Cuando la agencia informativa de negocios Bloomberg informó a principios del año pasado –antes de desatarse la pandemia- que el 1% de la población más acaudalada del mundo posee el doble de riqueza que el 99% restante (78.000 personas versus cerca de 7.750 millones de habitantes del planeta), sólo constató una apabullante e histórica verdad: el capital siempre ha rentado y rentará más que la fuerza de trabajo.
Una observación que la aceleración capitalista del siglo XXI motivó al Oxford Committee for Famine Relief –Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre, Oxfam-, fundado en Gran Bretaña en 1942, a cuestionarse los límites a este proceso de acumulación creciente y explotación a manos de unos pocos.
«Nuestras economías rotas están llenando los bolsillos de multimillonarios y grandes empresas a expensas de hombres y mujeres medios«, expresó el responsable ejecutivo de Oxfam India, Amitabh Behar, quien remató con una lapidaria afirmación: «No es de extrañar que la gente empiece a cuestionarse si los multimillonarios deberían existir«
El baile en el funeral
Mientras en mundo comenzaba a adoptar medidas de seguridad sanitaria para afrontar la pandemia del Covid-19, en enero 2020, las recomendaciones planteadas por Oxfam en su informe Time to Care o Tiempo de Preocuparse refieren a que los gobiernos aumenten los impuestos a las personas más ricas y a las grandes corporaciones de forma masiva, porque los están grabando bajo lo debido, subfinanciando los servicios públicos.
Tal es el grado de desigualdad constatada por la organización que en el 2019 solo 2.153 multimillonarios poseían más riqueza que el 60% de la población mundial. Así como las tres mayores fortunas acumularon un patrimonio de 231.000 millones de dólares en los últimos diez años, los primeros 20 súper ricos duplicaron su fortuna entre el 2012 y el 2020, pasando de 672 mil millones de dólares a 1 billón 397.000 millones de dólares, según un informe de Bloomberg Wealth.
Fortunas latinoamericanas
En julio del año pasado, la oficina chilena de Oxfam planteó que América Latina es la región más desigual del mundo y que en los primeros siete meses de crisis sanitaria dio cuenta de su hundimiento bajo el impacto del coronavirus.
De acuerdo a lo informado por Chema Vera, ejecutivo interino de la entidad, la fortuna de los 73 multimillonarios de América Latina aumentó en 48.200 millones de dólares desde el comienzo de la pandemia. Esto implica un crecimiento de 413 millones de dólares diarios.
América Latina en su totalidad tiene sumida en la economía informal a 140 millones de personas (casi un 55 % de la población activa), de los cuales 52 millones podrían caer en la pobreza como consecuencia de la pandemia, retrocediendo más de 15 años en la lucha por su erradicación.
En Chile son nueve los multimillonarios incluidos en el ranking Forbes entre los 2.500 personajes más ricos del mundo (actualizado al 21 de abril del presente año). Y entre el 2020 y lo que va del 2021 han incrementado su riqueza en un 62,5%, pasando de 27.520 millones de dólares a 44.721 millones de dólares.
Iris Fontbona (viuda de Andrónico Luksic Abaroa) pasó de 10 mil 800 millones de dólares a 23 mil 300 millones de dólares. Le sigue Horst Paulmann, quien de 3 mil millones de dólares creció a 3 mil 300 millones. Luego viene Julio Ponce Lerou, ex yerno de Augusto Pinochet Ugarte, quien de 1.700 millones subió a 4.100 millones. En la cuarta posición se ubican los hermanos Patricia y Roberto Angelini, quienes de 2.300 millones de dólares pasaron 3.600 millones. Completa la lista de los cinco más ricos de Chile el presidente Sebastián Piñera, con un patrimonio que en lo que va del 2021 versus el 2020 muestra un amento de 2.600 a 2.900 millones de dólares.
Completan la lista de los chilenos en el ranking Forbes Jean Salata (residente en Hong Kong) con 2.400 millones de dólares, Álvaro Saieh Bendeck con 1.800 millones de dólares y Luis Enrique Yarur, con 1.300 millones de dólares.
Ganar o perder
La riqueza en Chile no escapa a los cánones de acumulación característica de los procesos postcoloniales del continente. Zonas de conflicto, crisis y cambios permanentes que se incrementaron desde mediados del siglo XX y que en la actualidad afrontan escenarios de fuerte incertidumbre acompañadas de estallidos sociales como el vivido en Chile al finalizar el año 2019 y al iniciarse el 2020.
Procesos complejos de industrialización fallida, deterioro de los términos de intercambio, intentos peregrinos de reformas estructurales del Estado y el triunfo de capitalismos sui generis que se alejan de los modelos clásicos europeos y del primer mundo en general. Subsisten desafíos éticos del empresariado, así como de las élites políticas para construir una verdadera cultura democrática que dote a los Estados de real poder inclusivo para superar la pobreza y disminuir las brechas de desigualdad.
Y en medio de un nuevo año de pandemia, cuarentenas y crisis económica que empobrece a las clases medias chilenas cayendo en la vulnerabilidad y a los pobres en niveles de extrema pobreza, resalta la negativa del gobierno de dar luz verde a un tercer retiro de fondos de las AFP. Todo en simultáneo con la noticia del excelente incremento de la riqueza de los multimillonarios connacionales.
Retomando los informes de Oxfam, si una persona en el antiguo Egipto justo al inicio de la construcción de las pirámides hubiera ahorrado 10.000 dólares diarios, llegaría el 2020 a poseer solo la quinta parte de las fortunas promedio de los cinco primeros multimillonarios a escala global, habiendo pasado más de 4 mil años.
Y si en Chile tomáramos a una persona que gana el sueldo mínimo de 326 mil pesos, debería trabajar sin gastar un peso durante 518 mil 832 años para igualar la fortuna que hoy tiene el Presidente Piñera.
¿Cuál es la pulsión que lleva a una persona a hacer de su vida un proyecto de acumulación creciente y constante de dinero?
La crematomanía es una patología psicológica que lleva a las personas a la obsesión por ganar dinero, por acumularlo e incrementarlo en forma constante y desmedida. Va acompañada de la necesidad desmedida de reconocimiento social, avaricia incontrolable, insatisfacción permanente , invasión de la vida laboral en todos los campos de la vida personal, estados de ansiedad e insomnio.
En el portal Forbes. es se destaca a los crematomaníacos como personas que buscan poder para situarse por sobre los demás y que “responden a un perfil muy marcado por el interés personal y las ansias de reconocimiento social y profesional. Tienden a anteponer cualquier cosa con tal de aumentar sus riquezas, ya sea familiares, amigos o valores.”
Ni más ni menos que la contracara del tradicional mal de Diógenes que en vez de acumular basura, asilados del mundo e incapaces de conectarse con el resto, esta vez las bolsas y cartones son reemplazados por billetes, bonos, acciones y bitcoins.