Copiar – Admirar y Desvalorizarse.

por La Nueva Mirada

Mario Valdivia V.

Construimos nuestra democracia liberal (neo) hace décadas, copiando. Bajo la atenta vigilancia de los economistas, aplicamos plantillas de un ideal Modelo en todos los planos de la vida. Primero fue el Modelo de los mercados libres, de la economía abierta, del banco central autónomo, y así. Imitamos lo que se hacía en Estados Unidos. Más adelante, la copia se extendió a nuestra existencia cotidiana. Dejamos de comprar en almacenes y comenzamos a ir a centers y malls. Empezamos a hacer running, skating y trekking – losde arriba, golf.

Dejamos de comprar en almacenes y comenzamos a ir a centers y malls. Empezamos a hacer running, skating y trekking – losde arriba, golf.

En un popular álbum de 1986, Los Prisioneros invitaron a los copiones a irse del país – ¿no admiraban tanto lo de afuera? Después del año 2000, sin embargo, la invitación podía hacerse extensiva a todos; cuando menos a la amplia clase media que repetía la copia con entusiasmo.

En un popular álbum de 1986, Los Prisioneros invitaron a los copiones a irse del país – ¿no admiraban tanto lo de afuera?

Copiar está preñado de admiración e ira. Es una acción movilizada por querer ser como otros, cargada de desvalorización a uno mismo. Estados Unidos era el patrón admirado por nuestros afanes copiadores. Su éxito, su poder, su libertad, su riqueza, su estilo individual, igualitario, democrático, desenfadado…  Todo el mundo – cuando menos en “Occidente” – parecía ir en esa dirección. Estábamos en la buena compañía de la OCDE, que nos orientaba con estándares para evaluar la calidad del calco – servicio del FMI, el Banco Mundial, las Agencias de Riesgo, nuestros economistas…

Estábamos en la buena compañía de la OCDE, que nos orientaba con estándares para evaluar la calidad del calco – servicio del FMI, el Banco Mundial, las Agencias de Riesgo, nuestros economistas…

En los países de Europa el Este, efectivamente una gran cantidad de población se fue – como sugerían Los Prisioneros – a los países de la UE: el goce del modelo estaba disponible al otro lado de fronteras sin cerrojo. Era una opción que no estaba a la mano para nosotros. No nos quedó más que esforzarnos e ilusionarnos por copiar. Y hacerlo aquí significaba copiar la versión copiada de “Occidente” que calcaban los de arriba. Como anticiparon Los Prisioneros, ellos solo consiguieron   ser reconocidos como “occidentales de segunda” – un “producto no auténtico”, digno de ser transado en veredas. Y se apresuraron por extender un desprecio duplicado a quienes los copiaban a ellos.

Y hacerlo aquí significaba copiar la versión copiada de “Occidente” que calcaban los de arriba.

No poder ser lo admirado, a pesar del esfuerzo puesto en calcar, es una receta segura para la ira.

Auto desvalorizándonos, pero ilusionadas en llegar a ser iguales al modelo copiado, no conseguirlo constituye una frustración devastadora. No poder ser lo admirado, a pesar del esfuerzo puesto en calcar, es una receta segura para la ira. Una rabia que se acumula y se cuecen con lentitud en silencio, dirigida primero en contra de cada uno de nosotros mismos – sospechamos que, como personas individuales, no estamos a la altura del modelo admirado -, hasta que, tarde o temprano, explotan colectivamente en un enojo compartido sorpresivo. Hemos visto cómo ocurre en todo el mundo que se embarcó en la misma copia, treinta años atrás.

Hemos visto cómo ocurre en todo el mundo que se embarcó en la misma copia, treinta años atrás.

(Sugiero leer “La Luz Que Se Apaga”, de Ivan Krastev y Stephen Holmes)

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