“Él tocaba como si tuviera permiso del silencio para romperlo”. Con este juicio, el productor y músico argentino Alejo Stivel comentó a El País de España el aporte a la ejecución de este instrumento que dejó como herencia el histórico baterista de la banda de ‘las Piedras Rodantes’, Charlie Watts, recientemente fallecido en Londres a la edad de 80 años.
Hace menos de un mes había desistido de sumarse a la nueva gira de los Stones por Estados Unidos para someterse a una intervención quirúrgica. Pero pese a ser uno de los miembros de edad más avanzada de la banda, nadie presentía lo peor.
Charlie Watts nos dejó repentinamente este martes 24 de agosto. Una partida que obliga a repasar su herencia musical tanto en el grupo –uno de los más importantes en la historia del rock-, como en el jazz.
Cuatro versus cinco
El quinteto de The Rolling Stones es un mito viviente con 58 años de trayectoria ininterrumpida como uno de los grupos imprescindibles, forjados en la inigualable década de los 60 en el Reino Unido.
Quizá con la fortuna y la desgracia al mismo tiempo de ser contemporáneos con The Beatles, esto motivó a críticos y fanáticos la construcción de una constante de comparaciones respecto de quiénes se quedarían con el cetro como la banda más importante y relevante de la historia, cuestión que motiva el libro BeatleStones de Yves Delmas y Charles Gancel, publicado este año, dando cuenta de un debate interminable.
Desde sus inicios fueron considerados los chicos mal educados, rebeldes, transgresores y sexualizados del rock londinense (influidos por el carácter y la imagen transgresora de su vocalista y líder, Mick Jagger, y de los guitarristas Keith Richard y Ronnie Woods), versus los chicos buenos del virtuoso cuarteto de Liverpool. Una batalla que hasta el día de hoy no acepta ser fans de los dos grupos o empatar y que favorece a Lennon, McCartney, Harrison y Starr, argumentando que cimentar su carrera y su aporte trascendental a la historia de la música popular del siglo XX solo les llevó poco más de seis años y medio.
Entre otras anécdotas para fundamentar esta tesis se recuerda que fueron Los Beatles quienes primero quisieron asistir a un concierto de los Stones en sus inicios, el 14 de abril de 1963 en el Crawdaddy Club de Richmond. Ocasión en que trabaron amistad y John y Paul les ofrecieron la canción I wanna be your man, para que la recrearan en el estilo blues que tanto gusta a Jagger y sus compañeros.
Según publica La Vanguardia, eso marcó el inicio de una amistad que siempre tuvo a los primeros como inspiradores o espejo creativo de los segundos: “A cada iniciativa beatle hay una respuesta stone. Del Sgt. Pepper surge el Their Satanic Majesties Request, o de Let It Be, el Let It bleed. Incluso la famosa lengua burlona que los Stones introducen como símbolo de la banda en el disco Sticky Fingers (1970) tiene algo que ver con los Beatles. Según Yves Delmas y Charles Gancel, los labios sensuales con lengua obscena creada por John Pasche, ‘es un plagio descarado del libro The Beatles Illustrated Lyrics de Alan Aldridge, donde aparece un dibujo parecido referente a la canción Day Tripper’.”
Tradicional, silencioso y elegante
El “Stones menos Stones”, pero al mismo tiempo el “Stones imprescindible para el sonido trascendente y característico de los Stones”, Charlie Watts fue el miembro más discreto del quinteto y construyó su vida a contrapelo del bullicio y la fama otrora escandalosa de Jagger, Woods o Richards. Casado desde 1964 con su primera y única mujer, Shirley Ann Shepherd, tuvo solo una hija, Serafina, y un nieto.
Silvia Cruz Lapeña recuerda en un artículo de Vanity Fair que Watts “aborrecía las giras, pero tampoco logró conciliar su idea de vida hogareña con ser estrella del rock”. Citando otras entrevistas cuenta también que mientras Jagger o Richards acostumbraban a contraer matrimonio con mujeres cada vez más jóvenes, él se mantenía fiel a su esposa y manifestaba la creciente molestia que sentía con los viajes y conciertos: “Tengo una imagen de mí cuando toco con los Stones con todas esas chicas de 16 años delante y mirando. Mi hija tiene esa edad. Siento vergüenza”.
Quizá esta misma impresión se vea reafirmada en las pocas entrevistas que solía conceder, en donde siempre dejó en claro que como baterista no se sentía un real músico de rock, sino que vibraba más con las síncopas del jazz. Ese era su real mundo interior, que fue plasmando de a poco en trabajos solistas dedicados a alguna de las más grandes figuras de este estilo.
Allí incursionó de manera más reposada, aunque con no menor fascinación por figuras como Miles Davis, John Coltrane, Charlie Parker o Sonny Rollins. Este último se sumó con un solo en la canción Waiting On a friend del clásico álbum de 1981 Tattoo You. El trabajo marcó parte de la historia de la banda con otros clásicos como Tops, Neighbours, Hang Fire y sobre todo Start Me Up, donde Watts se vuelve trascendental en el marcaje del tempo y carácter de la pieza, desde la introducción hasta el final, con un beat potente, sobrio, austero y característico de su estilo (que reflejaba también en su vestimenta de tradicional terno y corbatas de alta gama).
Y si bien se le recuerda como una figura reposada, biógrafos de la banda dan cuenta de episodios críticos dentro de su vida como un breve período de adicción a la heroína y el alcohol en 1986, tras la muerte de uno de sus mejores amigos. Luego en la primera mitad de los 2000 la superación de un cáncer. Y sobre todo una pelea sostenida con Jagger en el marco de una gira por Ámsterdam, en donde no quiso salir de copas y debió soportar el asedio del vocalista, avanzada la madrugada, donde lo llamó a su habitación tratándolo de “mi baterista”. Esto lo hizo montar en cólera y, según recuerda Richards, se levantó impecablemente vestido y se fue a la habitación del líder de la banda. Tocó la puerta y entró tomando a Jagger de la solapa, dándole un puñetazo en la cara y despidiéndose tratándolo de “su vocalista”. No obstante, durante las seis décadas que estuvieron tocando juntos, la mayoría del tiempo la relación fue de una sincera amistad.
El silencio está de luto
Para Alejo Stivel la partida de Watts rodeado de su familia es el fin de una figura fundamental que marcó también el carácter sensual del estilo Rolling Stones: “Era un músico único. De todos los microsegundos que hay para dar el golpe, él elegía el mejor. Unas milésimas retrasado, casi imperceptible, pero lo suficiente para tener esa cadencia personalísima. Y cuando el golpe finalmente llegaba al parche lo hacía con una sonoridad exquisita y sobre todo respetando el silencio anterior y posterior al golpe”.
Algo que rubrica el periodista y crítico musical estadounidense de la revista Rolling Stones, Rob Shefield, al recordar que este legendario y cool baterista “fue el único en la tierra del que los Stones recibieron órdenes durante 58 años”. Sin duda una figuraque los llevó a transformarse en la mejor banda de rock & roll del mundo y que tuve la oportunidad de disfrutar las dos veces que se presentaron en Chile y que ya es historia.