El arte de mentir para seguir arrugándose. Por Verónica Neumann C. (Primera parte)

por La Nueva Mirada

 Este 9 de octubre el periodista Santiago Pavlovic entrevistó a Carlos Larraín Peña, ex timonel de RN y exsenador, en su fundo de Tierra del Fuego donde pasa sus días junto a su hijo Martín Larraín Hurtado quien la madrugada del día 18 de septiembre de 2013, en Curanipe, región del Maule, atropelló con resultado de muerte a Hernán Canales. Tras recibir el impacto del vehículo, Hernán Canales quedó ensartado en alambres de púas y mientras estaba vivo dando quejidos guturales – según consta en declaración de 19 de septiembre de 2013 de la carpeta investigativa de fiscalía- no fue sacado de dicho alambrado ni llevado a ningún centro asistencial de salud por Martín Larraín.  Como es de público conocimiento el hijo del ex Presidente de Renovación Nacional fue absuelto del delito de conducción en estado de ebriedad con resultado de muerte. No pasó un solo día en la cárcel. 

Revisemos aseveraciones de Carlos Larraín al comentar este episodio con Santiago Pavlovic en la entrevista ya mencionada

– “Mataron a ese hombre casi en el acto. En menos de 10 o 15 minutos el pobre hombre ya estaba muerto”.

–  Ellos – mi hijo y sus amigos- llamaron a la policía y llamaron a la ambulancia, seis, siete u ocho veces. Y no acudió la policía ni fue la ambulancia (…) Ellos trataron de que el hombre fuera atendido. Lo grave es que el hombre quede abandonado. Una dejación imperdonable”

– “Luego de 2 horas y de ir ellos a la comisaría a denunciar el hecho mi hijo no dijo que iba manejando. Esa es la única mentira de mi hijo que iba manejando porque no había bebido”

– “Te puedo asegurar que contraté a un abogado completamente corriente, yo no contraté a ninguna estrella del firmamento”.

– “En el juicio la Fiscalía se dio un banquete de estupideces. Había un fiscal que era un papasnata (…) yo espero que estos pájaros hayan salido de la Fiscalía completamente corrompida”.

– “Este hombre, el difunto, era de una vida bastante irregular por decirlo de manera fina. Pues tenía una hija a la cual le daba una pensión. Entonces lo que yo hice fue suplir eso. Le organicé a la mujer del pobre señor Canales un pago mensual para la hija hasta que ésta fuese mayor de edad “.

¿Entonces – le contra pregunta Pavlovic – no hubo un pago de 10 millones como se sabe públicamente? A lo cual Larraín responde: “Mira, no te miento, porque no sé … A esta gente lo que sé es que se le ayudó fue con la hija para que pudiera seguir sus estudios. Pero no me acuerdo nítidamente. No me acuerdo el monto. “

Frágil la memoria de Carlos Larraín, tan frágil como la veracidad de su relato. Veamos cómo se desploman las siete aseveraciones de este hombre. Siete como los pecados capitales.

Frágil la memoria de Carlos Larraín, tan frágil como la veracidad de su relato. Veamos cómo se desploman las siete aseveraciones de este hombre. Siete como los pecados capitales.

Composición con pintura de Otto Rapp

La carpeta de investigación de Fiscalía consigna lo siguiente:

1.Los llamados telefónicos que se hicieron son de unos pocos segundos y son llamados de los acompañantes de Larraín, ninguno es atribuible a él. Se concluye que éste nunca pidió ayuda.

2.El atropello no fue en la mitad de la calzada, el impacto fue con el costado derecho del auto y Hernán Canales salió disparado hacia la alambrada que estaba en diagonal al camino.

3.La profesional (médico) que recibe a Martín Larraín 36 horas después dice que él aún expelía olor a alcohol de su sudoración, eso significa que, si bien no hay alcohol en la sangre, su sudor delata el consumo anterior. Además, un testigo reconoce que en el Jeep andaban con un bidón con pisco.

4.Nunca estuvieron llanos a someterse a la policía, se escondieron después del atropello y luego trataron de salir de Curanipe hacía Cauquenes. Los pillaron 36 horas después cuando se fugaban porque quedaron atrapados en un taco.

5.No contrató a “cualquier abogado”, escogió al destacado penalista Hugo Rivera quien ha asumido defensa en casos de Andrónico Luksic y del cardenal Ricardo Ezzati.

