Elecciones en Madrid. Una sociedad de derecha. Por Patricio Escobar (Barcelona)

por La Nueva Mirada

El triunfo de la derecha extrema en las elecciones de la Comunidad de Madrid, en España, es un antecedente peligroso. No solo por lo que supone la alta adhesión de la ciudadanía a un ideario radicalmente conservador, sino por lo que implica un régimen que ha heredado la impronta de sus forjadores: la dictadura franquista.

En una mañana madrileña más bien fría en un 13 de febrero, en el céntrico cementerio de la Almudena, una joven de 18 años de nombre Isabel Medina, lanza una proclama frente a centenares de personas. “() Es nuestra suprema obligación luchar por España y por Europa, ahora débil y liquidada…”. Los asistentes aplauden de manera efusiva, asintiendo emocionados frente a cada una de sus afirmaciones. Esta España débil y liquidada, al igual que el continente, lo es por efecto de un enemigo, “…el enemigo que siempre va a ser el mismo, aunque con distintas máscaras, el judío.”[1]

Esto no ocurrió en el año 1939 cuando el bando nacional estaba a punto de tomar Madrid hacia finales de la Guerra Civil, ni tampoco un par de años después, cuando desde la estación del Norte de Madrid, la División Azul se embarcó en los trenes que la llevarían a apoyar el asedio de los nazis a la ciudad de Leningrado. No. Esto ocurrió este año 2021, en un acto en recuerdo de la “gesta” de los voluntarios españoles que fueron a combatir el comunismo y que fue autorizado por la Delegación del Gobierno en la ciudad. El mismo Gobierno que gusta autodefinirse como “el más progresista de la historia de España”.

Isabel Díaz Ayuso

Una sensación de estupor ha quedado flotando en el ambiente luego de conocerse los resultados de la elección autonómica de la Comunidad de Madrid este 4 de mayo, en que la gran triunfadora fue la actual presidenta Isabel Díaz Ayuso, que aumentó de 30 a 65 diputados, obteniendo 1,6 millones de votos, superando la suma de los tres partidos de izquierda (PSOE, Más Madrid y Podemos). Si bien le habrían faltado 4 escaños para obtener la mayoría absoluta, ello no supone un problema puesto que el partido fascista VOX ha obtenido 13, que ha puesto a su completa disposición. De este modo, la facción de extrema derecha del Partido Popular (PP) encabezada por Díaz Ayuso puede gobernar la capital de España, con el apoyo del fascismo. ¿Pero cómo se puede llegar a explicar esta situación? ¿Es España un país tan conservador, en que campean impunemente grupos neonazis y el electorado se postra frente a corrientes de la derecha más radical? Para tratar de responder a esto, hay que hacer algo de historia.

Isabel Díaz Ayuso es lo más semejante a Donal Trump que se puede encontrar en la política mundial. Su entrada en la política fue del todo singular. La expresidenta de la Comunidad y también PP, Esperanza Aguirre, decidió abrir una cuenta de Twitter a su perro de nombre “Pecas” y quien debutó como community manager de la mascota para las elecciones municipales del 2015 fue justamente Isabel Díaz. Luego de varios años al frente de la Comunidad Autónoma de Madrid, la propietaria de Pecas vio eclipsarse su buena estrella en el contexto de los clamorosos escándalos de corrupción que llovían sobre el PP. Obligada finalmente a dar un paso al costado, cedió su puesto al vicepresidente Ignacio González, que luego de un periodo no pudo repostularse por nuevos casos de corrupción que también le afectaban.

El año 2015 una figura emergente del mismo partido, Cristina Cifuentes, llegó a la presidencia de la Comunidad, y en su lista de candidaturas al Parlamento autonómico aparecía la ex twittera de Pecas, Isabel Díaz. La mascota había tenido un trágico final en un accidente de tránsito que, según algunos trascendidos, ocurrió cuando la propia Esperanza Aguirre trataba de estacionar su coche.

Cristina Cifuentes

El reinado de Cristina Cifuentes fue más bien breve. Si Esperanza Aguirre estuvo una década dirigiendo la capital de España, Cristina Cifuentes no alcanzó a terminar su periodo. Su final se precipitó cuando fue acusada de falsear su CV con un inexistente máster en Derecho Público. Si esto era bastante grave, la situación empeoró cuando presionó para que se falsificara un acta de evaluación de un también inexistente trabajo final. Por si todo eso fuera poco, la prensa desempolvó un episodio del año 2011, en que se vio involucrada en el robo de unas cremas en un supermercado, que fueron encontradas por personal de seguridad en su bolso, episodio graficado en un video de seguridad que circuló ampliamente por noticieros y RR.SS.

