El cierre del plazo para la inscripción de listas a candidatos a alcaldes, concejales y constituyentes este 11 de enero dejó en evidencia nuevamente una paradoja que sintetiza muy bien el sociólogo, director de la encuesta/panel Tu Influyes y experto electoral, Axel Callis: “… la oposición, supuestamente comunitaria y colectiva, operó con lógica esencialmente individualista, y la derecha supuestamente individualista, operó colaborativamente, logrando su unidad” (El Mostrador, 12 enero).
El mundo al revés, como si se tratara de un escéptico tango porteño de Enrique Santos Discépolo, en donde este proceso electoral se encara con reflexiones absurdas y dogmatismos excluyentes propios de la Guerra Fría, donde maximizar la ganancia de cupos a elegir parece ser secundario. Peor aun considerando el quórum de 2/3 que requerirá la futura Constitución para aprobar la incorporación de temáticas en el borrador del texto a ser plebiscitado.
El mundo al revés, como si se tratara de un escéptico tango porteño de Enrique Santos Discépolo
En la senda de Barnabas Collins
A trece meses del término de la presidencia de Sebastián Piñera se plasma un escenario propicio para el resurgimiento de candidaturas de los viejos espectros de la transición y su política de “los acuerdos”. No tanto por edad, sino por sus prácticas, elitismo, y defensa de beneficios consuetudinarios provenientes de un país cuya democracia se asentó en la distribución del poder en dos polos: el económico neoliberalizado proveniente de la cuna, el latifundio y los agentes del mercado financiero y de servicios “glocalizado”, junto con el burocrático/administrativo del Estado, preferentemente encarnado en la tecnocracia exconcertacionista (narcisa y ególatra) que quiere renacer en el Panteón.
La distancia creciente del estallido social, que asentó el discurso anti élites y la cercanía de la elección de constituyentes, gobernadores, alcaldes y concejales el 11 de abril próximo corrió el velo de la realpolitik en Chile. Esa que huele a restauración y naftalina. Que emana de la perpetuación de las herencias de cuna, parentescos, dinero y prestigio, de espejos caleidoscópicos destinados a la reproducción sinfín de rostros de personajes ya conocidos en el campo electoral y del poder, que se niegan a renunciar a vivir de y para el Estado. Un juego de beneficio personal travestido en servicio público. Una práctica en donde la ampliación de la democracia y la redistribución de la riqueza que garantice derechos sociales dignos -frecuentemente relegada al campo del marketing de campañas y a jingles de temporada-, saltó a las calles de modo violento en el marco de la crisis social vivida hace un año y tres meses. La misma que atemorizó a la clase política en su conjunto, cediendo a la apertura de un proceso constituyente, y que arrasó con casi un 80% en el plebiscito del 25 de octubre con la opción Apruebo.
La distancia creciente del estallido social, que asentó el discurso anti élites y la cercanía de la elección de constituyentes, gobernadores, alcaldes y concejales el 11 de abril próximo corrió el velo de la realpolitik en Chile. Esa que huele a restauración y naftalina.
El cierre de inscripción de listas a constituyentes garantiza que en la redacción de la nueva carta magna esté sobrerrepresentada la opción del rechazo –la derecha y centro derecha-, para evitar que la oposición logre los dos tercios de la convención. Un proceso asumido con infantilismo desde los partidos políticos de la exconcertación, del Frente Amplio y el resto de la izquierda y centro izquierda al sostener que mayor competencia redundará en una mejor votación, representación plural y pesca de arrastre de votos. Lo mismo que al no sopesar la relevancia histórica de este proceso electoral que diseñará la nueva Constitución.
Un proceso asumido con infantilismo desde los partidos políticos de la exconcertación, del Frente Amplio y el resto de la izquierda y centro izquierda al sostener que mayor competencia redundará en una mejor votación, representación plural y pesca de arrastre de votos.
Nouvelle cuisine de sabores repetidos
La lista de derecha “Vamos por Chile” logró unificar en un mismo pacto electoral a candidatos de la UDI, RN, PRI, Evópoli y del partido Republicano de José Antonio Kast. Un hecho de pragmatismo puro y que, más allá de las polémicas por algunos nombres inscritos a última hora o de modo inconsulto, como la polémica columnista Tere Marinovic (filósofa conservadora), no altera el objetivo final: la unidad para maximizar la obtención de cupos electos. Son 47 candidatos UDI, 34 RN, 21 Evópoli, 10 del Partido Republicano, más 70 independientes patrocinados por estas colectividades.
