Coyuntura Nacional. El plebiscito va

por La Nueva Mirada

A estas alturas sería necesario que todos los ministros se sinceraran respecto de su posición frente al proceso constituyente, como lo autorizara Piñera. Ya lo han hecho el ministro del Interior y de Relaciones Exteriores (¿cuál es cuál?) como enérgicos partidarios de la opción por el rechazo. Y también Mario Desbordes, actual ministro de Defensa y ex timonel de RN, que propició y suscribió el acuerdo plebiscitario, alertando ahora al gobierno para no identificarse con una postura determinada.

Pero quiérase o no, mayoritariamente el gobierno está identificado con la con la postura de rechazo y Sebastián Piñera fuertemente presionado por algunos de sus propios ministros y los sectores más duros de la derecha para adoptar esa línea, argumentando que el resultado no le puede ser indiferente. Y no dejan de tener razón.

mayoritariamente el gobierno está identificado con la con la postura de rechazo

El mandatario ha intentado eludir estas presiones especulando que si bien existen diferencias en la derecha acerca de los mecanismos para reformar o cambiar la actual constitución (entre la aprobación y el rechazo), lo importante es el tipo de carta magna que el país necesita. Algo que necesita verificación.

Es más que evidente que la mayoría del gobierno, en línea con los sectores más duros de su coalición, no quiere un plebiscito que con toda evidencia su sector perdería por abrumadora mayoría, al inicio de un intenso ciclo electoral que puede marcar la suerte de la derecha.

Es más que evidente que la mayoría del gobierno, en línea con los sectores más duros de su coalición, no quiere un plebiscito que con toda evidencia su sector perdería por abrumadora mayoría, al inicio de un intenso ciclo electoral que puede marcar la suerte de la derecha.

Pero, a estas alturas, la única posibilidad de postergarlo (no evitarlo) es que las condiciones sanitarias impidan su realización. Un rebrote de proporciones como el que ha tenido lugar en diversos países de Europa y nuestra propia región.

Las fechas se acortan peligrosamente para tomar una decisión y las cifras de contagiados y fallecidos, pese a que disminuyen, no permiten garantizar que no existan rebrotes, como ha ocurrido en algunas regiones que han avanzado a la fase dos e incluso tres. Fases graduales que muchos sectores, de manera muy equivocada, confunden con chipe libre, como quedara demostrado con las aglomeraciones en comunas que muy recientemente iniciaban la fase dos,

Necesariamente, la decisión de postergarlo por razones sanitarias no puede ser tomada unilateralmente por las autoridades, como ha debido reconocerlo el ministro del Interior, sino debe ser una decisión ampliamente consensuada, no tan sólo con la oposición, sino con la comunidad científica, incluido el Colegio Médico.

Es perfectamente posible realizar el plebiscito, con adecuados protocolos sanitarios, como ha sostenido la presidenta del Colegio Médico. Más aún si el coronavirus nos acompañará todo el tiempo que tarde en encontrarse una vacuna confiable y un tratamiento eficaz contra la pandemia.

Es perfectamente posible realizar el plebiscito, con adecuados protocolos sanitarios, como ha sostenido la presidenta del Colegio Médico. Más aún si el coronavirus nos acompañará todo el tiempo que tarde en encontrarse una vacuna confiable y un tratamiento eficaz contra la pandemia.

Así como el país requiere avanzar “paso a paso” para poner en marcha la economía y avanzar hacia una nueva normalidad, así también urge retomar el ejercicio de sus derechos y deberes cívicos.

Lo que se juega en el plebiscito

Obviamente las condiciones no serán las óptimas y ya sectores de la derecha acentúan que una baja participación restaría legitimidad al proceso. Por esa misma razón la campaña a favor del plebiscito no puede limitarse a la opción apruebo, versus la de rechazo. Debe concentrarse en la verdadera disyuntiva que se juega en el plebiscito de entrada del proceso constituyente.

Si la mayoría de los ciudadanos opta por una nueva Constitución redactada en democracia y escrita en una hoja en blanco que abra camino a los cambios y transformaciones que esa mayoría demanda o, por el contrario, quiere mantener la actual con reformas marginales, así como el desgastado orden imperante. Y sería muy importante que tanto los unos como los otros explicitaran los contenidos sustantivos de su propuesta. Qué contenidos debieran incluirse en una nueva Constitución o cuáles reformas proponen introducir los partidarios del rechazo, con las implicancias de una y otra alternativa.

Tan sólo condiciones extremas podrían obligar a una nueva prórroga del proceso constituyente. Un escenario que sin duda la derecha aprovecharía para reponer su propuesta de descartar el plebiscito y entregar expresas facultades constituyentes al futuro congreso para introducir reformas a la actual Constitución,

La campaña por el plebiscito, al igual que en 1988, cuando se trataba de reconquistar la democracia, debe estar dotada de una épica, que impulse a una amplia mayoría ciudadana a concurrir masivamente a las urnas, para resolver el dilema de fondo, tomando las debidas precauciones, pero asumiendo los riesgos que esto implica. El plebiscito requiere de un resultado claro, categórico y masivo. Una expresión fidedigna de la soberanía popular.

La campaña por el plebiscito, al igual que en 1988, cuando se trataba de reconquistar la democracia, debe estar dotada de una épica, que impulse a una amplia mayoría ciudadana a concurrir masivamente a las urnas, para resolver el dilema de fondo, tomando las debidas precauciones, pero asumiendo los riesgos que esto implica. El plebiscito requiere de un resultado claro, categórico y masivo. Una expresión fidedigna de la soberanía popular.

Pero resulta bastante peregrina la idea de que una baja participación restaría legitimidad al proceso. O intentar fijar una cifra mínima de votantes. Bastaría con desplegar una intensa campaña del terror, como la que ya se insinúa, para intentar disuadir a los ciudadanos para concurrir a expresar su voluntad en las urnas. Ya existen manifestaciones más que evidentes desde la UDI en una abierta campaña para eludir la manifestación soberana de la ciudadanía.

Ya existen manifestaciones más que evidentes desde la UDI en una abierta campaña para eludir la manifestación soberana de la ciudadanía.

El voto es voluntario en este plebiscito de entrada y obligatorio en el plebiscito ratificatorio del nuevo texto constitucional. Pero es un deber cívico de todos aquellos millones de chilenos y chilenas que durante meses se movilizaron exigiendo una nueva Constitución y cambios profundos al injusto y cuestionado modelo de desarrollo.

Pero es un deber cívico de todos aquellos millones de chilenos y chilenas que durante meses se movilizaron exigiendo una nueva Constitución y cambios profundos al injusto y cuestionado modelo de desarrollo.

El proceso constituyente es una conquista del movimiento social, refrendado por un amplio arco político, que ofrece un cauce para asumir y procesar las demandas ciudadanas expresadas en el estallido social.

Si en 1988 los chilenos participamos en un plebiscito en dictadura, que permitió su fin y la recuperación democrática, con similares razones podemos participar en este, abriendo puertas al urgente cambio futuro del país.

Si en 1988 los chilenos participamos en un plebiscito en dictadura, que permitió su fin y la recuperación democrática, con similares razones podemos participar en este, abriendo puertas al urgente cambio futuro del país.

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