El dilema del PS. Crónica de una crisis anunciada.

por La Nueva Mirada

La crisis que hoy sacude al Partido Socialista tiene orígenes asociados al modelo clientelista en el que se basa su estructura interna, en donde no más del 25 % de sus afiliados, e incluso menos, son verdaderamente militantes “puros y sinceros”, como les gusta denominarse. Militantes activos y comprometidos.

La crisis que hoy sacude al Partido Socialista tiene orígenes asociados al modelo clientelista en el que se basa su estructura interna

El resto de su abultado padrón (tal como ocurre en la mayoría de los partidos, con excepción del PC) son “afiliados” por los “operadores políticos” y caciques locales. Personas que firmaron una ficha y por ello se transformaron en “militantes” con incierta formación política y escasa vida partidaria, salvo cuando el dirigente que los reclutó los llama a votar o participar en un acto público.

Personas que firmaron una ficha y por ello se transformaron en “militantes” con incierta formación política y escasa vida partidaria, salvo cuando el dirigente que los reclutó los llama a votar o participar en un acto público.

Inicialmente estos operadores políticos estaban al servicio de algún dirigente o líder partidario al que prestaban su apoyo en las elecciones internas a cambio de prebendas, o por simple confianza política, pero a muy poco andar, estos operadores descubrieron que era mucha más rentable convertirse ellos mismos en dirigentes, y ocupar posiciones de poder más relevantes.

a muy poco andar, estos operadores descubrieron que era mucha más rentable convertirse ellos mismos en dirigentes, y ocupar posiciones de poder más relevantes.

El problema no es nuevo y está conectado con un viejo dilema de la política. Especialmente en la izquierda (tradicionalmente la derecha ha optado por el clientelismo). Ser un partido de cuadros, en donde no se milita por simple decisión personal, sin pasar por un proceso de formación y selección política, que incluye las categorías de simpatizante, pre militante y luego militante con derechos y obligaciones, que incluyen una activa vida partidaria en núcleos o células, bajo los códigos del centralismo democrático, lealtad partidaria y pago de cuotas, entre otros compromisos.

Basta con llenar una ficha para adquirir la condición de militante, con los mismos derechos de los militantes activos y prácticamente con ninguna de sus obligaciones.

La otra alternativa es el modelo de partido de masas, que no distingue esencialmente entre militantes activos y pasivos. Basta con llenar una ficha para adquirir la condición de militante, con los mismos derechos de los militantes activos y prácticamente con ninguna de sus obligaciones.

Lejos de resolver un problema, proceder al nuevo fichaje de los padrones partidarios lo acentuó, desencadenando una verdadera carrera en contra del tiempo para cumplir con el número de adhesiones exigidos por región, sin importar sus antecedentes o motivaciones, recurriéndose frecuentemente a la firma de fichas en lugares públicos.

La comuna de San Ramón y su alcalde, Miguel Ángel Aguilera

El alcalde de San Ramón fue uno de los más eficientes a la hora de juntar fichas. Al punto que el padrón de esa comuna representa aproximadamente el 10 % del padrón de militantes del Partido Socialista. Miguel Ángel Aguilera no es un aparecido en el  PS. Su padre era un verdadero cacique en esa populosa comuna y de él aprendió a trabajar con la gente, conquistar la adhesión que le permitió ser electo como concejal y luego como alcalde de esa comuna, con una estrecha mayoría la primera vez y bastante más amplia en su reelección. E incluso ocupar una de las vicepresidencias del partido en la pasada elección, al igual que instalar a su hermana, Mónica Aguilera, en el Comité Central del PS.

Sin ser el único operador político en su partido, Miguel Ángel Aguilera  era uno de los principales.

Sin ser el único operador político en su partido, Miguel Ángel Aguilera  era uno de los principales. Vinculado a la Renovación Socialista ha mantenido estrechas relaciones con los principales líderes de esa tendencia partidaria- el senador José Miguel Insulza y al ex parlamentario, embajador y emblemático dirigente, Ricardo Núñez, entre otros- demostrando una gran eficacia para movilizar a sus afiliados en las contiendas internas y, ciertamente, en las elecciones de votación ciudadana.

