El Centenario de Víctor Díaz López. ¿Otra asignatura pendiente?

por La Nueva Mirada

Nació en Ovalle el 10 de noviembre de 1919 y murió en una fecha aún negada por sus asesinos (todo indicaría que fue en enero de 1977, a los 58 años de edad). Ovallino, minero adolescente, obrero autodidacta, joven dirigente sindical en el Norte Grande, optó por una temprana militancia en el Partido Comunista liderado entonces por Elías Lafferte.  Conoció temprano el rigor de la clandestinidad en tiempos de la llamada Ley Maldita impuesta por la traición política de González Videla. Dirigente sindical en tiempos de una desplegada y creciente CUT, a mediados de los años sesenta, fue electo consejero nacional al mismo tiempo que integrante de la Comisión Política del PC, que se transformaría en un pilar esencial de la nueva campaña presidencial que llevó a Salvador Allende a La Moneda, en el contexto de un crecimiento del protagonismo de los sectores sociales históricamente postergados en el desarrollo nacional.

Víctor Díaz asumió el liderazgo del PC, tras la detención de Luis Corvalán y encabezó su dirección clandestina en los momentos que la política de exterminio de los organismos de seguridad apuntaban más selectivamente a los partidos que resistían la dictadura, enfocándose finalmente en los comunistas. Selenisa Caro

El curso de aquella historia del gobierno de Allende es más que conocida y sus huellas aún debatidas tras la irrupción de la dictadura cívico militar que se impuso como objetivo esencial la destrucción del movimiento popular, sus partidos y organizaciones sociales a través de una criminal represión. Víctor Díaz asumió el liderazgo del PC, tras la detención de Luis Corvalán y encabezó su dirección clandestina en los momentos que la política de exterminio de los organismos de seguridad apuntaban más selectivamente a los partidos que resistían la dictadura, enfocándose finalmente en los comunistas. Selenisa Caro, el temprano amor nortino de Víctor Díaz, entonces su esposa, como sus jóvenes hijas Viviana y Victoria y el aún escolar Víctor hijo, sintieron la persecución afanada de los pasos del número uno de la dirección clandestina del PC.

La persecución criminal se vio favorecida por traiciones consumadas bajo el imperio del terror aplicado por Pinochet y la poderosa DINA con la impronta brutal de Manuel Contreras, el aliento editorial de El Mercurio y la cadena de Agustín Edwards.

 Así se fue estrechando el cerco, siendo capturados y secuestrados numerosos dirigentes y militantes en reiterados operativos – entre ellos el conocido de calle Conferencia- con severos efectos para la dirección comunista, hasta llegar a la casa habitada por la familia de Jorge Canto, en calle Bello Horizonte, que cobijaba a Víctor Díaz, la madrugada del 12 de mayo de 1976.

 La celebración de los agentes de Manuel Contreras fue mayor, marcando el inicio de un extendido calvario que culminaría pasado el 10 de enero de 1977con su estrangulamiento en el Cuartel Simón Bolívar, instalando su cuerpo en bolsas de polietileno, atándolo a un riel y agregando encima un saco papero. Antes la teniente del Ejército Gladys Calderón le había aplicado una inyección de cianuro. Participaron en el largo proceso de exterminio de Víctor Díaz, el coronel® Juan Morales Salgado, los ex –“cosacos” de la Armada, Bernardo Daza y Sergio Escalona, el suboficial de Ejército Guillermo Ferrán, el teniente coronel® de Carabineros Ricardo Lawrence y otro asesino de largo prontuario, el capitán Armando Fernández Larios. Un rol decisivo en el crimen lo jugó Morales Salgado jefe de la Brigada Lautaro, quien en su declaración judicial ante el ministro Víctor Montiglio – que investigó el crimen de Víctor Díaz – señaló: “En un día que no recuerdo, probablemente a comienzos del año 1977, cuya fecha no recuerdo con exactitud, y que yo creo que podría ser después del 10 de enero de 1977, había visto muy mal a Díaz López a consecuencia de las torturas aplicadas durante la mañana. En la tarde del mismo día me llama Germán Barriga quien, por orden del Director Coronel Contreras me comunica que debía eliminar a Víctor Díaz. Además, el cuerpo debía ser empaquetado y trasladado a Peldehue donde me estaría esperando Barriga mismo y Lawrence con su equipo…”

 “En un día que no recuerdo, probablemente a comienzos del año 1977, cuya fecha no recuerdo con exactitud, y que yo creo que podría ser después del 10 de enero de 1977, había visto muy mal a Díaz López a consecuencia de las torturas aplicadas durante la mañana. En la tarde del mismo día me llama Germán Barriga quien, por orden del Director Coronel Contreras me comunica que debía eliminar a Víctor Díaz. Además, el cuerpo debía ser empaquetado y trasladado a Peldehue donde me estaría esperando Barriga mismo y Lawrence con su equipo…”

Ya corría el año 2007, tres décadas después del exterminio. La ruptura del pacto de silencio, desbaratado por las confesiones del menor de edad en aquellos días de masacre, Jorgelino Vergara, “El Mocito”, desnudó la existencia del secreto Cuartel Simón Bolívar y se investigaban los numerosos crímenes ocultos. Jueces probos, como Víctor Montiglio (fallecido en marzo de 2010) – que en el caso de Víctor Díaz dictó sentencia contra decenas de agentes del Estado, incluido Manuel Contreras – comenzaban a impartir justicia, aunque de los cuerpos destrozados para ser lanzados al mar, sólo se encontrara, por errores de procedimiento de los asesinos, el de Marta Ugarte.

Jueces probos, como Víctor Montiglio (fallecido en marzo de 2010) – que en el caso de Víctor Díaz dictó sentencia contra decenas de agentes del Estado, incluido Manuel Contreras – comenzaban a impartir justicia, aunque de los cuerpos destrozados para ser lanzados al mar, sólo se encontrara, por errores de procedimiento de los asesinos, el de Marta Ugarte.

La verdadera historia de lo ocurrido con Víctor Díaz, desde el momento de su secuestro como número uno de la dirección del PC en la clandestinidad, ha tenido como valientes e indestructibles baluartes la ejemplar lucha, desde sus años juveniles en plena dictadura y represión criminal, a sus hijas Viviana y Victoria, así como ocurrió hasta su fallecimiento con su esposa Selenisa y el entonces niño Víctor hijo, años después participante, como integrante del FPMR, en el atentado contra el dictador Pinochet, siendo detenido, torturado y finalmente uno de los prófugos de la Cárcel, episodio hoy llevado a la pantalla grande en el aplaudido film chileno “Pacto de Fuga”.

Como simple corolario puede quedar la sensación que el PC del siglo XXI aún no valora y reconoce suficientemente a decenas de luchadores ejemplares – en los momentos más duros de la historia reciente del país – que como Víctor Díaz López entregaron sus vidas en las circunstancias más desafiantes para un ser humano. Hace una semana el Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren (CEILER), realizó un emotivo y concurrido homenaje a Víctor Díaz. El 10 de noviembre de 2019 se conmemoró su centenario, en esa fecha no se pudo realizar el acto por el clima de agitación ciudadana en los comienzos del estallido social.    

Víctor Díaz López entregaron sus vidas en las circunstancias más desafiantes para un ser humano.

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