No sólo los principales empresarios están preocupados y bastante descontentos por la manera como Piñera conduce el gobierno. La inquietud se extiende a la coalición oficialista y sus bancadas parlamentarias, que manifiestan malestar y desorden ante algunos proyectos emblemáticos que impulsa el Ejecutivo, sin prioridades claras o diseños que permitan viabilizarlos.
sorprendentemente el gobierno modificó su propio proyecto de flexibilidad o adaptabilidad laboral, introduciendo una propuesta “defensiva” de reducción de la jornada laboral a 41 horas en promedio.
Primero fue el tema de la reducción de la jornada laboral, propuesta por la diputada Camila Vallejo y que hoy es apoyada transversalmente por la oposición e incluso por algunos parlamentarios de Chile Vamos. Junto con intentar demonizar el proyecto, sosteniendo que se perderían más de 200.000 empleos y anunciando que recurrirían al Tribunal Constitucional para que declarara la inconstitucionalidad de la iniciativa aprobada en primera instancia por la comisión de trabajo de la Cámara, o incluso procedería a vetarla en caso de ser finalmente aprobada por el parlamento, sorprendentemente el gobierno modificó su propio proyecto de flexibilidad o adaptabilidad laboral, introduciendo una propuesta “defensiva” de reducción de la jornada laboral a 41 horas en promedio.
generó fuerte rechazo de sectores empresariales que no terminaban de comprender cómo un proyecto que apuntaba a flexibilizar el mercado del trabajo terminaba en una discusión acerca de la reducción de la jornada laboral.
La propuesta no tan sólo descolocó a los parlamentarios oficialistas, también generó fuerte rechazo de sectores empresariales que no terminaban de comprender cómo un proyecto que apuntaba a flexibilizar el mercado del trabajo terminaba en una discusión acerca de la reducción de la jornada laboral.
Y como si lo anterior fuera de poco, de manera igualmente sorpresiva, en medio de la tramitación en paralelo de ambas iniciativas en el Congreso, el gobierno procedió a sacar un conejo del sombrero, para convocar a una “comisión técnica” que, en el plazo de 60 días formulara propuestas para redactar las indicaciones anunciadas por el ejecutivo para su propio proyecto de “modernización laboral”.
La propia convocatoria a una mesa técnica (en donde el gobierno digita a los interlocutores, donde cada cual se representa a sí mismo y cuyas propuestas no tienen carácter vinculante), en medio de la tramitación de ambos proyectos, con el grave riesgo que el proyecto de las 40 horas avance más rápidamente de lo presupuestado por el Ejecutivo, revela improvisación y un muy deficiente manejo de la agenda legislativa.
Reintegración tributaria. La diferencia entre objetivos y mecanismo
Varios senadores de Renovación Nacional han sugerido abrirse a una nueva negociación con la oposición en torno al proyecto de reforma tributaria y la controvertida propuesta sobre la reintegración o “simplificación” tributaria, ante el temor que no exista mayoría en el Senado para aprobarla y luego que algunos senadores de oposición, como el propio Presidente de la Comisión de Hacienda, Ricardo Lagos Weber, han sugerido una salida, con la rebaja del 2 % del impuesto que pagan las empresas.
Una propuesta contemplada en el proyecto original y que fuera finalmente desestimada por el gobierno “por la ajustada situación fiscal”, como sostuviera el ministro de Hacienda, para apostar por el mecanismo de la reintegración o “simplificación tributaria” como la fórmula más eficaz de cumplir su promesa de campaña de rebajar los tributos a los empresarios, definido por el gobierno como “el corazón” y esencia del proyecto.
Sin embargo, ha sido el propio mandatario, contradiciendo a su ministro del Interior, que llamaba a distinguir entre objetivos y mecanismos, el que ha cerrado la puerta a un eventual acuerdo de compromiso con la oposición, sosteniendo que “no se puede negociar lo esencial”.
Sin embargo, ha sido el propio mandatario, contradiciendo a su ministro del Interior, que llamaba a distinguir entre objetivos y mecanismos, el que ha cerrado la puerta a un eventual acuerdo de compromiso con la oposición, sosteniendo que “no se puede negociar lo esencial”.
“El gobierno no debe cejar en buscar un acuerdo para impulsar la inversión” ha sostenido editorialmente el diario El Mercurio, haciéndose portavoz de una de las principales demandas del empresariado, además de la flexibilidad laboral y la simplificación de los trámites de aprobación medio ambiental de los proyectos de inversión.
Como gobernar con ideas propias y sin mayorías parlamentarias
José Antonio Kast sostiene públicamente lo que numerosos dirigentes de Chile Vamos repiten en sordina. Nuevamente Sebastián Piñera intenta gobernar con ideas ajenas y no desplegar una agenda que verdaderamente impulse las ideas de su sector.
José Antonio Kast sostiene públicamente lo que numerosos dirigentes de Chile Vamos repiten en sordina. Nuevamente Sebastián Piñera intenta gobernar con ideas ajenas y no desplegar una agenda que verdaderamente impulse las ideas de su sector.
Las criticas oficialistas, incluyendo al empresariado, apuntan a que el gobierno hace demasiadas concesiones a la oposición, al punto de desnaturalizar la esencia de los proyectos. No tiene claras sus prioridades y no ha demostrado habilidad ni destreza para viabilizar su agenda emblemática, definida como “el corazón del programa de gobierno ofrecido al país”.
