Los números en América del Sur muestran que si no aislamos al virus la pandemia continuará peor de lo que se creyó y negó.
Varias ciudades y países en el planeta aplanaron la curva corrigiendo los errores y con planes con aproximaciones de plazos. Eso es vital siempre que se abandone con convencimiento esa aureola de autocomplacencia que trae grandes decepciones. Cuántas actividades con disciplina de autocuidado podrían organizarse y cuanta energía humana se canalizaría con plazos más visibles.
En la confusión estamos cautivos del gobierno y la tv. Ésta aumentó su audiencia pues la gente busca saber cómo vamos y cuánto queda de pandemia. En respuesta se reciben diez horas diarias con la historia oficial sobre la crisis. Las críticas desaparecieron de la pantalla. La tv regresó a los 80, cuando los jóvenes la miraban para pensar en lo contrario. Ahora no la ven. Si no existieran periodistas con pundonor profesional nuestra tv sería patética.
La tv regresó a los 80, cuando los jóvenes la miraban para pensar en lo contrario.
Si no existieran periodistas con pundonor profesional nuestra tv sería patética.
En Chile el gobierno tardó casi un mes en entender que no había negocio bueno sin alguna certeza sanitaria. Esa demora agravó la pandemia en la ciudad de Santiago. Ahora en Mayo la curva será peor y durará más tiempo. ¿Se puede ser condescendiente con la autoridad? Se fue con la corrupción y terminamos mal. Las organizaciones sociales tienen razón, hay que aislar al virus y financiar el autocuidado de los cesantes y trabajadores independientes más pobres. Estas organizaciones nunca dejaron de criticar y de aportar; por cierto con poca prensa y cero columnistas.
El virus mata y cambia algunas cosas, pero no arrasará con todo. Pero si dejamos a la obsesión mercantilista sola a cargo de esta tarea humanitaria las dificultades aumentarán. Ellos no pueden. Los reclamos y demandas los hacen ver negro. Su estrés los hace alucinar. En privado deben ser más descarnadas las amenazas que en las redes sociales para enfrentar los estallidos que podrían causar el HAMBRE y el desempleo. Lo científico es que se apegan a los centavos como lapas. Pueden llegar a convencerse de que los pobres son los causantes de sus pérdidas cuando siempre han facilitado sus ganancias.
El virus mata y cambia algunas cosas, pero no arrasará con todo.
La pandemia y relentización de la economía internacional empuja a definir los matices sobre la unidad nacional. El gobierno extorsiona a su antojo con este tema. La unidad sería útil si la autoridad acepta conversar una estrategia contra la pandemia que corrija sus errores. La unidad debe ampliarse con una mesa de diálogo con liderazgos de la sociedad civil y organizaciones sociales. Las instituciones políticas tienen sus roles definidos y propuestas. El calendario político tiene fechas inamovibles para la normalidad institucional. Eso también significa que un gobierno débil no puede usar la fuerza de la excepción para cambiar plazos políticos ya acordados. Salvo que quiera dejar el desparramo.
El gobierno extorsiona a su antojo con este tema. La unidad sería útil si la autoridad acepta conversar una estrategia contra la pandemia que corrija sus errores.
un gobierno débil no puede usar la fuerza de la excepción para cambiar plazos políticos ya acordados.
Afortunadamente las historias de las pandemias nos dicen que más temprano que tarde viene el peack, y aunque haya recaída la peste se controla. No queda todo igual pero no se acaba la música. Entre lo que no podrá seguir igual es que no exista poder electoral revocatorio de mandato de las autoridades electas. Ninguna autoridad es infalible y ningún pueblo debe soportar una autoridad deslegitimada por pérdida notoria de respaldo popular. La transitoriedad del poder está siendo cuestionada por la derecha en el Senado donde antiguos representantes pretenden reelegirse una vez más: confirmando que el poder no se reforma a sí mismo. La manera más eficaz de evitar que el poder político se transforme en una fuerza reaccionaria es que sea transitorio, como se lo dijo el comandante Manuel Rodríguez al Director Supremo en marzo de 1817 “basta un año para gobernar”.
Ninguna autoridad es infalible y ningún pueblo debe soportar una autoridad deslegitimada por pérdida notoria de respaldo popular.
La manera más eficaz de evitar que el poder político se transforme en una fuerza reaccionaria es que sea transitorio