Debate abierto de cara al futuro de nuestra región

por La Nueva Mirada

Atendiendo la relevancia de un debate más que urgente en el contexto de una coyuntura crítica que no encuentra respuestas suficientes en nuestra región, vapuleada por liderazgos gastados y el surgimiento de populismos tan variopintos como estériles, destacamos el aporte de este nuevo libro, reproduciendo su prólogo y uno de sus capítulos más relevantes.

Prólogo

América Latina y el Caribe están en una encrucijada, desencadenada por la mayor crisis global en más de un siglo. En medio de este difícil momento histórico existe una gran oportunidad que se debe aprovechar para avizorar un escenario próspero, incluyente y sostenible, en plenitud democrática en todos los países de la región. Cada nación definirá su agenda en respuesta a su propia coyuntura y proyecto acordado colectivamente, enmarcados en el Gran Giro de América Latina hacia una región democrática, próspera, sostenible e incluyente El trayecto del desarrollo sostenible en democracia precisa de una visión de futuro que inspire grandes transformaciones, ambiciosas pero plausibles; éstas no sucederán automáticamente, sino gracias a la acción deliberada de todos y todas, con el liderazgo de un Estado renovado. La gobernabilidad democrática de la región está en juego y depende esencialmente de la capacidad de aprendizaje y transformación de los modelos mentales y cambio de los comportamientos colectivos que la anclaron en el estancamiento económico y social. En este libro se responde a preguntas clave para entender cómo llegamos a esta coyuntura crítica histórica, cuáles son los escenarios de futuro, cuál es el escenario deseado y cómo podemos transitar a una nueva realidad, más justa e igualitaria. A partir de la experiencia y lecciones de la historia reciente de la región y del mundo los autores proponen un gran giro en el quehacer de lo público, en el papel del Estado, en la participación de la ciudadanía y en todas las fuerzas sociales para salir de la crisis con políticas públicas de largo plazo, enmarcadas en un nuevo contrato social, para fortalecer la gobernanza democrática, como condición esencial para abatir  la pobreza y la desigualdad y emprender el camino del desarrollo sostenible sobre bases sólidas, dejando atrás la simulación, y la visión corta que han caracterizado a la región por décadas. Los autores proponen un gran pacto social que garantice la dignidad humana: empleo decente, salud universal, educación de calidad, vivienda digna y seguridad para todos. Es viable vivir en una región democrática, próspera, incluyente y sostenible, integrada al mundo con autonomía y liderazgo, con un Estado activo e inteligente, que posea un sentido de propósito, una estrategia y capacidad de ejecutar políticas públicas que cierren las brechas actuales. Este libro constituye un interesante esfuerzo intelectual y transdisciplinario, que utiliza la prospectiva como anticipación y construcción social del futuro. A partir de la conversación estratégica de tres latinoamericanos, de Colombia, Chile y México, con reconocida trayectoria académica, política e institucional, se exploran las alternativas futuras de América Latina y el lugar que las nuevas generaciones pueden desempeñar en la configuración de nuevas sendas. Significa igualmente una contribución desde la Universidad del Valle en la búsqueda de opciones que enriquezcan el modelo de desarrollo y el paradigma de la gestión pública vigente. Esta reflexión es aún más necesaria y oportuna, en la crítica situación que vive la nación colombiana y América Latina. Gobernar como antes ya no es una opción. En los momentos difíciles la dirigencia no se puede enfocar únicamente en la coyuntura, debe levantar la cabeza y buscar nuevas perspectivas para evitar naufragar en la crisis. El papel de la academia es pensar mejor y más lejos, para iluminar el porvenir, y abrir rutas para pensar en nuevos futuros que sean posibles. Este libro es una valiosa contribución al debate de todos los ciudadanos y gobiernos de nuestra región para encontrar y recorrer nuevos caminos, y superar desafíos de una magnitud sin precedentes.

Edgar Varela Barrios Rector Universidad del Valle

Nuestro mensaje

Una nueva oportunidad para transformar a América Latina

La pandemia provocada por el coronavirus SARS Cov.2 es un evento que profundizará las carencias de la región, en particular las acumuladas en la última década, y por las cuales la democracia se ve comprometida. El crecimiento del producto per cápita y los avances en la reducción de la pobreza y de la desigualdad se han detenido, dando lugar a una nueva década perdida para el desarrollo de la región. Sin soslayar los enormes costos y desafíos que está provocando la Covid-19, también debe ser una oportunidad para enfrentar de manera estructural los problemas y desafíos que acarrean América Latina y el Caribe desde hace décadas, para repensar nuestro modelo de desarrollo, construir un nuevo contrato social y avanzar hacia una democracia más inclusiva, resiliente y de mejor calidad; un anhelo que muchos ciudadanos han expresado en las protestas sociales cada vez más amplias, intensas y frecuentes en la región.

