Dilemas para la Convergencia Progresista

por La Nueva Mirada

Por Marcelo Contreras N.

La alianza de los partidos de inspiración social demócrata, afiliados a la Internacional Socialista, conformada por el Partido Socialista(PS), Partido por la Democracia(PPD) y Partido Radical Social Demócrata(PRSD), no busca convertirse en un tercer o cuarto referente en la multifacética oposición, sino  ser una contribución a la unidad amplia y sin exclusiones del espectro opositor.

 Sin embargo, hoy aparecen como un verdadero “jamón del sándwich”, entre  el PDC, que insiste en sus esfuerzos por marcar identidad en contraste con sus antiguos aliados de la izquierda – sin renunciar a la idea de reconstruir una alianza de centro izquierda, con exclusión del Frente Amplio y el PC – y el Frente Amplio, que privilegia su apuesta de consolidarse como alternativa a los bloques tradicionales, buscando desplazar a la centro izquierda y proyectarse como la principal alternativa a la derecha.

Una tercera alternativa, que parece imponerse por la fuerza de los hechos, es perfilar con mayor nitidez y profundidad, un proyecto con clara identidad socialista y democrática, acentuando los entendimientos y acuerdos políticos y electorales en su interior, en la idea de constituirse en un eje articulador de la unidad amplia de la oposición, como era la idea original.

Por  su parte, el Partido Comunista, que mantiene una alianza instrumental  con el PRO y el Partido Regionalista Verde, se ha encargado de marcar diferencias con la DC y la Convergencia Progresista, destacando sus mayores coincidencias con el Frente Amplio, sin desechar la alternativa de una alianza política y electoral.

Los dilemas que plantea este escenario para la llamada Convergencia Progresista son más que evidentes: Privilegiar sus vínculos con la DC, asumiendo que representa sectores de centro indispensables de sumar a una mayoría social y política para retomar y profundizar un proceso de cambios y transformaciones u optar por la conformación de un Frente de izquierdas que vaya desde el PS hasta el Frente Amplio, incluido el Partido Comunista y sus aliados.

Una tercera alternativa, que parece imponerse por la fuerza de los hechos, es perfilar con mayor nitidez y profundidad, un proyecto con clara identidad socialista y democrática, acentuando los entendimientos y acuerdos políticos y electorales en su interior, en la idea de constituirse en un eje articulador de la unidad amplia de la oposición, como era la idea original.

Es más que evidente que la social democracia y su materialización en los llamados Estados de Bienestar, ha enfrentado una crisis en Europa y la mayoría de los países en donde tuvo relevancia. El caso de Portugal y más recientemente España (incluso algunos países nórdicos) muestran que, lejos de ser una crisis terminal, admite procesos de modernización, renovación y adecuación, frente al avance de la ultraderecha, el fracaso de los socialismos de signo populista y el discreto encanto del neoliberalismo. Y ese es un desafío que debe asumir la llamada convergencia progresista en nuestro país.

No con visiones nostálgicas, auto complacientes o auto flagelantes, sino con espíritu crítico y visión de futuro, asumiendo las profundas transformaciones que contribuyeron a impulsar y los nuevos desafíos que enfrenta el país de cara al siglo 21.

Con toda legitimidad, la llamada Convergencia Progresista puede asumir, en propiedad, buena parte del legado de los gobiernos concertacionistas y de la Nueva Mayoría, en que fueron principales actores. No con visiones nostálgicas, auto complacientes o auto flagelantes, sino con espíritu crítico y visión de futuro, asumiendo las profundas transformaciones que contribuyeron a impulsar y los nuevos desafíos que enfrenta el país de cara al siglo 21.

Las elecciones municipales y de gobernadores regionales dibujarán un nuevo mapa político en el país.

La decisión de buscar un acuerdo electoral para enfrentar la próxima elección municipal, al menos a nivel de concejales, entre el PS y el PPD, a la cual habría que sumar al Partido Radical, se ubica en esa dirección.

Las elecciones municipales y de gobernadores regionales dibujarán un nuevo mapa político en el país.