Así, en agosto de 2019, Isabel Díaz Ayuso se convertía en presidenta de la Comunidad de Madrid, cargo que reeditó en las elecciones recién pasadas. Desde algún lugar Pecas aún sonríe enigmáticamente.

Luego de esta larga historia, es indispensable preguntarse cómo es que los madrileños siguen apoyando a un partido que a nivel nacional fue condenado institucionalmente por corrupción y que en la Comunidad de Madrid posee una trayectoria realmente esperpéntica. Ello obliga a volver sobre la pregunta de qué tan conservadores son en esencia los españoles.

Para entender el proceso político español es útil observar el chileno, con el que no casualmente guarda muchas semejanzas. Al igual que en Chile, la transición a la democracia fue un proceso diseñado por la dictadura, y su resultado fue un itinerario y un modelo de sociedad en que sus principios quedaron perfectamente atados en el modelo institucional: Constitución política del 78, sistema de partidos, etc. Si bien en ambos casos los sistemas electorales eran distintos al inicio, la arquitectura general del sistema político conducía al mismo resultado: un modelo de dos fuerzas que disputan el centro político. En Chile, la Concertación y la Alianza, mientras en España, el PSOE y el PP. Con la particularidad en España de los partidos autonómicos que, según el caso, permitían formar gobierno cuando no se lograba mayoría suficiente.

La disputa por el centro político fue paulatinamente mimetizando los partidos nacionales, haciendo cada vez más gravitante su definición como “partidos de Estado”. Esto no significa que no tuvieran diferencias. El PSOE, en tanto partido socialdemócrata, tendía a escorarse hacia un Estado de bienestar más robusto y, a su vez, el PP hacia un rol más importante del sector privado en la provisión de bienes públicos, pero ambos firmemente comprometidos con la estabilidad del sistema. En Chile, la eterna transición se volvía un fetiche, y en España la monarquía lo era como garante de la estabilidad. Sin embargo, las diferencias pasaban a un segundo plano cuando emergían coyunturas que ponían en riesgo el diseño institucional. Para eso existen los partidos de Estado, lo que en Chile se conoce genéricamente como partido del orden, esa cofradía de oscuros albaceas del modelo económico social heredado.

Uno de esos momentos fue a principios de la década del ochenta del siglo pasado, cuando el independentismo vasco desafió al Gobierno de España. Ante esa circunstancia, el Gobierno socialista de Felipe González no titubeó en desatar una guerra sucia contra ETA, con secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones, al más clásico estilo de dictadura latinoamericana.

Años después, a propósito de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, y de la mano del juez Baltazar Garzón, actual paladín de los DD.HH., se desató una razia contra el independentismo catalán que encarceló decenas de militantes durante meses, sin prestar atención a las denuncias de tortura sufridas. Esta operación judicial quedó finalmente en nada cuando se demostró que carecía de toda evidencia la acusación de terrorismo que la motivaba.

Rodríguez Zapatero

Otro caso fue a propósito de la crisis subprime en Europa. Esta coyuntura se precipitó durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, el que, enfrentado a la emergencia, se transformó en el más decidido guardián del equilibrio fiscal y la austeridad. Mediante la más clásica ortodoxia neoliberal llevó el desempleo desde 2,2 millones de personas a 5 millones de desocupados. Consideremos, sí, que Rodríguez Zapatero fue el último dirigente socialista con ciertas trazas de progresismo en el PSOE.

Mariano Rajoy

La otra coyuntura que vino a reavivar a los partidos de Estado fue el ascenso de la lucha independentista en Catalunya desde el año 2010 y que alcanzó su cénit con el referéndum de 2017. En ese periodo gobernaba el PP de Mariano Rajoy y, enfrentado al desafío catalán, no encontró nada mejor que recurrir a la represión frente a la atónita mirada de Europa y el mundo que veía cómo la Guardia Civil apaleaba ancianas que hacían cola para votar por la independencia de su país. En ese caso el PSOE de Pedro Sánchez, hoy presidente del gobierno se cuadró junto al PP, ayudando a declarar el Estado de excepción en Catalunya e iniciando la persecución y encarcelamiento de los independentistas. Así, en cada momento en que se ha necesitado una definición estratégica para el país, el PSOE ha mostrado que lo que le guía primordialmente es la estabilidad del régimen, antes que un proyecto popular.

