Lenin Moreno parecía ser el personaje ideal para suceder a Rafael Correa en el poder, luego que el entonces mandatario fracasara en sus intentos para reformar la Constitución y postularse a una tercera reelección. Había sido su vicepresidente y con escaso protagonismo había respaldado a Correa y su revolución ciudadana, la participación de su país en la Alianza Bolivariana para los Pueblos (ALBA), sin jamás expresar críticas o reparos. Y tan relevante como lo anterior, aparecía como un candidato competitivo para enfrentar al candidato de la derecha.
Moreno, un liderazgo confiable para la conducción del país mientras Rafael Correa anunciaba que había decidido radicarse por dos años en Bélgica para reponerse de dos agotadores períodos en el poder, seguir algunos estudios y reponer energías, pensando, probablemente, retornar en gloria y majestad para asumir nuevamente el poder.
Como una forma de asegurarse y dejar todo bien atado, Rafael Correa designó como vicepresidente a su incondicional aliado Jorge Glas para acompañar a Moreno en la fórmula presidencial. El mismo que luego fuera denunciado por actos de corrupción vinculados con la célebre empresa brasileña Odebrecht y condenado a seis años de presidio.
Esa fue la primera señal potente de que Lenin Moreno no era tan confiable como se creía. No tan sólo no defendió a su vicepresidente, como hiciera ardorosamente el propio Correa desde Bélgica e incluso retornando brevemente a Ecuador, sino que facilitó el proceso, procediendo a suspender a Glas de sus funciones mientras duraba la investigación.
Esa fue la primera señal potente de que Lenin Moreno no era tan confiable como se creía. No tan sólo no defendió a su vicepresidente, como hiciera ardorosamente el propio Correa desde Bélgica e incluso retornando brevemente a Ecuador, sino que facilitó el proceso, procediendo a suspender a Glas de sus funciones mientras duraba la investigación.
Ya durante la pasada campaña presidencial Lenin Moreno manifestó matices y diferencias con el legado de Correa, las que se profundizaron a poco de asumir el poder. Tanto en materias de política interna, como en el área económica, que mostraba claros signos de fatiga y sobreendeudamiento. Y muy marcadamente en el terreno internacional, tomando distancias del régimen venezolano, con el cual Correa mantenía estrechas relaciones, sin llegar a identificarse con el chavismo o el socialismo del siglo 21.
Finalmente llegó el quiebre del oficialismo, dividiendo a correistas y morenistas, con fuertes polémicas entre el actual mandatario y el líder de la revolución ciudadana, que no dudó en afirmar que Lenin Moreno había traicionado los principios de su movimiento, de fuerte raigambre popular y apoyo de sectores indígenas, para implementar una política neoliberal.
Finalmente llegó el quiebre del oficialismo, dividiendo a correistas y morenistas, con fuertes polémicas entre el actual mandatario y el líder de la revolución ciudadana, que no dudó en afirmar que Lenin Moreno había traicionado los principios de su movimiento, de fuerte raigambre popular y apoyo de sectores indígenas, para implementar una política neoliberal.
Los efectos del “paquetazo”
Esa línea de acción llevó a Lenin Moreno a decretar el “paquetazo” que elimina los subsidios a los combustibles (muy propio de los regímenes populistas, especialmente en países productores de petróleo), con los que su gobierno busca ahorrar cerca de 1.400 millones de dólares al año, aminorando la estrechez fiscal que ese país arrastra por años.
La reacción de los poderosos movimientos indigenistas, que han derribado más de un gobierno en el turbulento escenario político que ha vivido el Ecuador a lo largo de su historia, no se hizo esperar. Tal como lo anunciara el Presidente de la Confederación de Indígenas, Jaime Vargas, “nuestros pueblos y nacionalidades están movilizándose, avanzando hacia la ciudad de Quito para poder exigir y rechazar estas medidas que atropellan los bolsillos de todos los ecuatorianos”. Esta movilización es apoyada por el Frente Unitario de Trabajadores y obviamente por el poderos movimiento de transportistas, directamente afectados por el alza de los combustibles. Para este miércoles, estos movimientos sociales anunciaron la convocatoria a una huelga general, mientras se producían saqueos y actos de violencia protagonizados por los manifestantes, siendo reprimidos duramente por las FF.AA.
La reacción de los poderosos movimientos indigenistas, que han derribado más de un gobierno en el turbulento escenario político que ha vivido el Ecuador a lo largo de su historia, no se hizo esperar.
Consciente de los riesgos de la masiva concentración en la ciudad de Quito, el presidente Moreno optó por trasladar la sede del gobierno a Guayaquil, en tanto que ordenaba un despliegue de las FF.AA. para incrementar la protección de las instalaciones petroleras y resguardar los recursos del Estado.
Consciente de los riesgos de la masiva concentración en la ciudad de Quito, el presidente Moreno optó por trasladar la sede del gobierno a Guayaquil, en tanto que ordenaba un despliegue de las FF.AA. para incrementar la protección de las instalaciones petroleras y resguardar los recursos del Estado.
Lenin Moreno sostiene que el país enfrenta un intento de golpe de Estado, supuestamente promovido por el ex Presidente Rafael Correa y sus aliados (“que actúan financiados con el dinero que se robaron”, como afirmara un vocero de gobierno), así como por el propio Nicolás Maduro, procediendo a decretar un Estado de excepción por 60 días (que el órgano contralor rebajó a treinta), llamando a mantener la calma y mostrando disposición para dialogar con “nuestros hermanos indígenas”, aunque reiterando que las medidas económicas se mantienen a firme.
Lenin Moreno sostiene que el país enfrenta un intento de golpe de Estado, supuestamente promovido por el ex Presidente Rafael Correa y sus aliados
Es difícil predecir el desenlace de la tensa y turbulenta situación que hoy enfrenta Ecuador. Aparentemente el presidente Moreno cuenta con el respaldo de las FF.AA. que se han desplegado en el territorio para contener los desmanes. Además del respaldo del oficialismo en el poder. Pero una dura oposición de los partidarios del ex presidente Correa. Y de una derecha que perdiera la pasada elección presidencial que si bien puede apoyar las medidas de ajustes económicas decretadas por el gobierno, no tiene las mismas motivaciones políticas para respaldar la actual administración.
Es difícil predecir el desenlace de la tensa y turbulenta situación que hoy enfrenta Ecuador. Aparentemente el presidente Moreno cuenta con el respaldo de las FF.AA. que se han desplegado en el territorio para contener los desmanes.
La alternativa que tiene el gobierno es intentar dialogar y negociar con los movimientos indígenas y organizaciones sindicales para introducir una mayor gradualidad en las medidas de ajuste y algún sistema de compensaciones salariales para los sectores afectados, pero la ajustada situación de la economía ofrecen poco margen a dicha negociación.
En verdad un escenario inquietante, que le permiten al mandatario chileno describir la situación de nuestro país como “un oasis”, en la región. ¿Será para tanto?
La convulsionada situación política que hoy se vive en Ecuador, se suma a la crisis institucional peruana, las tensiones en Brasil, las agudas convulsiones de diversa índole en Argentina, Venezuela y Nicaragua, a las que debiera agregarse la crisis energética que hoy enfrenta Cuba.
En verdad un escenario inquietante, que le permiten al mandatario chileno describir la situación de nuestro país como “un oasis”, en la región. ¿Será para tanto?