Aunque los traspiés opositores abundan y multiplican las interrogantes acerca de su futuro político y electoral, el optimismo oficialista, traducido en una confianza de espacio favorable para prolongar sus períodos gubernamentales, viene tropezando con una realidad inquietante que, en alguna medida, revelan las encuestas que castigan crecientemente la gestión de la administración de Sebastián Piñera.
Para un gobierno que se guía preferentemente por los zigzagueos y tumbos de las encuestas, las últimas mediciones resultan más que inquietantes. La eficaz consigna de “Tiempos Mejores” – con resultados más allá de lo esperado en la segunda vuelta presidencial que reinstaló, con espejismos de holguras futuras, a Piñera en La Moneda, tras un convenientemente olvidado traspié en primera vuelta – se desvanece precisamente en aquellos sectores sociales que observan distantes las explicaciones del ministro de Hacienda que asegura aún dormir tranquilo, “como un niño”, cuando insiste que los malos indicadores económicos se revertirán en primavera.
Para un gobierno que se guía preferentemente por los zigzagueos y tumbos de las encuestas, las últimas mediciones resultan más que inquietantes. La eficaz consigna de “Tiempos Mejores” – con resultados más allá de lo esperado en la segunda vuelta presidencial que reinstaló, con espejismos de holguras futuras, a Piñera en La Moneda, tras un convenientemente olvidado traspié en primera vuelta – se desvanece precisamente en aquellos sectores sociales que observan distantes las explicaciones del ministro de Hacienda que asegura aún dormir tranquilo, “como un niño”, cuando insiste que los malos indicadores económicos se revertirán en primavera.
Empeñada en una pretenciosa agenda de reformas (ó contra reformas) que, en buena medida, apuestan a revertir las transformaciones económicas y sociales impulsadas en la pasada administración de Bachelet (fantasma sobrealimentado por el actual equipo de La Moneda) el gobierno ha incursionado en forzadas negociaciones con un sector de la oposición, en materias que incomodan e inquietan transversalmente por razones muy encontradas.
Algo más que evidente en el ruido mediático por interpretaciones de la negociación en torno a la reforma de pensiones, con reacciones como la de la Asociación de AFP y su ofertón para evitar cualquier intervención futura de un ente estatal en la administración de nuevos recursos que, a su juicio, pueden dar pie a futuras transformaciones estructurales no deseadas.
Si en el ámbito opositor tiene efectos que desnudan ausencia de acuerdos programáticos y estratégicos ineludibles para configurar una alternativa de gobierno para el país, en el oficialismo acentúan desconfianzas en poderosos sectores empresariales y de la derecha más conservadora, reacios a “concesiones por conveniencia” que amenacen sus pretensiones. Algo más que evidente en el ruido mediático por interpretaciones de la negociación en torno a la reforma de pensiones, con reacciones como la de la Asociación de AFP y su ofertón para evitar cualquier intervención futura de un ente estatal en la administración de nuevos recursos que, a su juicio, pueden dar pie a futuras transformaciones estructurales no deseadas.
Con un parlamento al menos zigzagueante para las pretensiones del gobierno, se acentúa el debate respecto de la conveniencia de insistir en el arsenal de (contra) reformas anunciadas por Piñera, asumiendo los escasos réditos de apoyo que se manifiestan en la opinión ciudadana que, con tanto esmero, priorizan precisamente desde La Moneda.
Con un parlamento al menos zigzagueante para las pretensiones del gobierno, se acentúa el debate respecto de la conveniencia de insistir en el arsenal de (contra) reformas anunciadas por Piñera, asumiendo los escasos réditos de apoyo que se manifiestan en la opinión ciudadana que, con tanto esmero, priorizan precisamente desde La Moneda.
No debiera extrañar que sea precisamente “Libertad y Desarrollo” quien enciende las luces rojas a partir de sus proyecciones del potencial electorado en el intenso período que se aproxima, precisamente cuando se desvanece la credibilidad en aquel gran ofertón electoral de segunda vuelta presidencial y continúa incidiendo la minoría oficialista en el parlamento.
