Crónica de un 8M anunciado

por La Nueva Mirada

Por Claudia Pascual

Es un hecho conocido que la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras abarca cada vez más una mayor cantidad de demandas y en diversidad de ámbitos que nos remiten a los derechos en la autonomía económica, física y política. Pero también que desde el estallido social del 18 de octubre la situación de represión y violaciones a los DDHH, y en particular la violencia sexual contra adolescentes y mujeres ha sido una situación grave, sistemática y recurrente. 

Ya desde el 8M de 2019 se dio una expresión diversa de demandas que permitió a cientos de miles de mujeres salir a marchar, hacer actos y meettings en gran cantidad de las ciudades y comunas del país, incluso en localidades donde nunca antes se habían dado expresiones públicas masivas de conmemoración del día internacional de las mujeres. Frente a estas demandas en el mundo del trabajo, la representación pública, los derechos sexuales y reproductivos, contra la violencia de género, educación no sexista, entre tantas otras, el gobierno no respondió durante todo el 2019 con propuestas que abordaran en la misma dirección que las mujeres y feministas exigen. Después de mas de 4 meses de intensas movilizaciones de protesta, el gobierno anuncia este mismo 8 de marzo una agenda legislativa que viene a cambiar situaciones que no deberían existir pero que no van a los temas mas urgentes de las demandas como es terminar con el patriarcado y el modelo de país neoliberal que no garantiza derechos sociales, ni desarrollo económico con justicia social y ambiental.

Sumado a lo anterior, este 8 y 9 de marzo en las movilizaciones, marchas y huelga feminista, se hace presente con mucha fuerza la demanda por el fin de la represión, la verdad, justicia y reparación para todas las víctimas de las violaciones a los DDHH, en particular las víctimas de la violencia sexual (que en su mayoría son mujeres), el no a la impunidad por la vía de la responsabilidad política del gobierno, e incluso se escuchó mucha fuerza el ¡Renuncia Piñera! y ¡Renuncia Plá!.

No vale ni la pena destinar líneas a la controversia entre una policía que subestima la cantidad de mujeres en la marcha de Santiago, cuando claramente la movilización en regiones y en la capital fue más masiva que el año pasado -que ya había sido histórica en convocatoria- y tremendamente política en el sentido de demandar cada uno de los derechos que nos faltan por garantizar o hacer efectivos para las mujeres en nuestro país, pero también por demandar el fin de un gobierno que rompió las reglas de la democracia: éstas no se basan solo en hacer elecciones y respetar sus resultados, sino también en NO violar los DDHH.

su silencio y omisión absoluta las primeras casi dos semanas desde el estallido, la no interposición de ninguna acción legal en favor de las mujeres víctimas de violencia por agentes del Estado, o en contra de ellos durante estos más de 4 meses, hacían ineludible que Plá respondiera frente al parlamento.

Por eso no es de extrañar que frente a un gobierno y un presidente que todos los días desde el 18 octubre sale públicamente a respaldar el actuar de la policía (y durante el estado de excepción a las FFAA), se haya interpelado a la ministra de la Mujer y la Equidad de Género. Cierto, se podrá decir que de ella no dependen las policías ni las FFAA, pero su silencio y omisión absoluta las primeras casi dos semanas desde el estallido, la no interposición de ninguna acción legal en favor de las mujeres víctimas de violencia por agentes del Estado, o en contra de ellos durante estos más de 4 meses, hacían ineludible que Plá respondiera frente al parlamento. Lamentablemente la mayoría de las respuestas que vimos fueron hechas para desviar la atención de la nula voluntad política para defender a las mujeres reprimidas, heridas, mutiladas, abusadas y violadas, agredidas físicamente.  Por ejemplo, es insólito que frente a la pregunta por qué no ha interpuesto ninguna querella, se responda que no tiene la facultad porque sólo le corresponde por ley de violencia intrafamiliar. Con esto se demuestra que la autoridad no entiende a la cabeza de qué institución está, puesto que el MinMujeryEG fue creado en atención a las convenciones internacionales de DDHH de las mujeres, como son CEDAW y Belén do Pará, pero es más aunque no esté redactada la facultad para actuar contra la violencia de Estado, el sólo hecho de tener un ministerio que es el órgano rector en materia de prevención y atención de todas las manifestaciones de violencia contra las mujeres, la obliga a actuar ya sea directamente o coordinando a otra instancia para que interponga querellas en su nombre. Claro está que no puede no hacer nada, ni mucho menos negar que en este gobierno se han violado DDHH, y cuando eso no se reconoce ni se actúa para frenarlo se es cómplice. 

