Crónicas de Ciudad Cangrejo Por Dr. Sergio Canals L.

por La Nueva Mirada

En Santiago, Ciudad Cangrejo, los sin nombres caminan de lado, con 8 patas monstruosas y 2 tenazas para alimentarse. De carroña.

Santiago, de Chile, país donde “el 80% de la población es vulnerable en la Pandemia”, con pobreza y un 40% popular endeudada y con empleos inestables (…) con una clase media que nunca fue (…)” (Emmanuelle Barozet académica Sociología U. de Chile).

Santiago
Ameba fractal enferma
Hambrienta, mortal,
alcohólica y volada.
Podrida. Ultrajada.

Donde Baudelaire y Wagner conversan bares clandestinos.

  • “Hay que estar siempre ebrio (…) Para no sentir la horrible carga del Tiempo que nos parte los hombros y nos curva hacia la tierra”. tienen que embriagarse sin tregua. ¿Pero de qué? De vino, poesía o virtud, como prefieran. Pero embriáguense”, – dice Baudelaire.

Wagner, con voz de bajo y una valkiria en la cabeza, murmura a duras penas.

  • “En el soplo total / De la respiración del mundo/ Embriagarse-abismarse-/ Sin consciencia /-Goce supremo”.

Luego, vomitan al unísono restos amarillos de patas de centolla con mayonesa casera, en un mercado grumoso y lluvioso, plomizo y solitario. ¡Aman la buena mesa!

Un gato negro con blanco mira atento un colibrí.

No ve sus alas. (Aletea 75 veces por segundo)

Se pregunta como vuela, (en su estómago).

En Ciudad Cangrejo, peregrinan al Santuario de Delfos.

Están obsesionados por el futuro. No recuerdan que el pasado es el futuro, y el futuro es el pasado. El presente no existe.

Echan de menos a la sacerdotisa del Templo. Mujer de sonrisa eterna.

Pesadilla eterna. Sonrisa de un instante.

“Pero el instante era eterno porque era puramente instante; en su inefable sonrisa contenía todas las preguntas y todas las respuestas; decía: conócete a ti mismo y sonreía por la imposibilidad de cumplir con su mandato”.

Por eso enloquecieron. Desde entonces, los peregrinos ya no peregrinan y llevan un cangrejo en la cabeza. Piensan y caminan como cangrejos arrebozados con papas salteadas en un restaurante peruano.

Wagner y Baudelaire continúan su camino. Tienen una cita.

Tres gotas invernales, cuelgan en la punta de una cruz.

Cae una (Castátrofe1). Cae la segunda (Catástrofe 2). Cae la tercera (Catástrofe 3).

Ciudad de catástrofes. Ciudad de enfermos y suicidas. Ciudad de poetas (y cangrejos).

Ciudad de inviernos, al 10%

Wagner, Baudelaire y Rodrigo Lira comen “una salchicha con mayonesa viscosa/ seminal y estéril”.

Ellos le dicen “tu suicidio te precede”, y él, con una sonrisa de hielo, les habla “de esas teratológicas cópulas esos coitos de ahítos/ esas violaciones y estupros” (de Ciudad Cangrejo)”.

Y habla también del futuro, con su voz de muerto en vida y, de vida en muerto:

“Cabe la posibilidad de que sea mejor/ no hacer nada / nada hacia la izquierda/ nada /hacia/ la/ derecha, /nada hacia adelante, tampoco, más aún, / especialmente, nada hacia adelante-está la inercia/nada hacia atrás, no se puede, / trate usted de nadar hacia atrás, no se puede, la historia no retrocede”.

Y les dice que hay que “alejarse de la acción”, “irse despacio a ninguna parte , pues no hay donde irse pero hay que irse” y “que habría que morirse de hambre, secarse en una esquina poco frecuentada o en un sótano oscuro”, y tirarse de la torre más alta y “no hacer nada abastecido por la libertad de la libre caída” (sin el paracaídas de Altazor), y que la gente “creerá que pasó un ángel y guardarán un minuto de silencio”, para quedarse “en la vereda como un pedazo más grande que el promedio de basura / saboreando algo así como un candi masticable o un goyak y hasta incluso un caramelo bueno, de Serrano, o fino, de Ambrosoli, pero muriéndose, muriéndose sin alharaca, muriéndose”.

Y desaparece.

-Era un ángel exclaman con un brindis.

En Ciudad Cangrejo, pobres y ricos mueren sin alharaca.

Caminan a tientas.  Con un cangrejo ciego en la cabeza, y una prostituta manca en su mano derecha.

Tocan un violín sin cuerdas,
de aire congelado.
Piden limosna,
Siempre amortajados.
El día apenas nace,
ya es jueves.
Día del Apocalipsis.
¡Cabalgata de las Valkirias!
olor a carne quemada
fuego de Napa$m.
Wagner sonríe
Baudelaire se embriaga.
¡Levantarse!
Ricos y pobres, ebrios y poetas,
¡a morir y celebrar!

En Ciudad Cangrejo,se camina de lado.     


Sergio Canals Lambarri
Psiquiatra.

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