A diferencia de esto, la oposición pro Apruebo va dividida en al menos ocho listas. La primera es Apruebo Dignidad, conformada por independientes y militantes de izquierda: 50 candidatos patrocinados por el Partido Comunista, 37 por Revolución democrática, 30 por el Frente Regionalista Verde Social, 24 por Comunes, 22 por Igualdad y 16 de Convergencia Social.
La segunda es simplemente la llamada “Lista del Apruebo”, integrada principalmente por la exconcertación a través de Unidad Constituyente, que reúne a 38 candidatos DC, 32 del PS, 15 PR, 14 PPD, más 14 independientes patrocinados por el PRO, otros 11 cercanos al pacto Nuevo Trato y 4 candidatos del Partido Liberal. En total son 57 candidatos patrocinados sin militancia.
A ellos se suma la lista del Partido Humanista con 12 candidatos, la del Partido Ecologista-Verde con 79 postulaciones, la “Lista del Pueblo” y sus 138 inscritos, más la nómina de Independientes No Neutrales que presentará 107 nombres, la lista de “Independientes del Norte” con 6 patrocinados y la lista “A darlo vuelta todo. Trabajadoras y Trabajadores Revolucionarios” ligada al trotskismo y que presenta 55 candidatos.
Se agrega a esta competencia el acto Ciudadanos Cristianos, conformado por el Partido Nacional Ciudadano y el Partido Conservador Cristiano, que lleva 7 representantes para competir por un cupo constituyente en el distrito 23 de la Araucanía.
Zoombies en flashmob
Si se revisa la nómina de cerca de 3 mil cien postulantes inscritos, los comicios constituyentes dan forma a un fenómeno endémico de la democracia chilena actual: la degradación o devaluación de la militancia partidaria relevante y de nuevas generaciones que aspire a ganar un cupo para este órgano. Lo mismo que la gran cantidad de independientes patrocinados por las colectividades para agregar votos a sus listas.
A esto se agrega la reaparición de retiradas figuras de la escena política y representantes de otros ámbitos del espacio público (comunicadores, artistas, actores, performadores, modelos y personajes mediáticos). Algunos de ellos son: René Cortázar, Mariana Aylwin, Jorge Correa Sutil, Patricio Zapata, Marcela Cubillos, Gonzalo Blumel, Pauline Kantor, Hernán Larraín Matte, Sara Larraín, Beatriz Sánchez, Patricia Polizter, José Andrés Murillo, Benito Baranda, Carlos Ominami, Fernando Atria, Mauricio Pesutic, Ignacio Achurra, Giovanna Grandón (la Tía Pikachú), Adriana Barrientos, Jorge Baradit, Macarena Venegas, René Naranjo, Bastián Bodenhoffer, Paola Berlin, Dauno Tótoro, Lucía López, Jaime Parada, Malucha Pinto, Rodolfo Seguel, entre otros.
Un cóctel explosivo a la luz de las reivindicaciones de airear la democracia y abrir espacios a la participación de nuevos sectores ciudadanos
La lista es tan larga como diversa, incluidos exministros, expresidentes de partidos, exparlamentarios y parlamentarios en ejercicio. Un cóctel explosivo a la luz de las reivindicaciones de airear la democracia y abrir espacios a la participación de nuevos sectores ciudadanos, porque más allá de la incorporación de independientes en las listas partidarias, salvo contadas excepciones, el sistema electoral favorece a los partidos ya inscritos y con representación parlamentaria o edilicia. Un campo donde la dispersión favorecerá a la derecha y fragmentará fuertemente el esfuerzo de los independientes.
Un campo donde la dispersión favorecerá a la derecha y fragmentará fuertemente el esfuerzo de los independientes.
Por lo anterior, este proceso constituyente a definir en los comicios del 11 de abril tiene una alta probabilidad de transformarse en una sesión de espiritismo político, cual juego de ouija para invocar a esta tarea de renovar la institucionalidad a personajes que asegurarán el regreso a los escenarios de El Gatopardo. La calle quedará con una nueva tarea pendiente…
este proceso constituyente a definir en los comicios del 11 de abril tiene una alta probabilidad de transformarse en una sesión de espiritismo político, cual juego de ouija para invocar a esta tarea de renovar la institucionalidad a personajes que asegurarán el regreso a los escenarios de El Gatopardo. La calle quedará con una nueva tarea pendiente…