insólito que frente a la pregunta por qué no ha interpuesto ninguna querella, se responda que no tiene la facultad porque sólo le corresponde por ley de violencia intrafamiliar. Con esto se demuestra que la autoridad no entiende a la cabeza de qué institución está, puesto que el MinMujeryEG fue creado en atención a las convenciones internacionales de DDHH de las mujeres, como son CEDAW y Belén do Pará,

De ahí que la agenda anunciada el 8 de marzo en el acto de gobierno, no es que no identifique el problema de la sociedad conyugal o la imposibilidad de contraer un nuevo matrimonio antes de 270 días de terminado un matrimonio anterior (todos temas que parecen ridículos en pleno siglo XXI), pero no son los temas urgentes que se escucharon en estos días de huelga feminista.

Sumado a lo anterior, este gobierno solo ha respondido a las demandas feministas y de organizaciones de mujeres con aspirinas y leyes represivas que criminalizan la protesta y a las dirigencias sociales. Lo que hace necesario y un deber conformar un renovado movimiento por los derechos humanos que no solo busque la justicia y reparación para las víctimas, sino que permita que esta vez no haya impunidad sancionando a los autores materiales y a los responsables políticos de estos graves atropellos sistemáticos que se ya han producido.

este gobierno solo ha respondido a las demandas feministas y de organizaciones de mujeres con aspirinas y leyes represivas que criminalizan la protesta y a las dirigencias sociales.

Nadie puede negar que nuestra situación como mujeres ha tenido avances en comparación a décadas pasadas. Pero también es cierto que se necesita avanzar más rápido y en direcciones estratégicamente distintas al capitalismo patriarcal. Por eso la huelga feminista adquirió más sentido para miles de mujeres este año, a pesar de que muchas no tienen las herramientas o correlaciones de fuerza para ir huelga propiamente tal. Ya que se constata, se palpa en el día a día el sistema de injusticias, desigualdades, discriminaciones y violencias que vivimos las mujeres. Y a pesar de los llamados a no movilización de parte del gobierno, o de la campaña de terror de que toda movilización es violenta, miles de mujeres lo hicieron, igual el día 9 de marzo en la huelga feminista. 

Y a pesar de los llamados a no movilización de parte del gobierno, o de la campaña de terror de que toda movilización es violenta, miles de mujeres lo hicieron, igual el día 9 de marzo en la huelga feminista. 

La realidad de las mujeres en nuestro país no será otra si no avanzamos en el camino de la transformación cultural profunda, que social y políticamente no permita la discriminación, subvaloración, opresión y violencia hacia las mujeres. Pero también si como país no avanzamos en superar el modelo neoliberal de desarrollo económico y social.  De ahí que también muchas de las mujeres que se manifestaron masiva y pacíficamente este 8M exigen una nueva constitución, elaborada por una convención constitucional paritaria, con escaños reservados para pueblos originarios, garantías de competición para independientes. Temas como la paridad constituyen un logro histórico en el congreso. El desafío pendiente es incluir legítimamente a las organizaciones sociales para el tan anhelado itinerario constituyente.

La realidad de las mujeres en nuestro país no será otra si no avanzamos en el camino de la transformación cultural profunda, que social y políticamente no permita la discriminación, subvaloración, opresión y violencia hacia las mujeres.

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