• En el quinquenio previo a la aparición de la Covid-19, América Latina ya presentaba una combinación de Estados débiles, democracias disfuncionales, lento crecimiento, sistemas de salud frágiles, baja calidad institucional y altos niveles de desigualdad, informalidad y pobreza. Los gobiernos han adoptado diferentes medidas para enfrentar la crisis económica y social, desde confinamientos estrictos hasta acciones para mitigar sus efectos.

Nuestro foco de análisis es la región de América Latina y el Caribe; para simplificar, en general la referiremos como América Latina. América Latina y el Caribe son la región del mundo más afectada por la pandemia y su efecto es catastrófico.

• El escenario económico marcó una contracción del PIB regional de 7,7% y de 8,5% del producto por habitante en 2020, la peor crisis desde la Gran Depresión, y su duración y secuelas son inciertas. El desempleo llegó a 13,5% de la población económicamente activa, es decir, 44 millones de nuevos desempleados (Cepal/OIT, 2020). La pobreza alcanzó al 37,3% de la población de la región, mientras que la pobreza extrema aumentó a 15,5%, lo cual significa 45 millones más de pobres (y un total de 230 millones), y el número de personas en situación de pobreza extrema y con riesgo de desnutrición creció en 28 millones, y alcanza a 96 millones de personas.

Las previsiones para los años subsecuentes indican una frágil recuperación. La distribución del ingreso podría retroceder a niveles de inicios de este siglo (Cepal, 2021) • Algunos expertos indican que, aunque los efectos de la pandemia mengüen, es muy posible que el coronavirus SARS Cov.2 permanezca con nosotros durante un largo periodo, como ocurre con el virus de la influenza (The Economist, 13 de febrero de 2021, páginas 9-10). Muchas de nuestras actividades, costumbres, estilos de vida, modalidades de trabajo y ocio no volverán por años y, quizás, nunca más. Una variedad de formas de organización y quehaceres de gobiernos y sociedades mutarán de manera permanente. Tenemos que aprender a vivir en una nueva realidad, lo que implica redoblar el esfuerzo para construir un “nuevo futuro” en un mundo “coronormal”, en función de las consecuencias que trajo la pandemia, y también obliga a prepararnos más y mejor para enfrentar los cisnes negros por venir.

• Nuestro mensaje lleva el deseo de promover en todos los actores del desarrollo —sociedad, academia, sector privado, gobierno, parlamentos y partidos políticos— la incorporación sistémica del futuro en sus narrativas y, especialmente, en sus quehaceres respectivos. La crisis desatada por la pandemia obliga a todos a tomar decisiones de cortísimo plazo y, por tanto, prevalece la visión inmediata en los asuntos del desarrollo, quedando pendientes, una vez más, las transformaciones estructurales que requiere la región. Debemos romper esa inercia.

 • Hacemos un llamado a desarrollar capacidades prospectivas para prepararnos más y mejor frente a acontecimientos de alto impacto y construir colectivamente un porvenir próspero, sostenible y equitativo en ejercicio pleno de la democracia, es decir, convocamos a provocar el Gran Giro de América Latina. La prospectiva tendrá que incorporarse de manera estructural y orgánica como una de las herramientas del Estado, la sociedad y el sector privado para edificar políticas públicas con estrategia, anticipación y visión de largo plazo, para impulsar los cambios estructurales necesarios.

Nuestro mensaje no es apocalíptico ni complaciente; es realista y se sustenta en la utilización de la prospectiva con capacidad de transformar en acción.

Proponemos caminos posibles para la transformación hacia una democracia social.

• El esfuerzo fiscal de América Latina para combatir los efectos de la pandemia se viene logrando, en buena medida, a costa de la expansión del endeudamiento, externo e interno. Esta situación abre un nuevo debate sobre la forma de solventar a futuro el enorme déficit. Las necesarias y urgentes reformas tributarias y la eficiencia del gasto social ocuparán los primeros lugares en la agenda de la región. Será necesario acordar con entidades multilaterales de desarrollo (financieras y no financieras), bloques de países y países individuales, programas novedosos de restructuración y alivio de la deuda, así como asegurar la continuidad del flujo de recursos frescos y la cooperación técnica hacia la región.

• Además del endeudamiento, los gobiernos han recurrido a medidas excepcionales como reasignar gasto público, implementar programas emergentes de empleo y atención a la población vulnerable. Otros han otorgado un papel protagónico a las fuerzas armadas, por lo que la emergencia podría configurar un escenario propicio para la adopción de poderes especiales, lo que obliga a estar alerta ante los riesgos de deterioro democrático. Si bien ninguna de las democracias latinoamericanas ha sufrido una regresión autoritaria, un número importante atraviesa tensiones políticas y malestar social que podrían reactivarse una vez pasada la emergencia y la gente pueda salir masivamente de nuevo a las calles.

• En el ámbito global, en medio de los esfuerzos poco cooperativos y divergentes por salir de la crisis, existe una inevitable confrontación por la hegemonía económica y política y, acaso, militar entre Estados Unidos y China, que puede constituirse en una barrera para la autonomía económico-política internacional de América Latina si adquiere la modalidad de una especie de nueva Guerra Fría del siglo XXI —reconociendo las debidas diferencias y similitudes con la del siglo XX— en la que la región se convierta en un territorio a controlar por las grandes potencias. Construyendo un futuro promisorio: el gran giro latinoamericano.

