El pugilismo político en las redes sociales tiene más espectadores de los que imaginamos. Dan Bongino, ex integrante del servicio secreto estadounidense dice no saber explicarse las altas audiencias de sus programas en las redes digitales. Aunque, a reglón seguido, revela que su equipo de redactores, audiovisualistas, analistas y creadores de memes no paran de trabajar. La realidad es que el Sr Bongino es un multimedio en sí mismo y su lenguaje conectó – como miles de Bongino en EE UU – gracias al gran despliegue financiero de conocidos millonarios conservadores para que Trump mantuviera y profundizara su despliegue doctrinario a través de miles de pugilistas en las redes y los medios. Y así neutralizar las opiniones de demócratas, liberales, antirracistas y un sinfín de opositores.
Dan Bongino, ex integrante del servicio secreto estadounidense dice no saber explicarse las altas audiencias de sus programas en las redes digitales.
Los conservadores agregaron al terror la desfachatez de transformar la realidad en una historiografía desprovista de lógica, donde países pequeños serían capaces de atacarlos y desorganizarlos como potencia, igualmente a sus aliados, transformando en un sentido común la amenaza supuesta de enemigos internos y externos. El origen es la manipulación del sentido común empleando recursos matonescos y mentiras que amenazan y atemorizan en las redes y los medios conservadores. Parte significativa de la población estadounidense y la de los pueblos latinoamericanos termina atrapada en una trampa en la que la ultraderecha continental invierte grandes recursos financieros y humanos. No agrego tecnológicos porque en este plano la tecnología es un comodoty.
Este despliegue conservador por primera vez se encuentra en EE UU con una respuesta editorial contundente por parte de la redes y medios. Siendo la mas clara e instantánea la de twitter, que advirtió de la difusión de grandes mentiras para que luego lo hicieran una diversidad de medios, canales y otras redes.
Los ultraconservadores a nivel internacional transitan a transformarse en una minoría agresiva financiada y desplegada en busca de contundente visibilidad sin mayores escrúpulos. Da igual como ella se consiga. Ya sea con la virtud o la malicia para dar a conocer planteamientos y levantar personajes. “Los y las Bongino” se han multiplicado, transformándose en un clásico en las Américas.
Esa derecha continental creó la industria del pugilismo político, donde la verdad importa menos que la comunicación.
Esa derecha continental creó la industria del pugilismo político, donde la verdad importa menos que la comunicación. Baricco, el escritor y filósofo italiano ya plantea en detalle este dilema en su libro Los Barbaros publicado el 2006. Ahora es una realidad abismante. La comunicación política se asemeja a la mercantil en cuanto la información se encubre de emociones para generar empatía con un producto. Agreguemos a lo anterior que en las redes los algoritmos nos insisten majaderamente que comuniquemos lo que hacemos y lo que sentimos y menos lo que pensamos. Son felices cuando ponemos un me gusta o un rechazo. Quienes sacan provecho de esta polarización son los peleadores callejeros de la politíca. No es que hayan aplanado al resto, pero ellos mismos están sorprendidos de la cantidad de gente que les presta atención. Emplean a destajo las impresiones en la comunicación y las informaciones que alientan auditores y atontan a críticos. Destacan cualquier cosa impactante. Es probable que hayan mutado y sean así tal como los vemos, haciéndonos gracias y armando bochinches para captar nuestra atención. Así ganan elecciones y las pierden, son tan efímeros como todos. Sin embargo, lograron adulterar las comunicaciones y eso merece una debida atención.
Agreguemos a lo anterior que en las redes los algoritmos nos insisten majaderamente que comuniquemos lo que hacemos y lo que sentimos y menos lo que pensamos.
Quienes sacan provecho de esta polarización son los peleadores callejeros de la politíca.
Este pugilismo se enmarca en agresiones y falsificaciones. Lo que antes era usado por las inteligencias militares de grandes países para confundir y adoctrinar, ahora lo emplean políticos o sus servidores para riñas comunicacionales. Estas involucran a miles de personas que no están inmóviles o indemnes ante una TV, ahora lo hacen frente a un utensilio electrónico que les permite compartir la rabia recibida, transformarla en otra o responderla con la misma intensidad. Esa derecha acude a un lenguaje agresivo, personal, y funcionan bien con las redes pues en ellas prima el conflicto. Los algoritmos actuales están diseñados para resaltar lo que llama más la atención de la gente. La palta mágica, el sobrino zurdo de un derechista, la progresista que se pasó a la derecha, una riña a muerte, el golpe de estado de los demócratas en EEUU… un accidente, los activistas venezolanos… soy perseguido… suma y sigue la victimización, el miedo y las trampas.
Lo que antes era usado por las inteligencias militares de grandes países para confundir y adoctrinar, ahora lo emplean políticos o sus servidores para riñas comunicacionales.
Esa derecha acude a un lenguaje agresivo, personal, y funcionan bien con las redes pues en ellas prima el conflicto.
En nuestro país llama la atención como la derecha emplea el lenguaje de sus asesores argentinos en el uso de las redes y el big data.
Javier Macaya, diputado de la UDI, dio una muestra de esta asimilación de la clase política conservadora a sus pares argentinos, cuando definió a Ricardo Yáñez, nuevo Director General de Carabineros, como zurdo. Lo traicionó el lenguaje. La derecha rioplatense emplea ese término para referirse peyorativamente a la gente de pensamiento o militancia de izquierda.