El “sarchiapone”, la poca transparencia frente al Covid-19

por La Nueva Mirada

Luis Marcó

“Chiari entra y saluda a Campanini y a los demás viajeros (de la cabina del tren). Campanini, en un momento dado, se levanta y toca un cesto cubierto por un paño colocado en la red, y se retrae como si le hubieran mordido. Invita a los demás a que no hagan ruido para no molestar al ‘sarchiapone’, notoriamente irritabilísimo. Chiari, vanidoso y farolero, no quiere hacer ver que ignora qué es un ‘sarchiapone’, y empieza a hablar de él con desparpajo, ostentando haber tenido trato con ‘sarchiapones’ desde su juventud…”

“Chiari entra y saluda a Campanini y a los demás viajeros (de la cabina del tren). Campanini, en un momento dado, se levanta y toca un cesto cubierto por un paño colocado en la red, y se retrae como si le hubieran mordido. Invita a los demás a que no hagan ruido para no molestar al ‘sarchiapone’, notoriamente irritabilísimo. Chiari, vanidoso y farolero, no quiere hacer ver que ignora qué es un ‘sarchiapone’, y empieza a hablar de él con desparpajo, ostentando haber tenido trato con ‘sarchiapones’ desde su juventud…”

Umberto Eco. Kant y el ornitorrinco

Una de las virtudes de la comedia es poner frente a nuestra cara los vicios o deficiencias que conlleva el carácter o las acciones, nadie escapa de alguna de sus caricaturas. Los italianos, maestros del género, satirizan cualquier cosa, una cualidad poco común que seguramente viene de su historia larga y la experiencia geográfica de confluir entre culturas diversas. Referirse al Covid-19 evidentemente no es ninguna comedia, pero muchas de las respuestas políticas en el mundo tienen algún viso de eso y, en el extremo, incluso locuras como las de Trump o Bolsonaro.

así sigue una larga lista de episodios que limitan con lo absurdo.

En los últimos meses hemos visto, en el plano internacional, diferentes respuestas políticas a la pandemia del Covid-19; muchas de ellas han sido erráticas, insuficientes o incluso contradictorias entre sí. Es curioso que siendo bastante claro lo que se debe o no hacer se termine, desde los gobiernos, alimentando la confusión. En el caso chileno hemos pasado de mascarillas innecesarias a obligatorias, de llamar a evitar aglomeraciones a repletar los consultorios por la vacuna contra la influenza estacional, notarías con largas colas porque nadie previó la tramitación masiva de finiquitos, autoridades de salud empujando la vuelta clases y de educación tomando distancia de ello; así sigue una larga lista de episodios que limitan con lo absurdo.

El tratamiento político de la epidemia ha sido demoledor con la transparencia, esquivando la auditoría de los organismos y actores políticos competentes.

La política, aquella que ordena, conduce e informa no es evidentemente una excepción y lo que impera es el déficit de información ya sea intencional o no. No son pocos los gobiernos que han jugado con las cifras de muertos y contagiados y que, sobrepasados por la realidad cruda, terminan corrigiendo a peor las estadísticas oficiales. El tratamiento político de la epidemia ha sido demoledor con la transparencia, esquivando la auditoría de los organismos y actores políticos competentes. Tampoco contribuye la forma como se presenta la información que, en nuestro país, asume que la mayoría de muertes son atribuibles a enfermedades de base, un discurso que refuerza el equívoco de que esto es algo que complica a “otros”. Ni hablar de los muertos contabilizados como recuperados.

la mayoría de muertes son atribuibles a enfermedades de base, un discurso que refuerza el equívoco de que esto es algo que complica a “otros”. Ni hablar de los muertos contabilizados como recuperados.

En la comedia italiana citada por Eco, que por cierto está en youtube[i], se pone en escena la reacción de un grupo de personas frente a algo desconocido que suponen que está en un cesto cubierto. Campanini, que comparte un cubículo en un tren, mete la mano en el canasto y finge ser mordido sin que nadie vea la criatura que supuestamente lleva. Según su versión se trataría de un sarchiapone muy agresivo. No hace falta mucho para que un envanecido pasajero, Chiari, devenido en conocedor de los sarchiapone, le otorgue distintos atributos que son rápidamente objetados por Campanini. El sarchiapone no tiene hocico, nariz, plumas, tampoco aletas, etcétera…no es carnívoro, sino vegetariano. Nada es muy claro en un diálogo que es un simple ejercicio de adivinación por parte de Chiari. Ante el desconcierto y la especulación que se genera al final se revela que el sarchiapone es solo un invento, un simple ardid de Campanini para que los otros viajeros, amedrentados, abandonen la cabina y éste pueda disfrutar el viaje a sus anchas.

El sarchiapone no tiene hocico, nariz, plumas, tampoco aletas, etcétera…no es carnívoro, sino vegetariano.