Su gran pecado fue haber contratado a un narcotraficante en la Municipalidad de San Ramón, en donde cumple su segundo mandato como alcalde, a lo que sumó imputaciones por supuesto enriquecimiento ilícito. También se le vinculó con delitos, como lo denunció hace un par de años un reportaje televisivo sin que, hasta ahora, la justicia que investigó los hechos, haya formulado alguna acusación en su contra.

Un golpe duro para el actual alcalde, que no afectó a su hermana ni necesariamente lo privó del poder e influencia que ejerce sobre al abultado padrón de esa comuna, que resulta muy relevante a la hora de las recientes elecciones. Medidas del todo insuficientes como se ha demostrado en esta nueva crisis.

Con todo, la gravedad de las imputaciones llevó a la actual dirección partidaria a decretar su expulsión del partido junto a un grupo de cercanos. Un golpe duro para el actual alcalde, que no afectó a su hermana ni necesariamente lo privó del poder e influencia que ejerce sobre al abultado padrón de esa comuna, que resulta muy relevante a la hora de las recientes elecciones. Medidas del todo insuficientes como se ha demostrado en esta nueva crisis.

La crónica de una crisis anunciada

Recurriendo a un cliché, bien se podría afirmar que esta es la crónica de una crisis anunciada. Era más que conocida la anómala condición de la comuna de San Ramón y su abultado padrón. Difícil ignorar que el alcalde no renunciaría a ejercer su poder e influencia en las recientes elecciones internas para apoyar no tan sólo a su hermana, que alcanzó la cuarta mayoría femenina, sino a varios de sus cercanos, para instalarlos en el Comité Central del PS.

Era más que obvio que la llamada disidencia impugnaría los resultados en esa comuna aduciendo presuntas irregularidades, pese a asegurarse que un observador del SERVEL auditora la elección y que su informe asegurara la corrección formal del proceso, pese a la intervención de militantes expulsados en el evento.

En medio de las crisis, detonada por las fuertes denuncias públicas  de la disidencia por irregularidades en la elección, se emitió un nuevo reportaje de canal 13, denunciando acarreos de afiliados, intervención de ex militantes expulsados, un abultado padrón (votó menos de la mitad de los inscritos), en donde aparecen más de 200 funcionarios municipales, siete militantes inscritos con un domicilio vinculado con un narco traficante, así como la elección de un militante con antecedentes penales (aunque no publicados), profundizando la imagen de un partido infiltrado y capturado por el crimen organizado.

Las denuncias son graves. Tan sólo falta aportar pruebas. Es innegable que en el PS (y no tan sólo en ese partido) existe clientelismo político, como es innegable que pese a su expulsión Miguel Ángel Aguilera mantiene un poder e influencia indesmentible, ejercido para favorecer a su hermana y cercanos. También que otro electo tenía antecedentes penales. Otra cosa muy distinta es probar los supuestos vínculos del alcalde con el narco tráfico o sostener que el PS esta infiltrado o capturado por el crimen organizado.

¿Una crisis terminal?

Como sea, hoy el Partido Socialista vive una crisis que bien pudiera terminar en ruptura o renuncias masivas con enorme daño para su imagen colectiva. Un efecto perverso, que sólo puede aminorar con drásticas medidas de saneamiento interno y duras decisiones políticas como las que demanda su disidencia, entre las que se incluyen la necesidad de auditar y sanear el padrón militante (¿con expulsión de sus “afiliados”?), convocar a un Congreso extraordinario, o que Álvaro Elizalde (cuya lista ganó la elección con dos tercios de los votos), acepte dar un paso al costado, sin postularse a la presidencia partidaria.

Como sea, hoy el Partido Socialista vive una crisis que bien pudiera terminar en ruptura o renuncias masivas con enorme daño para su imagen colectiva.

A diferencia de anteriores crisis vividas por el PS, que tenían trasfondos ideológicos y políticos, la actual parece condicionada por duros enfrentamientos de liderazgos entre grupos de poder interno. Es un partido fuertemente fragmentado por corrientes, o “lotes”, como se les denomina internamente.