Gobernar con las encuestas tiene sus riesgos, más aún cuando se abusa de grandes titulares mediáticos para políticas públicas bajo ambigüedades y sujetas a errores no forzados en áreas más que sensibles, como ocurre, por ejemplo, con los tropiezos reiterados del ministro de Justicia, Hernán Larraín, a los que agrega últimamente la accidentada propuesta de nuevo integrante de la Corte Suprema.
El rol de escudero principal que juega el ministro Chadwick para la gestión presidencial, aunque se desconsidere en La Moneda su pobre valoración en las encuestas, vuelve a ser sensible cuando se reinstala mediáticamente el juicio por el asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca.
Gobernar con las encuestas tiene sus riesgos, más aún cuando se abusa de grandes titulares mediáticos para políticas públicas bajo ambigüedades y sujetas a errores no forzados en áreas más que sensibles, como ocurre, por ejemplo, con los tropiezos reiterados del ministro de Justicia, Hernán Larraín, a los que agrega últimamente la accidentada propuesta de nuevo integrante de la Corte Suprema.
En el contexto enunciado y con clave económica- fundamental para la evaluación de la actual administración – de incierto pronóstico, surgen iniciativas urgentes como la anunciada “Clase Media Protegida”, que apunta a brindar mayor protección precisamente a aquellas familias que no han percibido ningún beneficio relevante durante el largo primer año de este gobierno, mientras los indicadores abundan en evidencias de precariedad y mayor endeudamiento, con urgencias inocultables en materia de salud y pensiones.
El protagonismo mediático del ministro Alfredo Moreno renació con este nuevo anuncio, de la mano con las interrogantes sobre los reales alcances de los titulares enunciados. Más que relevantes cuando la definición de aquella clase media que se promete proteger involucra un debate más que abierto respecto de sus componentes.
En el contexto enunciado y con clave económica- fundamental para la evaluación de la actual administración – de incierto pronóstico, surgen iniciativas urgentes como la anunciada “Clase Media Protegida”, que apunta a brindar mayor protección precisamente a aquellas familias que no han percibido ningún beneficio relevante durante el largo primer año de este gobierno, mientras los indicadores abundan en evidencias de precariedad y mayor endeudamiento, con urgencias inocultables en materia de salud y pensiones.
En el campo mediático la experiencia del “presidenciable” ministro Moreno ha sido de dulce y agraz. Rostro de otros grandes anuncios de políticas sociales como “Compromiso País” y “Acuerdo Nacional para la Araucanía” de discutibles efectos, con el infortunio añadido por el impacto nefasto del caso Catrillanca en sus pretensiones de protagonismo.
En el campo mediático la experiencia del “presidenciable” ministro Moreno ha sido de dulce y agraz. Rostro de otros grandes anuncios de políticas sociales como “Compromiso País” y “Acuerdo Nacional para la Araucanía” de discutibles efectos, con el infortunio añadido por el impacto nefasto del caso Catrillanca en sus pretensiones de protagonismo.
Cuánta agua hay en la piscina para que el gobierno se juegue todas sus cartas en el parlamento en este año que precede un próximo período electoral? Las señales económicas se vislumbran como decisivas para un escenario que al llegar nuevamente a La Moneda, Sebastián Piñera percibía más que auspicioso.
Para su desgracia el actual oficialismo siempre desechó las explicaciones de bajo crecimiento por incidencia de factores externos. Ahora parece obligado a recurrir a lo que antes despreció. Aunque la oposición vive sus miserias políticas, ellas no libran al gobierno de sus pasos en falso y el verse atrapado en sus propias trampas.
Para su desgracia el actual oficialismo siempre desechó las explicaciones de bajo crecimiento por incidencia de factores externos. Ahora parece obligado a recurrir a lo que antes despreció. Aunque la oposición vive sus miserias políticas, ellas no libran al gobierno de sus pasos en falso y el verse atrapado en sus propias trampas.