Umberto Eco aprovecha esta escena para preguntarse cómo nos enfrentamos a cajas cerradas cuyo contenido es algo desconocido, cual es la lectura o interpretación que les damos. Es un juego interesante que tiene que ver con expectativas, prejuicios, información sesgada y otros elementos. Así ejemplifica que un paquete de regalo en un cumpleaños es algo que se agradece incluso antes de abrirlo porque suponemos la buena intención del que lo ofrece. Para Eco las cajas cerradas, es decir, aquellas que potencialmente pueden abrirse, normalmente nos inducen a colaborar aún sin saber qué es lo que realmente encierran. Todo esto requiere de un acto de fe, en especial hacia quien controla el contenido, de otra forma surge lo que Eco llama la desconfianza preventiva.

el cruce de las decisiones sanitarias con las de índole política y económica es un factor que tiende a instalar una mayor desconfianza y puede terminar incidiendo en la escalada de la epidemia.

Es obvio que la pandemia no es una caja vacía, se trata de un peligro real y brutalmente concreto. Si Campanini introdujera la mano en la “caja” que habita el Covid-19 sin duda terminaría contagiado y por su edad con dudoso pronóstico. El problema surge si el contenido de una caja, existente o no, es manipulado por quien tiene la información, es decir, si la cosa se hace funcional a un propósito determinado. En esta línea, el cruce de las decisiones sanitarias con las de índole política y económica es un factor que tiende a instalar una mayor desconfianza y puede terminar incidiendo en la escalada de la epidemia. Las manifestaciones que se hacen nuevamente recurrentes en Plaza Italia/Dignidad advierten que la pandemia es cada vez menos incidente en la forzada paz social que se generó con la irrupción de los primeros contagios en marzo. Una señal que debería considerarse porque el gobierno ha ido cambiando el foco de lo esencial, que es evitar un súbito aumento de los contagios, a cuestiones totalmente accesorias para este momento en particular.

En Europa, los países que comienzan a reabrir sus comercios, lo están enfrentando con muchas dificultades y gradualmente.

La vuelta a una “normalidad” laboral, ilustra este absurdo ya que tiende a relevar la dificultad de la conciliación de políticas, tensionando prematuramente la restricción social versus la reactivación. A falta de medidas y políticas oportunas para la erradicación temprana de la epidemia, el gobierno optó por administrarla. Puede haber sido una opción realista o inevitable, pero eso pasa por entender que nuestra relación con el virus no es otra cosa que nuestra relación con los demás. Lo anterior se dice en simple pero es un cambio cultural y psicológico enorme, que requiere adaptación. En Europa, los países que comienzan a reabrir sus comercios, lo están enfrentando con muchas dificultades y gradualmente.

Desde entidades que participan del modelamiento de la evolución de la epidemia se ha advertido que falta información y es necesaria más transparencia hacia la población.

Hay un segundo elemento más inasible y esquivo. Es cuánto pesa la política en las decisiones una vez que se entra en una lógica de minimizar o potenciar los efectos de la pandemia, según se busca un objetivo u otro. En este contexto se puede hablar de los fundamentos de las cuarentenas dinámicas que supuestamente se aplican con criterios técnicos, pero que vemos varía por la presión de alcaldes o ignotas razones que establecen literalmente cuarentenas estáticas para algunas comunas. Desde entidades que participan del modelamiento de la evolución de la epidemia se ha advertido que falta información y es necesaria más transparencia hacia la población. La subsecretaria del Ministerio de Ciencias ha replicado que el estándar de transparencia no podría ser el mismo en tiempos de epidemia. Esta caja cerrada exige o presupone un mayor acto de fe por parte de la ciudadanía, pero olvida que estamos en las sociedades de la información. De ahí a la desconfianza preventivay la afectación de la colaboración ciudadana puede haber poco espacio.

Ahora que las cifras de contagios van en aumento el Ministro de Salud se lamenta por casos de desobediencia ciudadana y anuncia que vendrán medidas más drásticas…una historia que bien podría haberse controlado con mensajes más claros y menos contradicciones.

Finalmente, si ha habido algo ausente en la política del gobierno es situar qué significa esta epidemia y sus consecuencias. En todo esto pareciera primar un formato para transmitir que se tienen las cosas bajo control y copar los espacios comunicacionales. Frente a un gobierno que mantiene un magro nivel de respaldo ciudadano habría sido esperable una mayor educación sobre las decisiones y prevenciones de esta crisis. Ahora que las cifras de contagios van en aumento el Ministro de Salud se lamenta por casos de desobediencia ciudadana y anuncia que vendrán medidas más drásticas…una historia que bien podría haberse controlado con mensajes más claros y menos contradicciones. La historia de Campanini se basa en algo concreto: con el sarchiapone no se puede andar con juegos. Si eso es válido para una quimera de una fértil imaginación, que cabe decir de un virus que en cuatro meses ha puesto en jaque al mundo entero y a la globalización. La transparencia entonces no solo es deseable, sino algo extremadamente necesario y, por cierto, exigible.

La transparencia entonces no solo es deseable, sino algo extremadamente necesario y, por cierto, exigible.


[i] https://www.youtube.com/watch?v=nywnVhPyiIg

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