Ya está. El callejón de las esperanzas no perdidas. Un gabinete de ministro(a)s posmoderno. Espejo roto del espíritu de nuestra época. Líquido y desfondado. Ecléctico. Una maraña de signos. Sólo flujos e intensidades. Gabinete sin órganos. Un rompecabezas donde una vez armado, no desaparecen las figuras de las piezas. Post pragmático. De diálogo errante. ¿Desfondado?
Lo único importante parece ser “llevar a cabo el programa” (ya lo hemos escuchado muchas veces). Lleno de pedazos y fragmentos. De Millennials sin fundamentos, buscando una identidad diversa. A lo más, con ideologías débiles. Un bricolaje con figuras escapadas del Museo Nacional con meta relatos que desaparecieron. El atractor caótico del orden es el ministro de Hacienda, Mario Marcel, qué, no se equivoquen, puede ser “un azote para no olvidar” (*1) en la derecha empresarial. Gabinete correcto, eso sí, para un período de cambios continuos iniciales con una melodía central antineoliberal orientada al bien común y a la justicia social. (Como una buena pieza de jazz de “Little North”). Un gobierno “de centro izquierda”, según la nueva vocera de gobierno” ¿Adiós a la revolución corpuscular de Deleuze y Guattari?
Intensamente femenino y feminista (que no es lo mismo). Las mujeres nacen y se hacen a la vez. Tienen una ética emocional de la acogida en la diferencia. Fuertemente empáticas, parte de estos tiempos. Tienen aversión por la violencia (Bueno, algunas pocas, no). Son más apegadas a la seguridad, al sentido común y desconfían del riesgo. Aman la maternidad (hijos e hijas “se tomaron con las familias el cambio de gabinete”, en hora buena). Siempre ha sido así.
El presidente electo, Gabriel Boric, lleva el ritmo. Toma riesgos. Los hombres toman más riesgos y son propensos a la violencia evolutiva. Necesitan de la educación en la cultura de la paz no machista y no xenófoba). Es el director con su equipo histórico de poder central, junto Izkia Siches, Giorgio Jackson, Mario Marcel y Camila Vallejos, pequeño colectivo paritario de dos hombres y dos mujeres. El presidente da las entradas, dejando que cada uno y una improvisen en algunos momentos. Un buen solo de piano se agradece. También uno de saxo y otro de batería. (Deberían reunirse una tarde al mes, en un bar, a leer poesía con un buen vaso de vino (uno solo, por supuesto) Recomiendo el bar “La Unión Chica”, donde se juntaba Teillier, poeta, con sus “camaradas del vacío” a tomar. (Si está cerrado, dar orden de abrir, como buen presidente).
No es que el programa sea dirigido. Fluyen en un programa histórico con impulso propio, que en parte los dirige. Un proceso poético político que se autoconstruye y de construye permanentemente en cada momento. Emerge en cada instante. Será necesario manejar las necesarias y severas perturbaciones y los puntos de ruptura que inexorablemente acontecerán, evitando las catástrofes destructivas y llevándolas por el camino de la novedad creativa. Además de los actores y actrices populares, esta película necesita de un buen guion o relato audaz y entretenido con sentido y rupturista, de una hermosa dirección de fotografía, un montaje notable, una producción que consiga lo imposible y, unas relaciones públicas que anticipen el resultado, comunicando los avances exitosos permanentemente. (Recomiendo que sea también en el idioma mapuche que debiera enseñarse en todos los establecimientos educacionales, junto con los ramos de ecología, realidad de la pobreza y vida de campamentos en los cursos de economía. ¿El ramo? “Humanidades para la gestión”).
Y ya que estoy en los consejos –que seguro, salvo el editor, casi nadie leerá-, creo que la enseñanza y práctica desde la prebásica de los valores morales, derechos humanos, y después la ética ciudadana obligatoriamente, es el único antídoto preventivo familiar educacional, contra la violencia. Y respecto al consumo de drogas y alcohol, retrasar lo más posible (ojalá después de los 18 años), su consumo inicial. Ambas con adecuadas medidas eficaces de control inteligente con vocación territorial.
Lo primero para generar cambios con sentido -después de un liderazgo, equipo y coalición, -es lograr una visión y valores comunes que incorporen el sentido de urgencia por los cambios. Luego éxitos a corto plazo aprovechando y acelerando durante las ventanas de oportunidades.
Según mi amigo, el profesor Nicolás Majluf, y la profesora Nureya Abarca, el liderazgo debiera ser ejercido de forma humilde y sensible, con “perspicacia para percibir y entender (discernir los signos de los tiempos), para sintonizar (resonar en activamente) con su entorno en el ámbito relacional, político y ético, actuando con una sensatez (basada en valores y el bien común), una vez que ha aquilatado la situación que se enfrenta”. Estoy muy de acuerdo, siempre insistiendo en tener la estricta capacidad de tomar los riesgos necesarios para los cambios y transformaciones -en este caso, estructurales-, que son necesarias. No me cabe duda de que el presidente y su gabinete, comparten lo anterior a carta cabal.
Un consejo final. Dejar siempre un espacio a la locura “irracional” afectiva creativa, pero controlada. Es necesario para las decisiones “lógico- racionales”.
Será hasta marzo.
Me voy a comer un “Barros Boric” anti “bajón”. Le recomiendo al presidente muchos, con mermelada gourmet de tocino.
(Además, ya se acabó el disco).
Que les (nos) vaya bien en este nuevo “régimen” de esperanzas y cambios.
Colaboraron Nicolas Majluf. Ingeniero civil UC, Stanford, MIT, y Nureya Abarca, Psicóloga U de Chile, Universidad de California, con su magnífico libro en conjunto, “Liderazgo Efectivo, centrado en la persona, basado en la influencia y ejercido con sensatez”. También John P. Kotter “El líder del Cambio”, y “Acelere”. (Los recomiendo).
(*1)Entrevista a Mario Marcel, Apsi, 1989, “Un azote para no olvidar”