En el 131 aniversario del nacimiento de Gabriela Mistral
Por Cristina Wormull
En montañas me crié
con tres docenas alzadas.
Parece que nunca, nunca,
aunque me escuche la marcha,
las perdí, ni cuando es día
ni cuando es noche estrellada,
y aunque me vea en las fuentes
la cabellera nevada,
las dejé ni me dejaron
como a hija trascordada.
Y aunque me digan el mote
de ausente y de renegada,
me las tuve y me las tengo
todavía, todavía,
y me sigue su mirada
(Gabriela Mistral, Montañas mías en Poema de Chile)
Lucila, me cuesta asumir que soy la misma que de joven creía que eras una poeta empalagosa, una tierna figura materna idealizada, una maestra de escuela abnegada, una monja. Resumiendo, una lata de mujer. Nunca de niña y joven conocí tu obra ni tus innumerables talentos que desafiaron a la sociedad de su época y te convirtieron en una de las mujeres creadoras más icónicas del continente.
Nunca de niña y joven conocí tu obra ni tus innumerables talentos que desafiaron a la sociedad de su época y te convirtieron en una de las mujeres creadoras más icónicas del continente.
Mucho se ha hecho por rescatar tu figura, en algunos casos con remordimiento por lo poco que te dimos los chilenos cuando vivías. Pero falta mucho más para que te devolvamos en parte lo que te debemos, no solo los chilenos, sino el continente entero y el mundo que te considera una de las mayores poetas femeninas de la historia. Muchos aún quienes piensan en ti como esa figura maternal y religiosa. Esa imagen que no puede estar más alejada de tu fuerte personalidad, Lucila Godoy Alcayaga nunca fuiste débil, todo lo contrario. Estaba yo en los cuarenta cuando leí el tremendo libro de Volodia Teitelboim sobre tu vida y obra. Ese libro me cambió la visión en trescientos sesenta grados y encontré la aguda ensayista y la intelectual librepensadora.
Después de descubrirte Lucila, empecé un largo periplo en busca de la mujer, la poeta, empeñada en conocer algo de tus variados talentos no solo en el ámbito de la poesía sino como educadora, política, y diplomática, entre otros.
en tus palabras, las mujeres que participaban y luchaban por sus derechos, las llamadas feministas, eran todas damas de estrato social alto y no tenían en consideración a las mujeres proletarias o vulnerables como decimos hoy y hacían su revolución al calor de una taza de té en elegantes salones de la capital.
Descubrí así que, esta mujer que publicó Ternura, una recopilación de rondas y canciones de cuna destinadas a apoyar a los profesores primarios no solo fue una gran educadora, tanto así que el gobierno de México a través de su ministro de educación, el poeta José Vasconcelos, te pidió colaborar en diseñar el sistema de educación que rige hasta hoy al país azteca, con pequeñas modificaciones. Fuiste una ferviente partidaria de la educación primaria obligatoria, defensora de los derechos de los niños, pionera en impulsar la educación de las mujeres a pesar de que en tu tiempo no adhirieras a los movimientos feministas chilenos porque, en tus palabras, las mujeres que participaban y luchaban por sus derechos, las llamadas feministas, eran todas damas de estrato social alto y no tenían en consideración a las mujeres proletarias o vulnerables como decimos hoy y hacían su revolución al calor de una taza de té en elegantes salones de la capital.
Fuiste la primera mujer diplomática de Chile, siendo Cónsul en varios países de América y Europa, es más, tu carrera consular la iniciaste en Italia, pero no lograste ejercerla ya que te declaraste abiertamente en oposición al fascismo. Apoyaste a incipientes movimientos liberadores de América latina, entre ellos, al General Sandino en Nicaragua, a quien describiste como un hombre visionario. Escribiste numerosos artículos y ensayos sobre la importancia de educar a la mujer y así lograr que ya no tuviera que depender de un hombre para sobrevivir y, además, el libro Lecturas para mujeres. Adheriste a la causa indigenista, denunciando los innumerables abusos que se cometían contra el pueblo mapuche en el sur de Chile y sosteniendo – en franca rebeldía a lo postulado en esos años de la primera mitad del siglo pasado – que este no era un país de blancos sino un país mestizo. Es más, Poema de Chile, que se publicó en forma póstuma y que te tomó casi veinte años en escribir, es un viaje de Norte a Sur, rescatando la identidad indígena y campesina de los chilenos en casi todos sus poemas.
Poco después de la publicación de Tala, Buenos Aires, en 1938, los círculos literarios de varios países te comenzaron a promover para el Premio Nobel de Literatura, obteniéndolo en 1945, abriendo así el sendero a la difusión en el mundo de la literatura latinoamericana y pavimentando el camino al premio de la academia sueca a otros autores del continente como Gabriel García Márquez y Pablo Neruda. Hay que destacar además que fuiste la quinta mujer en obtener este galardón, que solo quince féminas han logrado entre más de ciento noventa hombres. Paradojalmente, en Chile, más que tardío en reconocerte, se te otorgó el Premio Nacional de Literatura seis años después, en 1951, y lo coronaste con la publicación de Lagar, el único de tus libros publicado en Chile, antes que en el extranjero.
Mitos y misterios rodean tu figura Lucila. Algunos los esquivan como algo inocuo
Hay otros que quieren convertirte en bandera de diversas minorías. Ni tanto ni tan poco.
Mitos y misterios rodean tu figura Lucila. Algunos los esquivan como algo inocuo, rescatando tus versos infantiles, sin reparar que tras ellos hay una profunda crítica social de las condiciones en que vivía la mayoría de los chilenos. Nadie parece reparar en que Piececitos de niño, /azulosos de frío, / ¡cómo os ven y no os cubren, /Dios mío/. Piececitos de niño, /dos joyitas sufrientes, / ¡cómo pasan sin veros/, las gentes/habla de todos aquellos niños que habitaban las poblaciones y el campo, a pie pelado y semi vestidos, asunto que también es recogido, años después, por Víctor Jara en su bella canción Luchín. Hay otros que quieren convertirte en bandera de diversas minorías. Ni tanto ni tan poco. Lucila fuiste una mujer luchadora que logró hacer un largo y doloroso camino lleno de incomprensiones, pero también pleno de triunfos y reconocimientos, a nivel mundial desde el pequeño pueblo de Montegrande, en el Valle del Elqui, hasta Estocolmo en Suecia. Fuiste una mujer sencilla, de rasgos masculinos y marcadamente indígena, con una mente brillante que supo mantener sus relaciones personales en un muy bajo perfil y se rodeó de mujeres como la mexicana Palma Guillén, Laura Rodig y Doris Dana, que protegerían tu vida privada hasta después de tu muerte. Hasta el día de hoy, la mitad de tu obra no se ha publicado y todavía nos queda mucho por descubrir de la mayor poeta de Chile.
desde el pequeño pueblo de Montegrande, en el Valle del Elqui, hasta Estocolmo en Suecia.
Hasta el día de hoy, la mitad de tu obra no se ha publicado y todavía nos queda mucho por descubrir de la mayor poeta de Chile.
2 comments
Excelente escrito! Me motiva a conocer mucho más de Gabriela!me hizo asumir que prácticamente no la conozco, y quiero remediarlo pronto!
Que gran homenaje a Gabriela, que bien documentado y bien escrito Cristina, gracias por mostrarnos más ambliamente a la Mistral