El miedo, la furia y la guerra sucia. Por Sergio Canals L

por La Nueva Mirada

Amenazados aquí, ahora y siempre. La derecha y el mundo empresarial. Sube el precio del cobre a valores no vistos y el dólar también. No baja como debiera ser. Se retiran dividendos extraordinarios en las empresas. “Miedo a la reforma tributaria”. Fuga de capitales al extranjero.  Créditos más caros y a plazos más cortos. “La crispación política y la incertidumbre”, orientan su acción. ¿Desaparición de las AFP? Parece que finalmente ganará Boric (y Jadue “el comunista”). Se celebra el 18 de octubre junto a su aniversario (fueron violentos ambos), y el inicio de la deliberación sobre los temas fundamentales de la Convención ¡el mismo día! El pueblo ciudadano ha tomado el control sociopolítico (o gran parte de él). Temor y temblor.

“Perdí el control/ ya nada depende de mí/todo depende del miedo/todo me da miedo/y el miedo me quita todo” ( Bertoni)

 El miedo como crisis obliga a una decisión. A huir (“ahuyentan la inversión”), permanecer firme en algunos enclaves de resistencia, o a buscar ayuda en algo (un lugar) o alguien seguro en quien aferrarse.  En un dios. En este caso, el dinero. Se compran dólares y se invierte en departamentos en Miami. Opciones ligadas “a las intensas imágenes de peligros que se avecinan”. Es el relato del temor. Disminuye la generación de empleos. Se ha reactivado la guerra sucia económica. Aunque ya hace tiempo que impera una intensa guerra sucia política entre los candidatos. Padres, familias y fichas clínicas personales a la palestra. Algunos, califican la acusación al presidente como la estrategia clave de esta guerra. Acción que podría llevar al país a una catástrofe definitiva y permanente. (Al igual que el cuarto retiro). Ya algunos hablan de rechazar la nueva constitución antes de que esté escrita. Habrase visto tamaña tontería. El miedo nuevamente.

 Jens Soentgen cita a Heidegger para referirse al temor como “una disposición afectiva que fluye a través de todo el ser. Despliega el mundo en la medida en que focaliza sólo en lo amenazante, en el <ante-qué>.  Se teme por la casa y los bienes. Por los que se ama. El temor se puede entender como una forma difuminada de la angustia”. Continúa, según Aristóteles: “Lo temible tiene el carácter de lo que se aproxima, lo amenazante aún no está aquí, pero se acerca, apunta hacia nosotros y la región de la que proviene resulta amenazante. Produce sufrimiento y dolor.”  En medio del miedo, nos “experimentamos mucho más expuestos que en las situaciones de preocupación cotidiana”. El miedo “nos pone frente a nosotros mismos”, en un mundo en que la realidad total se transforma mágicamente en amenaza.

El miedo hace que las personas se reúnan para deliberar. Por eso es parte originaria e infaltable de la actividad política. El miedo y la furia asesinan la mente. Más bien, el alma. Anulan la empatía. “Asesinan” a los otros. Nos ponen en situación de un “presente primitivo” donde no hay rostro humano.

El día 17 aparecieron muchos análisis sobre el 18 de octubre y su impacto, centrados fundamentalmente en las causas de esta “revolución social” violenta, y la realidad presente actual. La conclusión general: las causas fundamentales se mantienen. Algunas agravadas por los efectos de la violación de los derechos humanos no resueltos en la justicia, y por los casos de corrupción conocidos sumados a la pandemia (hoy endemia), que deja destrucción laboral y 50.000 muertos. Agreguemos las profundas desigualdades, la lejanía de la elite económica y política, las diferencias apabullantes en la educación y la salud, las pensiones indignas, el aumento de los campamentos, el probable aumento futuro de la pobreza, el retroceso de la clase media (que siempre fue baja), la mantención y aumento de la riqueza y pobreza estructurales, (y por lo tanto de la violencia estructural) y mucha, mucha injusticia social. Por otra parte, la delincuencia se hace más violenta, se intensificó el narco tráfico violento, y en la “macrozona” sur, recrudece la guerrilla irregular y sus muertos.

Es decir, las condiciones para nuevos “estallidos” revolucionarios sociales violentos son fuerzas que mantienen su intensidad y cursos turbulentos entrópicos. ¿La violencia como “partera de la historia”? Más bien, la violencia como parte (ra) de la historia. Por último, como un aborto de la historia, reconociendo eso sí, la presencia de “puntos de catástrofes” que acompañan las transformaciones radicales y la generación de lo absolutamente nuevo.

Los murmullos desesperados de los excluidos y marginados, de las personas más débiles y vulnerables, de los jóvenes que patean piedras y celulares, de las familias-especialmente mujeres y madres-, que patean la pobreza y el desempleo, sólo han estado parcialmente sofocado por las mascarillas, los incontables subsidios, bonos, retiros y efectos macroeconómicos presentes (y futuros) asociados. Hoy renacen como un grito necesario- violento y sin miedo-, que puede volver a estremecer al país. Probablemente, ni las elecciones y la nueva Constitución lograrán acallarlos. Caminan a destiempo.

Ya no será entonces la aparición del terror frente a la aparición del rostro distinto del otro, sino la presencia devastadora de la angustia que nos pone frente a la nada.

La nada del miedo, la furia, y la guerra irregular.

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