6. Hernán Canales no murió al instante del impacto, ni siquiera al poco tiempo. La víctima quedó “ensartado” en alambres de púas mientras estaba vivo (dando quejidos guturales según declaración de 19 de septiembre de 2013 – carpeta investigativa fiscalía), y no fue sacado de dicho alambrado por Martín Larraín, ni por sus acompañantes. Cuando llegó la policía (en ausencia de Martín Larraín), Hernán Canales seguía “ensartado” en los alambres

Por último, respecto del pago a la “viuda”, no existe registro en la carpeta de investigación. Sí aparece constancia del mismo en las declaraciones de prensa de la misma viuda y de los familiares de Hernán Canales.  Lo que se sabe es que se le ofrecieron 10 millones de pesos a cambio de que retirar la querella por homicidio y así lo hizo. Lo de la pensión a razón de 50 mil pesos mensuales hasta que la hija de Canales alcance la mayoría de edad no aparece consignado en ninguna parte. Tampoco Larraín como se puede leer precisa si los 50 mil mensuales son parte de los 10 millones o no. 

La Corte Interamericana de Derechos Humanos

En la vorágine de acontecimientos de las últimas semanas, con la atención ciudadana concentrada en los efectos del reciente plebiscito, pasó inadvertido un nuevo capítulo en el caso de Martín Larraín.  Esta vez la madre de Hernán Canales, las hermanas y el hermano, representados por el abogado Gonzalo Bulnes, han llegado por segunda vez a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para pedir que el estado chileno reconozca lo fraudulento del juicio que absolvió a Martín Larraín.

La gestión ante la CIDH busca imputar a Larraín por el delito de homicidio por omisión en un nuevo juicio que debería realizarse en Chile.  Asimismo, persigue que esta vez – asunto que no ocurrió en los dos juicios orales que obran en el caso – la familia de sangre de Hernán Canales – madre, hermanas y hermano – sea incluida como querellante.  Justamente es la exclusión de la familia en los juicios absolutorios uno de los motivos esgrimidos ante la CIDH como violación del debido proceso.

No es la primera vez que escribo sobre este caso que he seguido atentamente a lo largo de los años. 

No es la primera vez que escribo sobre este caso que he seguido atentamente a lo largo de los años. Recuerdo que la segunda vez que lo hice fue cuando Mega estrenó la teleserie “Juegos de Poder” donde, paradojas de la vida, a mi hijo le correspondió interpretar el rol de Martín Larraín Hurtado.  Dicha columna la titulé “Triste país sin memoria: el descaro de Carlos Larraín”.  Por aquellos días el ex timonel de RN se paseaba por la televisión hablando de su interés de ser candidato a alcalde por Las Condes. 

A esta altura de los acontecimientos considero al personaje un caso de estudio clínico porque la mácula de su autoimagen lo induce a una desfachatez que bordea lo obsceno.

A esta altura de los acontecimientos considero al personaje un caso de estudio clínico porque la mácula de su autoimagen lo induce a una desfachatez que bordea lo obsceno. Lo escucho en la entrevista con Pavlovic y me cuesta creer que responda en serio. Lo veo cada tanto aparecer en los medios y me descompongo porque no comprendo qué le pasa a la prensa que le presta ropa para que vierta sus opiniones sobre temas de contingencia cada vez que le da la gana. Quizás es al revés, el hombre opina de todo porque hay una prensa que al parecer adolece de amnesia crónica y le da tribuna una y otra vez como si este individuo fuese referente de algo, una voz con legitimidad, una autoridad en alguna materia.  No hay matrimonio más nocivo para una sociedad que el que se celebra entre un personaje público que hace mal uso de sus privilegios con una prensa desmemoriada, floja y necia.

No hay matrimonio más nocivo para una sociedad que el que se celebra entre un personaje público que hace mal uso de sus privilegios con una prensa desmemoriada, floja y necia.

Jaque Mate

No fue la justicia chilena la que hizo mal su tarea en el caso Larraín. Jueces y fiscales hicieron su pega.  Pero hubo alguien que actuó con máxima prolijidad anticipándose a todos los escenarios adversos a su propósito, de tal modo que al llegar al estrado pudo darse el lujo de hacer jaque mate. Con pruebas débiles ningún juez puede hacer milagros.  La teoría de que Carlos Larraín se habría “comprado a la justicia” se desploma completamente. Cualquier otro imputado también habría sido absuelto por ineficacia probatoria.

La teoría de que Carlos Larraín se habría “comprado a la justicia” se desploma completamente. Cualquier otro imputado también habría sido absuelto por ineficacia probatoria.

La historia se repite.  Quien tiene abundantes recursos para perpetrar irregularidades a destajo, pueden zafar de la justicia. Algo impensable para el resto de los mortales.

