Por Marcelo Contreras N.
Director
La Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, eligió inteligentemente el momento para visitar Venezuela. Un país al que ha monitoreado hace largo tiempo y sobre el que emitió un lapidario informe preliminar acerca de la precaria situación que vive el país en la sensible materia, que con esta reciente visita buscó corroborar.
En efecto, la visita se produjo en momentos que el conflicto entre el gobierno de facto, presidido por Nicolás Maduro, y el autoproclamado presidente encargado, Juan Guaidó, parece entrar en una planicie y compás de espera, luego que Noruega confirmara que se abrían vías de diálogo y negociación entre ambas partes.
En efecto, la visita se produjo en momentos que el conflicto entre el gobierno de facto, presidido por Nicolás Maduro, y el autoproclamado presidente encargado, Juan Guaidó, parece entrar en una planicie y compás de espera, luego que Noruega confirmara que se abrían vías de diálogo y negociación entre ambas partes.
Un momento adecuado para reunirse con representantes de ambos sectores, organizaciones sociales, y diversas personalidades, escuchando sus argumentos, recibiendo testimonios de víctimas, visitar lugares de detención, demandar medidas inmediatas y mantener finalmente un grupo de observación en el país.
Aún es necesario conocer el informe final sobre su visita, anunciado para comienzos de Julio, pero resulta previsible que dicho documento refleje en forma fiel la profunda crisis social, política, económica y humanitaria que hoy vive Venezuela, así como la preocupación y ocupación de Naciones Unidas al respecto.
Una función que no es de política contingente, como demandan algunos “afiebrados”, que llegaron a demandar que ella hubiese acompañado a Sebastián Piñera a Cúcuta, reconociera a una de las partes en desmedro del resto, liberara a todos los presos políticos, repusiera la vigencia del Estado de Derecho y viabilizara la convocatoria a elecciones libres y democráticas. Algo demandado, con abierta demagogia por diversos personajes en Chile y el exterior, desconociendo los ámbitos de competencia de Naciones Unidas.
Esa es la verdadera función de una Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Una función que no es de política contingente, como demandan algunos “afiebrados”, que llegaron a demandar que ella hubiese acompañado a Sebastián Piñera a Cúcuta, reconociera a una de las partes en desmedro del resto, liberara a todos los presos políticos, repusiera la vigencia del Estado de Derecho y viabilizara la convocatoria a elecciones libres y democráticas. Algo demandado, con abierta demagogia por diversos personajes en Chile y el exterior, desconociendo los ámbitos de competencia de Naciones Unidas.
También resulta algo patético que personeros de organismos no gubernamentales, como el Director de la División de las Américas de Human Rights Watch, el abogado chileno José Miguel Vivanco, de dilatada experiencia y trayectoria en organismos internacionales, intente pautear lo que la alta comisionada debiera hacer en su visita a Venezuela, conociendo perfectamente sus ámbitos de competencia.
También resulta algo patético que personeros de organismos no gubernamentales, como el Director de la División de las Américas de Human Rights Watch, el abogado chileno José Miguel Vivanco, de dilatada experiencia y trayectoria en organismos internacionales, intente pautear lo que la alta comisionada debiera hacer en su visita a Venezuela, conociendo perfectamente sus ámbitos de competencia.
Marcadas de grotesca demagogia se conocen las críticas que sectores oficialistas en nuestro país, incluyendo al propio gobierno, su coalición política y sectores de la ultra derecha, han emitido en contra de la Alta Comisionada, por evidentes razones de política domestica, con inocultable obsesión por el potencial liderazgo que sostiene Bachelet en las encuestas.
Ello habla muy mal del gobierno y sectores políticos que debieran valorar que una ex mandataria chilena haya accedido a un alto cargo en Naciones Unidas y lo desempeñe con rigor y solvencia, atendiendo la situación de derechos humanos no tan sólo en Venezuela, sino en el resto del mundo ante críticas situaciones de relevante emergencia.
Ello habla muy mal del gobierno y sectores políticos que debieran valorar que una ex mandataria chilena haya accedido a un alto cargo en Naciones Unidas y lo desempeñe con rigor y solvencia, atendiendo la situación de derechos humanos no tan sólo en Venezuela, sino en el resto del mundo ante críticas situaciones de relevante emergencia.
Habla de temor e inseguridad de la derecha respecto de su propio futuro. Muestra pequeñez y rusticidad. Escasa cultura política y nula comprensión acerca de cómo funcionan los organismos internacionales como Naciones Unidas y como debiera funcionar la OEA y otras organizaciones supranacionales.
Habla de temor e inseguridad de la derecha respecto de su propio futuro. Muestra pequeñez y rusticidad. Escasa cultura política y nula comprensión
La reciente visita de Michelle Bachelet a Venezuela ha sido reconocida como una valiosa contribución a la aflictiva y compleja situación que vive ese país, por sectores de la oposición venezolana y la comunidad internacional, que pone sus esperanzas de solución en los esfuerzos que se despliegan en Noruega para lograr una salida política a dicha crisis. Al respecto se echa de menos una política de Estado que debiera unir a los chilenos.
Al respecto se echa de menos una política de Estado que debiera unir a los chilenos.