Augusto Monterroso fue el maestro del microrrelato. Y el que titula esta nota se consideró, durante décadas, el más breve de la literatura universal. El premiado escritor, nacido en Honduras, trascendió fronteras por aquella habilidad genial. No podrá quejarse el omnipresente Matías del Río de hacernos recordar a un grande de las letras hispanoamericanas. Pero ¿qué hicimos para merecer ésto?
Que TVN poco y nada tiene de canal público es un cuento más que repetido. Que después del descrédito durante los años de dictadura su relanzamiento fue un parto fallido por los arreglos y empates binominales también es reconocido, aunque justificado por sus beneficiados durante décadas. Para hacerla corta, lo que no se entiende es que el nuevo gobierno, hasta ahora, repita el gatopardismo en la denominada señal pública: que todo cambie para que nada cambie.
Por sus propios méritos, Matías del Río, se transformó en símbolo de lo gastado(pese a sus juveniles 53 años), que espanta audiencia, mientras en la competencia de canales de propiedad “privada” se las ingenian para innovar, a su pinta, con programaciones que sacan ventaja en atractivo y credibilidad. Los datos están a la vista.
Recordando a Cerati y Soda Stereo digamos que esto no es “nada personal”. Pero cuando va tanto el cántaro al agua, todo termina rompiéndose, comenzando por la paciencia.
El negocio de la television es una caja de pandora. ¿Quién se explica el silencio en torno al cierre abrupto de lo más apreciado en la programación de la Red TV? ¿Qué pasó con tanto(a)s admiradore(a)s de sus programas de conversación estrellas?…
¿Que la tele es un medio de comunicación gastado? ¿menos incidente que antes? Discutible y opinable. Sin embargo nada de aquello permite esquivar el bulto del presente y futuro de la denominada Television Pública.
Podríamos completar un listado de episodios para justificar el hastío con del Río (salió verso), pero no es la idea repetirse, ni menos transformarlo en potencial víctima incomprendida.
Sí puede inquietar la tendencia de mirar para el techo o tirar la pelota al corner…¿Cuento repetido en un tiempo de cambios? ¿O la Television Pública pasó definitivamente a pérdida?
Lo evidente, como el peso de un elefante, es el inmortal microrrelato de Monterroso: “Despertó y el dinosuario todavía estaba allí…”
¿Hasta cuándo?