmente a la llamada justicia transicional alentada por ex presidente – actual senador – Álvaro Uribe, y también en las enormes dificultades a la reinserción social y política de los ex  guerrilleros que optaron por deponer las armas. Los mismos que obtuvieron muy discretos resultados en las últimas elecciones.

Es necesario recordar que el proceso de paz no incluyó al Ejército de Liberación Nacional, que se autoexcluyó de las negociaciones de paz y que aún se mantiene en actividad. Al igual que un número indeterminado de disidentes de las FARC, que no se plegaron al acuerdo.

“El tren de la paz no lo detiene nadie”

Evidenciando la preocupación por el anuncio de los ex comandantes disidentes de las FARC, el ex Presidente Juan Manuel Santos, junto con defender el acuerdo de paz alcanzado durante su pasada gestión, ha solicitado expulsar a Iván Márquez y los ex comandantes que lo secundan, de la justicia para la paz y su implementación. “El logro de la paz es un bien para las futuras generaciones- ha sostenido el ex Presidente-, que todos los colombianos estamos llamados hoy a proteger. No permitiremos que Iván Márquez y los demás desertores que están con él, pretendan poner en peligro este logro”. “El tren de la paz no lo detiene nadie” aseveró el ex mandatario.

No permitiremos que Iván Márquez y los demás desertores que están con él, pretendan poner en peligro este logro”. “El tren de la paz no lo detiene nadie” aseveró el ex mandatario.

Sin embargo este proceso tiene serios detractores al interior del propio partido del presidente Duque. Los sectores más duros del uribismo, encabezado por el propio ex mandatario, han cuestionado duramente los términos del acuerdo, especialmente el capítulo referido a la justicia transicional, generando fuertes tensiones y justificando los abiertos cuestionamientos al actual mandatario, que muchos identificaban como el delfín de Uribe.

En verdad, tal como lo ha sostenido reiteradamente el ex Presidente Santos y lo corroboran diversos  intelectuales y políticos colombianos, si se lograba consolidar el proceso de paz, incluyendo no tan  sólo a las FARC sino también al ELN, el país tendría un futuro brillante, como lo sostiene el ex ministro de Hacienda de Ernesto Samper, Guillermo Perry en un libro de memorias publicado recientemente (“Decidí contarlo”) en donde sostiene que, pese al entorno de violencia, del narco tráfico, corrompiendo las instituciones( política,  justicia y  FF.AA.) su país muestra un importante desarrollo político, económico y social en los últimos cincuenta años.

Obviamente, si la paz llegara a consolidarse ofrecería a Colombia una gran oportunidad de dar un salto adelante como han proyectado diversos economistas y dirigentes políticos. Pero aún ese proceso está lejos de consolidarse. El llamado de Iván Márquez y otros disidentes vuelve a proyectar la incertidumbre y el temor en la población como, obviamente, entre los inversionistas.

La crisis colombiana y los desafíos del gobierno

Al igual que la mayoría de los países de la región, Colombia sufre hoy los nocivos efectos de la guerra comercial que protagonizan China y Estados Unidos, con la volatilidad en la economía mundial y severos riesgos de una nueva recesión internacional. El desempleo ha alcanzado records históricos, al igual que el precio de la divisa norteamericana, generando una alta inflación y proyectando una modesta tasa de crecimiento, en torno al 3 % para el presente año. Y la polarización política entre quienes defienden el proceso de paz y llaman a su irrestricto cumplimiento para quienes han optado por suscribirlo, y los que como Álvaro Uribe con los sectores más duros de su partido mantienen sus fuertes cuestionamientos, llamando a desconocerlo.

Al igual que la mayoría de los países de la región, Colombia sufre hoy los nocivos efectos de la guerra comercial que protagonizan China y Estados Unidos, con la volatilidad en la economía mundial y severos riesgos de una nueva recesión internacional.

Iván Márquez y los disidentes que lo respaldan representan una amenaza que va más allá que su real poderío y capacidad para enfrentar al Estado colombiano y sus FF.AA., aún cuando no se puede menospreciar la experiencia de estos ex  comandantes en la lucha armada, como tampoco sus lazos con el narco tráfico o sus vínculos con el gobierno de Maduro.

El temas más relevante es el efecto de la amenaza en una sociedad que ha sufrido los rigores de la guerra civil que ha sacudido por largas décadas a Colombia, con numerosos atentados, secuestros y ejecuciones de civiles y autoridades a lo largo del país.

No cabe duda que estos disidentes representan la amenaza potencial de sumar nuevos contingentes de ex guerrilleros que no han tenido la acogida social y posibilidades de reinserción en la vida civil que esperaban.

No cabe duda que estos disidentes representan la amenaza potencial de sumar nuevos contingentes de ex guerrilleros que no han tenido la acogida social y posibilidades de reinserción en la vida civil que esperaban. A los que se podrían sumar miles de jóvenes desempleados y sin oportunidades. E incluso que se genere una convergencia e integración de los diversos grupos guerrilleros que aún subsisten en el país.

En lo inmediato, el desafío de estos disidentes representa todo un reto para el gobierno de Iván Duque y las FF.AA. colombianas, que no tiene más alternativa que apostar a su más pronta derrota y en lo posible captura, impidiendo que vuelvan a sembrar el temor e inseguridad cotidiana en el país.

Pero, en paralelo, ello desafía al gobierno de Duque a implementar con diligencia y firmeza los acuerdos del tratado de paz en los términos en que fueron suscritos para todos los ex combatientes que, pese a todas las dificultades e inconvenientes, han optado por ese proceso.

Pero, en paralelo, ello desafía al gobierno de Duque a implementar con diligencia y firmeza los acuerdos del tratado de paz en los términos en que fueron suscritos para todos los ex combatientes que, pese a todas las dificultades e inconvenientes, han optado por ese proceso. Y esa no será una tarea fácil en el enrarecido clima que hoy se vive en el país, marcado por crisis económica, fuerte polarización política y el fantasma de la guerrilla. Sin olvidar a Maduro y su agresiva política vecinal.

También te puede interesar

Deja un comentario