La disidencia está compuesta por la convergencia de diferentes grupos o “lotes”, sin demasiadas afinidades políticas entre sí, que disputan el poder partidario a una mayoría integrada por el llamado “tercerismo” (ex almeydistas), sectores de la Nueva Izquierda (escalonistas) y de la Renovación (José Miguel Insulza, Carlos Montes, Rabindranath Quinteros), además de otros grupos o “lotes” que configuran el intrincado mapa socialista.

Las crisis se sabe cómo empiezan pero difícilmente como terminan. Las señales en este caso parecen confirmarlo. Existen dudas razonables de la voluntad política para enfrentar la crisis y superarla colectivamente o asumir que es irreversible, optando por una escisión.

Existen dudas razonables de la voluntad política para enfrentar la crisis y superarla colectivamente o asumir que es irreversible, optando por una escisión.

No pareciera posible desconocer los resultados de la reciente elección- en donde votaron más de 20.000 militantes o afiliados. Álvaro Elizalde no puede resolver “dar un paso al costado” sin asumir una responsabilidad que no es personal sino  colectiva. La convocatoria a un nuevo Congreso, que tardaría varios meses en organizarse, tan sólo contribuiría a prolongar la crisis. Otras medidas, como auditar nuevamente el padrón militante, con el concurso del Servel, recreando las categorías de adherentes, pre militantes y militantes, ingreso con patrocinio o responsable de la ficha, que ha resuelto la actual directiva, solo pueden contribuir a mitigar la crisis.

También el oficialismo y el propio gobierno- incluido Piñera y su vocera- han pretendido pescar a río revuelto, sin reparar en sus propias vigas en el ojo. Y, ciertamente, no pocos militantes han resuelto renunciar al PS.

Pero el daño a la imagen del PS ya está hecho. No tan sólo los medios de comunicación se han dado un verdadero “festín” con esta crisis, con el concurso de algunos de sus militantes y escaso rigor periodístico para verificar denuncias o publicitar simples especulaciones. También el oficialismo y el propio gobierno- incluido Piñera y su vocera- han pretendido pescar a río revuelto, sin reparar en sus propias vigas en el ojo. Y, ciertamente, no pocos militantes han resuelto renunciar al PS.

Sin riesgo a equivocarse, se puede afirmar que se trata una crisis en desarrollo, que pudiera agravarse con la próxima constitución de su Comité Central, que debe elegir a las nuevas autoridades partidarias. Sobre todo si la mayoría, como es previsible, decide la reelección de Álvaro Elizalde como Presidente y Andrés Santander como su Secretario General, en quienes se han centrado los principales cuestionamientos de la llamada disidencia.

Sin riesgo a equivocarse, se puede afirmar que se trata una crisis en desarrollo, que pudiera agravarse con la próxima constitución de su Comité Central, que debe elegir a las nuevas autoridades partidarias. Sobre todo si la mayoría, como es previsible, decide la reelección de Álvaro Elizalde como Presidente y Andrés Santander como su Secretario General, en quienes se han centrado los principales cuestionamientos de la llamada disidencia.

Como se ha sostenido, estamos en presencia de una crisis mayor que involucra al conjunto de los partidos y a la política en general, ya suficientemente desacreditada ante la opinión pública, por buenas y malas razones. Las medidas de saneamiento democrático y resguardo a la infiltración del narco tráfico, con el evidente riesgo para el sistema democrático, no solamente desafían a los socialistas sino a todos los partidos, abriendo la oportunidad de avanzar en una nueva agenda de probidad y transparencia de la política.

No parece tan probable que el PS, con su historia, trayectoria, organización y liderazgos, hoy enfrente una crisis terminal, pero bien podría transitar a la irrelevancia y un sostenido proceso de declinación sino asume medidas muy de fondo para enfrentar un desafío superior. Apuntando a centrarse en la política basada en principios, con exigencias de una ética militante, basada en ideas y proyectos de futuro, buscando representar a la ciudadanía, como es la razón de ser y  el desafío de los partidos políticos, que hoy todos los chilenos contribuyen a financiar.

No parece tan probable que el PS, con su historia, trayectoria, organización y liderazgos, hoy enfrente una crisis terminal, pero bien podría transitar a la irrelevancia y un sostenido proceso de declinación sino asume medidas muy de fondo para enfrentar un desafío superior.

 

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