Democracia debe ser sinónimo de buen gobierno.

• La calidad de las instituciones y del liderazgo político importan hoy más que nunca para sentar las bases de una democracia de nueva generación, plural, inclusiva, transparente, respetuosa de los derechos humanos y, sobre todo, resiliente, es decir, con capacidad para afrontar crisis y desafíos complejos, sobrevivir a ellos, innovar y recuperarse.

• Las personas demandan protección, seguridad y un bienestar básico para todos. Tras la pandemia, el Estado debe salir fortalecido y transformado en lo que muchos ciudadanos de América Latina están exigiendo: una entidad proactiva, transparente y eficaz que asegure las condiciones mínimas para vivir dignamente y que convoque a la construcción de un mejor futuro para todos.

 • El Estado y las sociedades latinoamericanas deben priorizar el establecimiento de servicios básicos para todos —en áreas como salud, empleo y educación —; de lo contrario la inconformidad social podría escalar. El desafío es canalizar estas legítimas demandas ciudadanas para darles respuestas institucionales y financieramente sostenibles, en un periodo marcado por la caída del crecimiento y el aumento de la desigualdad y la pobreza.

• El nuevo contrato social en América Latina debería contemplar, en el corto plazo, la implantación progresiva de un ingreso básico universal permanente que permita absorber el impacto de la pandemia y de los cambios tecnológicos sobre el empleo. Ello precisará de una magna reforma fiscal integral y progresiva, que fortalezca al Estado en la recuperación de sus funciones esenciales, abandonadas o disminuidas en los pasados 35 años.

• La crisis debe servir como aliciente para un relanzamiento de la integración y la cooperación regionales con objetivos y metas específicas en tiempo y espacio, empezando, por ejemplo, por una estrategia regional en torno a la procuración de la salud pública y sus correspondientes expresiones en cada país, de acuerdo con sus urgencias y prioridades de largo plazo. Una América Latina unida habría previsto la adquisición de vacunas en bloque, con lo que se podría haber logrado un ritmo más dinámico y armónico de la inoculación.

• América Latina debe promover aparatos productivos sustentados en tecnologías medias y avanzadas que den más valor agregado y complejidad a las economías. Para ello, es necesaria una nueva política de desarrollo productivo, conciliada entre los sectores público y privado. La automatización de procesos productivos debe gestionarse ordenadamente desde el Estado, convocando a trabajadores y empresarios para que, en el marco de un diálogo abierto y transparente, se adopten medidas para reducir el impacto por la pérdida de empleos. El cambio se debe basar en las capacidades y destrezas actuales de la mano de obra y, simultáneamente, en esquemas de capacitación y entrenamiento para desarrollar las habilidades que exige, ya, la transición hacia la automatización.

• Sin una acción enérgica en favor de la alfabetización digital de los trabajadores se seguirá profundizando el rezago de la productividad, y se elevarán la desigualdad y la pobreza por la pérdida de empleos. América Latina es una de las regiones más vulnerables del mundo frente a la automatización de numerosos procesos productivos, especialmente en la manufactura que, en la región, tiene un carácter típicamente repetitivo, de ensamble y fácilmente sustituible por robots.

• Si América Latina quiere recuperar el crecimiento sobre nuevas bases productivas para sustentar el bienestar social, deberá adoptar medidas para mejorar su seguridad alimentaria y sanitaria, mitigar los efectos del cambio climático y preparar una nueva generación de funcionarios públicos que ayuden a conducir sus países de forma más estratégica (o menos ideológica), haciendo uso de la tecnología, pero sin perder contacto con los ciudadanos.

América Latina tiene un serio problema de seguridad que se refleja en los cientos de miles de homicidios que se cometen al año y en el hecho de contar con más de cuarenta de las cincuenta ciudades más violentas del mundo. La recuperación del espacio público y el desmonte de las economías ilegales es una prioridad. Esto también tiene que ver con democratizar el acceso a la seguridad. Es necesario reformar las policías, los sistemas judiciales y carcelarios. Mientras tanto, las fuerzas armadas pueden asumir tareas como la atención de emergencias y protección de los recursos naturales.

La gobernabilidad democrática es la condición esencial para la superación de la crisis y la realización de las reformas necesarias para el gran giro transformador de América Latina, mediante la confluencia de tres condiciones básicas: un acuerdo del camino a seguir, un programa con una estrategia y una fuerza política para llevar a cabo los cambios. Los acuerdos amplios y mayoritarios son indispensables para evitar la polarización política y la consiguiente paralización de la acción pública. La polarización conlleva el riesgo de caer en autoritarismo o populismo, ya sea por una demanda de orden a toda costa o la creencia de que existen soluciones fáciles a temas complejos. Por eso se necesita ensayar nuevos mecanismos, diálogos y participación permanente a todo nivel, que garanticen la inclusión de una ciudadanía empoderada.

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