El gato andaluz por Jorge Ragal

por La Nueva Mirada

Comenzó pidiendo vino tinto con las comidas,
un televisor a colores cuando sabemos que los gatos
ven en blanco y negro,
y una piscina solo para verse al espejo.
Reclamó dormir en una cama de dos plazas
con frazada eléctrica,
y una brújula para no perder el norte.
Solicitó clases de francés para leer
a los poetas malditos en su idioma original,
y un telescopio para espiar a las vecinas.
Exigió una pensión vitalicia como aquellos artistas
que reciben un premio internacional,
botas y sombreros al igual que los mosqueteros,
y un par de gatas desde la lejana Persia.

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