El verdadero reality de los Argandoña. Columna de Luis Breull

por La Nueva Mirada

“Somos una familia de mierda”, dice Raquel Argandoña en una demorada entrevista a Amaro Gomes-Pablos en el matinal Bienvenidos de Canal 13, entre lágrimas, sollozos y una actitud derruida, de profunda derrota. Un caso que por días se mantuvo en máxima exhibición en el resto de los canales de TV y que la estación de Andrónico Luksic resolvió omitir por completo hasta que comenzara el proceso judicial.

Sin negar o esconder esta vez las miserias que –como un iceberg- por años solo dieron pequeños indicios de admisibilidad, tras la pantalla de un exitismo arrollador, la panelista y polémica excondutora de TV sinceró la situación que atraviesa luego del parricidio frustrado que cometió su hijo Hernán en contra de su padre, por lo que quedó en prisión preventiva.

sirve para entender las lógicas mediáticas de la TV en su más descarnada y carroñera actitud para explotar el morbo de cualquier persona que cae en desgracia

Un caso que, más allá de la mera farándula policial en que se podría enmarcar, sirve para entender las lógicas mediáticas de la TV en su más descarnada y carroñera actitud para explotar el morbo de cualquier persona que cae en desgracia; más si su fama le antecede como personaje que profitó por años de construirse un perfil arrogante y todopoderoso.

El viejo espectáculo familiar de la intimidad

Desde la irrupción de la telerrealidad con Gran hermano, en Europa a fines de los 90, los códigos del hacer televisivo se transformaron para siempre. Lo grotesco se instaló como referente carnavalesco en el humor y la entretención, y la necesaria frontera entre la información o el resto de los géneros se diluyó en una hibridación permanente que degradó para siempre el valor del periodismo televisivo (mutado a infoentretención dramatizada).

una hibridación permanente que degradó para siempre el valor del periodismo televisivo (mutado a infoentretención dramatizada).

El 9 de octubre del año 2012, TVN emitió el primer capítulo del polémico y fracasado reality Las Argandoña, antecedido de una fuerte campaña de denuesto en twitter por el costo -cercano a los 250 millones de pesos- que tendría el programa, mayoritariamente para pagar a Raquel y su familia. La información fue entonces ratificada en la prensa por el Directorio de la época, bajo el argumento que se trataba de un proyecto de entretención, circunscrito a montos habituales en la industria. Un programa proyectado para durar cinco meses y que lejos de pasar sin pena ni gloria, marcó simbólicamente el desperfilamiento absoluto del sentido de televisión pública de TVN y parte del proceso de debacle posterior de su pantalla bajo la animadversión explícita de parte de sus audiencias.

marcó simbólicamente el desperfilamiento absoluto del sentido de televisión pública de TVN y parte del proceso de debacle posterior de su pantalla bajo la animadversión explícita de parte de sus audiencias.

Antes del debut de este docurreality –género muy en boga entonces-, en una entrevista que le di a mis alumnos de dirección audiovisual en la UC, les advertí que sería un rotundo fiasco y que nada se podría esperar de él. Y luego de su segunda emisión, en un reportaje de Publimetro, que las cifras obtenidas eran irremontables, sumado a ser un contenido ajeno a una real televisión pública, lo que traería otros costos a la imagen e identidad del canal sumado al de su pantalla.

La entonces panelista de TVN y figura principal del formato de telerrealidad culpó a los directivos del canal por no apoyar el espacio y dejarlo abandonado a su suerte, en medio de una fuerte arremetida de indignados en redes sociales por el despilfarro de recursos en beneficio de la familia Argandoña.

El proyecto dirigido por Felipe Vera promedió 12 puntos de rating hogar en su debut (donde en los primeros cuatro minutos perdió el 40% de la audiencia heredada del tren programático), frente a 28 del reality Pareja Perfecta de Canal 13. Su segundo capítulo ya estaba en 9 puntos y en cuarto lugar en su horario, criticado también por estar absolutamente maqueteado o guionizado, sin espontaneidad. La entonces panelista de TVN y figura principal del formato de telerrealidad culpó a los directivos del canal por no apoyar el espacio y dejarlo abandonado a su suerte, en medio de una fuerte arremetida de indignados en redes sociales por el despilfarro de recursos en beneficio de la familia Argandoña.