La historia se repite.  Quien tiene abundantes recursos para perpetrar irregularidades a destajo, pueden zafar de la justicia. Algo impensable para el resto de los mortales.

Como la familia tardó tiempo en querellarse Carlos Larraín aprovechó muy bien ese tiempo a su favor. La clave era adelantarse para lograr que la familia de sangre (la madre, hermanas y hermano de Hernán Canales) quedaran excluidos del juicio y la querellante fuese solamente la viuda.  Ella, Ester Marisol Venegas Espinoza (esposa legal de Hernán Canales, quien llevaba más de 10 años separada de hecho y con quien tenía una hija en común) tenía más posibilidades de ser sobornada para que se desistiera de la querella.  Una mujer con muy poca educación cuyo trato con su esposo legal se limitaba a los cuidados de la hija que tenían en común. 

Allí la jugada fue perfecta.  Carlos Larraín mandó a su gente a ofrecerle una suma cercana a los 10 millones de pesos para que se desistiera de la querella por homicidio. Cosa que Estela Venegas hizo. Cerró el trato y se desistió formalmente de la querella por un homicidio por omisión.

La madre, las hermanas y el hermano, en ningún momento presentaron una demanda civil de indemnización por perjuicios. En palabras simples nunca pretendieron dinero, sino justicia.  Cárcel para quien atropelló y dejó morir ensartado en la alambrada a su hijo y hermano. 

La jugada de Larrain consistió en apartar a la familia de sangre y comprar con dinero a la esposa legal. Fue así como el 8 de Noviembre de 2013 Martín Larraín Hurtado pidió excluir a la madre, hermanas y hermano de Hernán Canales como querellantes, invocando el artículo 108 del Código Procesal Penal.  Meses más tarde, el 10 de Abril de 2014, el Juzgado de Letras de Chanco acogió el desistimiento de la querella de la viuda de Hernán Canales.  Jaque Mate.

La jugada de Larrain consistió en apartar a la familia de sangre y comprar con dinero a la esposa legal. Fue así como el 8 de Noviembre de 2013 Martín Larraín Hurtado pidió excluir a la madre, hermanas y hermano de Hernán Canales como querellantes, invocando el artículo 108 del Código Procesal Penal.  Meses más tarde, el 10 de Abril de 2014, el Juzgado de Letras de Chanco acogió el desistimiento de la querella de la viuda de Hernán Canales.  Jaque Mate.

En esos días previos a llegar a un estrado, Carlos Larraín movió sus hilos de una manera tan ladina que no dejó posibilidad alguna a la Fiscalía para presentar pruebas contundentes que permitieran que los jueces suplentes del Tribunal Oral del Cauquenes pudieran condenar a Martín Larraín.  La segunda sentencia en el Caso Larraín, definitiva a pesar del reclamo que presentó Fiscalía, donde absolvieron al principal acusado.

¿Qué habría hecho usted?

Mientras usted está leyendo seguramente se estará preguntando ¿qué habría hecho yo en el lugar de Carlos Larraín? Es decir, qué habría hecho un padre o una madre con un hijo inserto en las circunstancias de Martín Larraín.  Quienes somos padres sabemos que esa pregunta cuesta muchísimo responderla en un escenario hipotético y la respuesta que surja no es más que una declaración de buenas intenciones. Otra cosa es con guitarra. 

Tal vez lo único que puedo sostener con algún grado de certeza es que como sujeto público se aceptan una serie de reglas del juego social. Una persona pública tiene sin duda muchísimas más responsabilidades que un sujeto privado.  Responsabilidades ante la sociedad. Así como un juez o una jueza sabe que el contrapeso a la independencia de sus sentencias es la responsabilidad que le cabe sobre ellas, un sujeto público sabe que el contrapeso a los privilegios asociados a su condición es la responsabilidad respecto de sus dichos y conductas. 

Tal vez lo único que puedo sostener con algún grado de certeza es que como sujeto público se aceptan una serie de reglas del juego social. Una persona pública tiene sin duda muchísimas más responsabilidades que un sujeto privado.  Responsabilidades ante la sociedad. 

un sujeto público sabe que el contrapeso a los privilegios asociados a su condición es la responsabilidad respecto de sus dichos y conductas. 

Una persona pública como Carlos Larraín debe sopesar la responsabilidad que le cabe cada vez que toma una decisión. Un ciudadano común y silvestre, sin cargo público de ninguna índole, puede actuar como se le dé la real gana porque nadie vendrá públicamente a pasarle una factura.  Sus actos quedan entre las cuatro paredes de su mundo privado. 

Es la única respuesta que puedo aventurar y creo que no es algo menor. 