Es más que evidente que la oposición, al igual como lo hará la derecha, deberá competir a nivel de concejales en una elección de carácter proporcional. Una cosa bien distinta es la de alcaldes y gobernadores regionales (ambas elecciones unipersonales y sin segunda vuelta), en donde es preciso asumir que si no se encuentran fórmulas electorales que potencien la votación opositora, implicaría no tan sólo entregar el control de la mayoría de los municipios y casi la totalidad de las gobernaciones regionales a la derecha, sino también hipotecar las posibilidades de construir una opción verdaderamente competitiva de cara a las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias.

De poco o nada sirven por ahora las proclamaciones o auto proclamaciones de candidatos presidenciales, o las propias encuestas que intentan medir el apoyo que estos tengan. Por más que tienda a cundir el nerviosismo en el oficialismo o se intente adelantar la carrera presidencial.

De poco o nada sirven por ahora las proclamaciones o auto proclamaciones de candidatos presidenciales, o las propias encuestas que intentan medir el apoyo que estos tengan. Por más que tienda a cundir el nerviosismo en el oficialismo o se intente adelantar la carrera presidencial.

Si las elecciones fuesen el próximo domingo, seguramente las ganaría Joaquín Lavín. Pero serán en dos años más. Y entre medio están estas elecciones de mitad de mandato. Ese es el primer test que deberán enfrentar tanto los partidos de gobierno como de oposición. Unas elecciones de mitad de mandato que dibujaran un nuevo escenario político en el país, en donde la derecha se juega su opción de proyectarse a futuro y la oposición la posibilidad de constituirse en una alternativa viable de futuro.

Y tan importante como lo anterior, algo complejo y desafiante: “construir un relato” y dotar de una nueva épica a estas elecciones locales y regionales, que motiven a la ciudadanía para concurrir a las urnas.

Esa es la cruda realidad que deben enfrentar los partidos y los ansiosos precandidatos (as) presidenciales. Es la hora de seleccionar los mejores candidatos (as) a alcaldes y concejales, de buscar figuras de relieve nacional y regional que puedan competir como candidatos a gobernadores regionales. La hora de buscar acuerdos electorales que sumen y no que dividan. Y tan importante como lo anterior, algo complejo y desafiante: “construir un relato” y dotar de una nueva épica a estas elecciones locales y regionales, que motiven a la ciudadanía para concurrir a las urnas.

Las opciones de futuro

A la luz de esos resultados, tanto los partidos de la derecha como de la oposición, deberán sacar sus propias conclusiones, que permitan construir las opciones de futuro que se ofrezcan al país.

Y aún los partidos que la integraron corren un idéntico riesgo, si se analiza el cuadro de dispersión y disgregación que hoy presenta la oposición.

Las primarias legales, financiadas por el Estado, representan un mecanismo democrático para regular la competencia al interior de las coaliciones y designar candidatos que cuenten con respaldo popular. En la pasada elección la Nueva Mayoría desechó ese mecanismo, optando por competir en primera vuelta, con los resultados conocidos. Y aún los partidos que la integraron corren un idéntico riesgo, si se analiza el cuadro de dispersión y disgregación que hoy presenta la oposición. Tampoco en la derecha parecen existir condiciones de integrar a José Antonio Kast a unas primarias del sector, tal como el propio interesado ha reconocido.

Candidatos o candidatas sobran. Nuevos, si los hay. Antiguos si se mantienen vigentes. Algunos (as) validados (as) por su trayectoria o posicionamiento en las encuestas. Otros auto proclamados (frente al espejo, como sostuviera el diputado Boric).Lo verdaderamente relevante es que encarnen ideas y proyectos de futuro, representen sectores y corrientes políticas significativas, que legitimen sus postulaciones con el apoyo de amplios sectores sociales y políticos. Y tan importante como lo anterior, es que se propongan unir y no dividir a los sectores que busquen representar y que den amplias garantías de que se proponen cumplir lo que prometen.

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1 comment

Cristián Valenzuela octubre 14, 2019 - 12:29 am

Excelente artículo, felicitaciones.

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