Tampoco ha logrado materializar su promesa de “los tiempos mejores”. Las proyecciones de crecimiento económico para este año no superan el 2,5 % y estimaciones del FMI apunta a que el país crecerá en promedio un 3,2 % en estos cuatro años, por debajo de la tasa de crecimiento de la economía mundial, que la institución financiera proyecta en un 3,4 %.
En materia de política exterior, el actual gobierno ha fracturado un cierto consenso en la cual se fundaba para optar por una cierta política con marcados sesgos ideológicos, que la llevan a vincularse con la política exterior de Donald Trump, por ejemplo en la decisión de impulsar un bloqueo total en contra del gobierno de Maduro en el marco del Tratado de Asistencia recíproca (TIAR), desahuciando UNASUR y apostando a una nueva organización –PROSUR- que ha terminado por constituirse en un Foro, que no incluye a la totalidad de los países de la región.
Todo ello sin mencionar las “relaciones peligrosas” que el gobierno ha buscado establecer con Jair Bolsonaro y su administración. Y habría que preguntar en qué terminó la comisión que los países europeos le encargaron al mandatario chileno para facilitar el combate a los incendios en la Amazonía.
Todo ello sin mencionar las “relaciones peligrosas” que el gobierno ha buscado establecer con Jair Bolsonaro y su administración. Y habría que preguntar en qué terminó la comisión que los países europeos le encargaron al mandatario chileno para facilitar el combate a los incendios en la Amazonía.
Ciertamente no es fácil intentar gobernar con ideas propias (de derecha) sin mayoría parlamentaria (como debieron constatarlo los gobiernos de centro izquierda, sobre todo con senadores designados y enclaves autoritarios). Como tampoco es sencillo gobernar con coaliciones marcadas por diferencias ideológicas y políticas en su interior, atravesadas por disputas por la hegemonía y los liderazgos. Sobre todo en un fragmentado escenario político en donde los diversos actores políticos pugnan por su perfilamiento en contraste con sus aliados y cercanos.
Ello exige abandonar el voluntarismo que ha caracterizado la acción gubernamental, para asumir, con realismo, que el gobierno no cuenta con una mayoría parlamentaria para aprobar su agenda emblemática y debe intentar negociar con el conjunto de la oposición acuerdos de compromiso viables. Social y políticamente sustentables tanto para unos y otros. Así funciona la política de los acuerdos en democracia.
Sumas que restan
El gobierno ha intentado, con muy modestos resultados hasta ahora, ampliar las fronteras de su coalición hacia el centro y la propia derecha, careciendo de un diseño coherente. Los propios esfuerzos por sumar a José Antonio Kast (que no ha dudado en identificar a la llamada “derecha light” como la peor enemiga del gobierno y la que más daño le ha hecho) y su nueva agrupación de ultra derecha, Acción Republicana, no tan sólo lo aleja del centro político, sino que genera tensiones al interior de su propia coalición, especialmente con Evopolis y amplios sectores de Renovación Nacional, además de las disputas que mantiene la UDI con su antiguo militante y hoy competidor.
El gobierno ha intentado, con muy modestos resultados hasta ahora, ampliar las fronteras de su coalición hacia el centro y la propia derecha, careciendo de un diseño coherente. Los propios esfuerzos por sumar a José Antonio Kast (que no ha dudado en identificar a la llamada “derecha light” como la peor enemiga del gobierno y la que más daño le ha hecho) y su nueva agrupación de ultra derecha, Acción Republicana, no tan sólo lo aleja del centro político, sino que genera tensiones al interior de su propia coalición, especialmente con Evopolis y amplios sectores de Renovación Nacional, además de las disputas que mantiene la UDI con su antiguo militante y hoy competidor.
No deja de resultar curioso que haya sido la primera dama, Cecilia Morel, la que haya salido a afirmar que es más aquello que los une con JAK y su movimiento que lo que los distancia (entre otras cosas, la valoración del régimen militar).
Al parecer, en la misma medida en que cunde la preocupación por el rumbo del gobierno y los modestos resultados mostrados hasta ahora, se acrecientan los temores respecto de la proyección futura de la derecha.
Al parecer, en la misma medida en que cunde la preocupación por el rumbo del gobierno y los modestos resultados mostrados hasta ahora, se acrecientan los temores respecto de la proyección futura de la derecha.
Este sector ya vivió la dura experiencia de haber ganado la presidencia luego de décadas, para luego tener que devolverla nuevamente a la centro izquierda. Algo que no quisieran repetir. Y si para ello es necesario aliarse con Kast y la derecha más recalcitrante e ideológica, ni modo, como dirían los mexicanos. Aunque ello implique la resta de algunos sectores y la incomodidad para otros.
Por su parte, la oposición requiere la misma dosis de realismo que se demanda al oficialismo. La unidad representa una necesidad insoslayable para un sector diverso y plural, marcada por diferencias y disputas en su interior, que debiera ser capaz de procesar para construir consensos esenciales que no tan sólo le permitan enfrentar la agenda oficial sino también construir acuerdos políticos de futuro.
Las afirmaciones del Presidente del Partido Comunista, Guillermo Teiller parecen apuntar en esa dirección, “si no dejamos una puerta abierta al entendimiento con la DC, perderemos”. Y bien pudiera ser algo bastante más trascendente que una elección.
Las afirmaciones del Presidente del Partido Comunista, Guillermo Teiller parecen apuntar en esa dirección, “si no dejamos una puerta abierta al entendimiento con la DC, perderemos”. Y bien pudiera ser algo bastante más trascendente que una elección.