El soterrado “estallido” de la pandemia. Por Luis Marcó

por La Nueva Mirada

Como ocurre con los entrenadores de fútbol, cuando a un ministro se le empiezan a hacer “gestos” de respaldo es porque la cosa se ve malita y se acerca la salida, pero entre ese dato y el cambio efectivo siempre hay tiempo para que todo vaya algo o mucho peor.

Es lo que se ha instalado a partir de la materialización del escenario “catastrófico” que esbozó el ministro Enrique Paris como argumento para postergar las elecciones municipales, de gobernadores y constituyentes. Pero, además, el propio ministro se complica al pasar por diversos estados emocionales, desde el negacionismo a una especie de resignación…tiempo para el berrinche y la rabia, tiempo de pucheros y autocompasión, y un tímido llamado solidario apelando al patriotismo. Sin embargo, para efectos del curso de la pandemia nada de eso importa, este es un tren que frena lentamente y a distancias muy largas; lo que pone en el centro las responsabilidades políticas frente a tanta medida contradictoria.

¿En qué se equivocó el atribulado ministro Paris?, ¿no supo leer la evolución de la pandemia o es que pecó de incauto al no entender la impronta que define a este gobierno? Déjenme apostar por lo segundo, porque el quid del asunto está íntimamente ligado al carácter del gobierno y menos a los derroteros del virus. A poco más de un año de la llegada de la pandemia, con las polémicas “cuarentenas dinámicas” del exministro Mañalich, es obvio que para el gobierno la historia ha sido cómo manejar la economía mientras, con el rabillo del ojo, miraba la salud pública. La prioridad económica es lo que mantiene a Piñera con cierto respaldo de los fácticos de siempre y es claro que para el mandatario los negocios son parte esencial de sus decisiones. No en vano el Ministro de Economía, Lucas Palacios, ha tenido un protagonismo inusitado en el último tiempo y en paralelo el Ministerio de Salud ha estado condicionado por las directrices del denominado Segundo Piso.

La debilidad política del Ministro Paris es evidente, sin margen de acción y con poco respaldo, la autoridad prefiere polemizar con la prensa internacional suponiendo un complot improbable. Todo porque varios medios extranjeros advierten con alarma el colapso creciente de la red de salud en el país, a partir del exceso de confianza en los resultados de la vacunación. Días antes, el Presidente Piñera anunciaba la postergación de elecciones porque estábamos atravesando una “segunda ola mundial” de la pandemia, distanciando la responsabilidad por la apertura de malls, vuelta a clases, casinos y viajes dentro y fuera del país. Por cierto, también da que pensar que justo después del período de relajo estival vuelven a saltar los conflictos de interés del mandatario, perdonazo tributario mediante a la cadena Enjoy en la que habría participación de una sociedad de sus hijos; investigación de Contraloría sobre el manejo del famoso fideicomiso ciego y la revelación de un aumento de la fortuna familiar de US 2,6 mil millones a US2,9 mil millones. A todas luces un buen “bono” para un período de tanto estrés y el premio de ubicarse como la cuarta fortuna del país.

El actual escenario político tiene varios aspectos más complejos que el 18/O. De hecho, el estallido social tuvo un canal político con el acuerdo para plebiscitar una nueva Constitución; la crisis sanitaria, en cambio, no se negocia, se padece. A eso se suma que existe bastante consenso médico que esta segunda ola era evitable si hubiese existido una fiscalización efectiva y campañas de riesgo apropiadas. La variable de la estupidez generalizada, que puede tener cierto asidero, debiera haber sido parte del diseño de las políticas públicas, para eso son precisamente los gobiernos cuando gobiernan. Así las cosas, lo que se espera, al menos para abril y mayo, es que enfrentemos el dilema de la última cama, o que la mortandad en los hogares aumente como ocurrió en Guayaquil en la primera ola, lo que configuraría un cambio dramático en el clima doméstico; una suerte de estallido soterrado cruzado por el miedo, la rabia y la impotencia.

Frente a esto las oposiciones enfrentarán la disyuntiva de impulsar o no una acusación constitucional contra el Presidente, cuestión que divide no solo por el precedente que comporta, sino por la complejidad institucional cuando la pandemia está en alza. Pero no hay que perder de vista que el propio mandatario fijó los ejes para esta última etapa del gobierno que fueron: velar por la correcta ejecución de los procesos electorales, gestionar adecuadamente el covid-19 y sentar las bases de la recuperación económica. De estos tres objetivos es fácil discernir en que canasta se pusieron los huevitos, aunque así y todo descendiéramos de A+ en la clasificación del riesgo-país a A. Y no es que esa prioridad económica sea en si algo censurable, a menos que se lucre con ello y entremos en una catástrofe sanitaria recurrente mezclada con autoritarismo con afanes productivos…¿o ya estamos?

En este cuadro de inexorable desastre sanitario e imposición de cuarentenas, en buena parte deslegitimadas por la falta de credibilidad del gobierno, es obvio que la permanencia o no del Ministro Paris importa muy poco. En el caso que las restricciones de movilidad no surtan un efecto significativo la salida de la crisis vendrá con la última etapa de vacunación, lo que pone cuesta arriba la estabilidad del gobierno. Y esto no solo tiene que ver con el aumento de muertes, sino porque los expertos y el Colegio Médico advirtieron lo que podía ocurrir. Oídos sordos y bolsillos llenos, podría ser la consigna.

En este barco a la deriva lo único constante y predecible ha sido la pandemia. Para los franceses del siglo XVIII la ciencia y la medicina era parte del orgullo y distinción cultural. E. Littre, un destacado miembro de l’institut de médicine de la época, veía muy superada la idea que la enfermedad se originaba por ciertas fuerzas ocultas; el esfuerzo académico estaba no solo en entender las patologías sino también las “leyes de la salud”, prolongando las expectativas de vida y el bienestar general. El argumento del Presidente Piñera que enfrentamos una segunda ola mundial no solo es pueril, sino que supone una especie de vuelta a esa idea de una fuerza oculta e inexorable. El pensamiento mágico aparece de forma y lugar inesperado. Varios medios de prensa dicen que por estos días lo que hay en La Moneda es desconcierto frente a la debacle, probablemente también ansiedad de retomar la forzada normalidad económica…pero no es necesario darle más vueltas, después de todo el que nace martillo ve puros clavos…o negocios. 

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