Como balance final, el docurreality estuvo 11 semanas al aire, recortó sus capítulos a la mitad de su duración y concluyó a fin de año. Raquel Argandoña, fiel a su estilo, declaró en La Tercera; “Nunca digo lo que gano, pero la gente sabe que no hago nada gratis… Mi sueldo es nada comparado con lo que ganan otras personas en televisión… cada uno cobra de acuerdo con lo que le parece” (14 de octubre 2012).

El abogado Carlos Zepeda, entonces presidente del Directorio de TVN, dijo en una entrevista a Qué Pasa -14 de diciembre 2012- que “la fórmula de los realities ha sido el sustento del liderazgo de Canal 13. Me alegra que el directorio de TVN no haya querido avanzar en esa línea”.

 Altibajos, estallido y debacle

Luego de esta experiencia frustrada en TVN, Argandoña migró a Canal 13 como panelista de su matinal y apoyo a otros programas. Así se mantuvo hasta que el 3 de junio del año pasado fue despedida por el director ejecutivo de la estación, Javier Urrutia, quien a los pocos días también fue cesado en su cargo. Al asumir la dirección de la señal el hijo del dueño, Maximiliano Luksic, una de sus primeras acciones será recontratarla y reincorporarla al franjeado magacinesco.

Al asumir la dirección de la señal el hijo del dueño, Maximiliano Luksic, una de sus primeras acciones será recontratarla y reincorporarla al franjeado magacinesco.

Argandoña, no quiso referirse entonces a este episodio. Siguió cultivando su perfil duro en pantalla, hasta que llega el estallido social de octubre y su rol como panelista se muestra opinante y acogedor de las demandas reclamadas en medio del proceso. Interpela en pantalla a figuras políticas de diversos sectores y de a poco, su rol se verá frenado por cambios en la composición de los paneles, con mayor relevancia para periodistas conductores del área de prensa de Canal 13.

Es en este marco, sucedido por la pandemia, que Raquel Argandoña se verá familiarmente envuelta en un hecho de sangre, el pasado 11 de agosto, en donde su hijo agrede con un corvo a su padre y le dispara en el living de su casa, en un parricidio frustrado de acuerdo a la formalización judicial.

El silencio del Canal, del programa y el suyo propio mientras en el resto de los matinales y en la prensa en general daban una amplia cobertura al caso, muestran el complejo instante que atraviesa. Tal fue el interés despertado por la audiencia de formalización de Hernán Calderón hijo que esta fue la segunda más vista en la historia del canal de TV del Poder Judicial (con más de 300 mil visitas). 

Tal fue el interés despertado por la audiencia de formalización de Hernán Calderón hijo que esta fue la segunda más vista en la historia del canal de TV del Poder Judicial (con más de 300 mil visitas). 

Y no será hasta este miércoles que reaparecerá Raquel Argandoña refiriéndose a esta crisis familiar como una “…muerte en vida”. Un proceso de la que ella tilda como “una familia muy rara”, en donde su hijo recibió su primera arma a los 12 años y a los 14 ya contaba con su primer auto.

En un confesionario como nunca se vio en su anterior docurreality en TVN, admitió ante Amaro: “si alguien debería ir a la Justicia soy yo y Hernán”.  Dando cuenta del fracaso como padres – “nosotros fallamos como papás”- recalca que todos ellos necesitan tratamiento, por ser una familia muy expuesta. Y cree que su hijo no es un asesino, sino que está enfermo (aunque al comentar la tenencia de armas, explicó que tenía permiso psicológico para ello). Entre lágrimas y casi sin aliento decía que no quiso matar a su padre sino solo asustarlo.

Completamente doblegada por la realidad, la otrora diva de la TV en dictadura, la panelista irrefrenable y displicente, mostraba por primera vez su lado más frágil, reiterando que la cárcel no es una solución en este caso, advirtiendo públicamente: “si mi hijo se mata, yo me mato”.

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