El deber moral de la prensa y de los ciudadanos

Allí donde la justicia no ha podido avanzar más, somos los ciudadanos y la prensa los que tenemos una responsabilidad que ejercer.

Si hay una frase que, creo, le hizo mucho daño a nuestro país fue aquella que acuñó el ex Presidente Patricio Aylwin: “justicia en la medida de lo posible”.  Bajo esa premisa vivimos la década del 90 completa. Instados a mordernos la lengua y medir cada palabra, no pisar los callos más de la cuenta, caminar en una suerte de campo minado sudando la gota gorda cada vez que levantábamos un pie para volverlo a apoyar en el piso.

Si hay una frase que, creo, le hizo mucho daño a nuestro país fue aquella que acuñó el ex Presidente Patricio Aylwin: “justicia en la medida de lo posible”.  Bajo esa premisa vivimos la década del 90 completa. Instados a mordernos la lengua y medir cada palabra, no pisar los callos más de la cuenta, caminar en una suerte de campo minado sudando la gota gorda cada vez que levantábamos un pie para volverlo a apoyar en el piso.
Esa frase no hizo sino perpetuar el miedo de los años de dictadura.

Quiero pensar que los tiempos han cambiado radicalmente para demandar justicia sin amenazas.  Entendiendo además que, así como existe una justicia divina para quienes creen en Dios, opera la que imparte una institución responsable – la judicatura de una nación – también el derecho a exigirla y el propio deber a cumplir su aplicación.

La única sanción que opera para quienes contravienen lo ético es la que nosotros, los ciudadanos, los medios de comunicación, podamos ejercer. Esa sanción consiste – así como ocurre con la “funa” para quienes viven en la impunidad tras haber violado los derechos humanos – en avivar la memoria colectiva todas las veces que sea necesario y por parte de los medios de comunicación, desestimando la voz de quien tiene tamaña mácula en su biografía pública.  En simples palabras: negarle a Carlos Larraín el acceso a la prensa para opinar de lo humano y de lo divino porque está claro que, de lo humano al menos no tiene piso para opinar.  Peco de ilusa al pensar que los medios de comunicación vayan a vetar a Carlos Larraín. Sin embargo, ejerzo mi derecho de pedirle a los medios que cuando se trate de opinar de la contingencia desechen de plano aquellas voces a los que ningún chileno bien nacido podría otorgarle credibilidad.  En periodismo eso se llama escoger bien las fuentes.  Ya sabemos cuánto nos mintieron El Mercurio, TVN y otros medios durante los oscuros tiempos de la dictadura.  Pues en democracia, donde opinar es un ejercicio libre, debe operar un contrapeso a esa libertad. La debida selección de las fuentes y las vocerías. Carlos Larraín no ocupa ningún cargo público que lo convierta en vocero obligado de algún tema. Es la prensa la que lo busca o él quien busca a la prensa para figurar.  Cerremos esa llave porque no hay otra sanción posible para quien actuó mofándose en la cara de quienes no tienen contactos, ni dinero para conseguir que la justicia se haga “a su medida “.

La única sanción que opera para quienes contravienen lo ético es la que nosotros, los ciudadanos, los medios de comunicación, podamos ejercer. Esa sanción consiste – así como ocurre con la “funa” para quienes viven en la impunidad tras haber violado los derechos humanos – en avivar la memoria colectiva todas las veces que sea necesario y por parte de los medios de comunicación, desestimando la voz de quien tiene tamaña mácula en su biografía pública.  En simples palabras: negarle a Carlos Larraín el acceso a la prensa para opinar de lo humano y de lo divino porque está claro que, de lo humano al menos no tiene piso para opinar.

Carlos Larraín no ocupa ningún cargo público que lo convierta en vocero obligado de algún tema. Es la prensa la que lo busca o él quien busca a la prensa para figurar.

Este caso tiene tantas aristas como lecturas posibles. En una próxima edición de “La Mirada Semanal” podremos abordar lo que sigue a la respuesta que el estado de Chile le debe a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

¿Qué ocurrirá en la eventualidad que la CIDH acoja los argumentos de la familia Canales e instruya que Chile deba repetir el juicio, esta vez acusando a Martín Larraín de “homicidio por omisión”?  ¿Cuál es el alcance que podría tener para la judicatura chilena un desenlace así?

Algo adelanta el abogado Gonzalo Bulnes que representa a la familia Canales ante la CIDH:

 “Una de las familias más poderosas de Chile va a tener que aceptar que la justicia es para todos y todas, no para los demás”. “La justicia penal deberá aceptar que ya no puede seguir siendo sólo una máquina de moler carne pobre.” — 

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