La derecha ha vivido su calvario propio en estos años. Un gran logro fue sortear la transición pasando de puntillas haber sido parte activa de la dictadura franquista, que dejó una herencia de 140 mil desaparecidos (¡!). El PP fue fundado por Manuel Fraga, activo ministro del régimen de Franco desde los años 50. Uno de sus logros fue un cierto aggiornamento de la derecha con el fin de volver a encabezar el Gobierno con José María Aznar, luego del felipismo, aunque sin dar su brazo a torcer en la defensa de su herencia (el PP nunca ha condenado la dictadura franquista). El otro logro de importancia fue mantener en lo profundo de las cavernas al fascismo más destemplado.

Celebración de Vox

La Falange, la Fundación Franco o Vox -una simple búsqueda en internet identifica una decena de organizaciones fascistas solo en Madrid- constituyen la presencia de la dictadura franquista en la sociedad española y, en general, reflejan principalmente una rémora cultural encarnada de manera activa en viudos y viudas del antiguo régimen, pero que, a la hora de votar, eran tributarios del PP, que encarnaba un ideario neoliberal en lo económico, conservador en lo valórico, pero con un fuerte compromiso con el régimen del 78, fecha de entrada en vigencia de la Constitución actual.

Ciertamente siempre existió una izquierda en España, pero inevitablemente fue apisonada por el sistema electoral que privilegiaba la España profunda y vacía, esa suma de regiones interiores de escasa demografía, con una población ya mayor y tendencialmente más conservadora. El resultado es que, para elegir un diputado, Izquierda Unida (un partido principalmente urbano) necesita obtener 125 mil votos. Para lograr el mismo parlamentario, el PSOE precisa 67 mil votos y el PP 62 mil.[2]

La aparición de Podemos el año 2015 pareció romper ese sino trágico, pero la decidida intervención de los poderes fácticos -los grandes medios de comunicación, los aparatos de información del Estado y en general de todos aquellos dispositivos del sistema político que amenazaba Podemos- desataron una eficaz campaña que evitó su triunfo en las elecciones de ese año. Sin lograr el Gobierno, Podemos se transformó lentamente en un miembro más de “la casta” de políticos y organizaciones tradicionales que tanto había denunciado y que ilusionó a aquellos que desde hacía años habían perdido la esperanza de poder incidir con su voto.

Todo este orden saltó por los aires cuando Catalunya dio otro paso hacia la Independencia mediante el referéndum del 1 de octubre de 2017. La reacción histérica y brutal fue sobre todo ciega. La única organización que mostró algo de cordura fue justamente Podemos, cuando su dirigente Pablo Iglesias planteó centrar el debate en lo bueno que Catalunya permaneciera en España.[3]

Represión en Catalunya / Pablo Iglesias

Salvo ese intento tímido de hacer política, no hubo una sola voz que saliera a explicar por qué los catalanes debían permanecer en España. Por el contrario, PP y PSOE aunaron fuerzas para llevar a cabo la intervención en defensa de esa España “Una, grande y libre” tal como rezaba el escudo de la bandera franquista. Esta crisis desató todos los demonios, sacudiendo incluso las puertas de las catacumbas en que anidaba el fascismo. El resultado fue particularmente inesperado. Si los catalanes pagaron y continúan pagando su intento libertario con cárcel, persecución y exilio, la sociedad española comenzó a experimentar un efecto adverso y no contemplado.

Si la respuesta debía ser la represión en defensa de “la patria”, el discurso fue consistente y en un primer momento unificó a los partidos nacionales. PP y PSOE compartieron con Ciudadanos, partido surgido casi junto con Podemos y que apostaba por la renovación de la derecha, un alegato furibundo en pro de la unidad de España.[4] Sin embargo, el fascismo ya había emergido de la caverna y se reivindicaba como el auténtico artífice de ese discurso. La derecha experimentó un corrimiento hacia las posiciones extremas de Vox. Este escenario no era favorable al PP que, una vez golpeado el independentismo, buscaba situarse en una postura más moderada al ver cómo el fascismo de Vox le quitaba espacio. En el 2016 Vox había cosechado el 0,2% de los votos y en el 2019 saltó al 15,1% convertido ya en tercera fuerza electoral.

Elocuente campaña

Visto el relieve de la Derecha, era un lento discurrir hacia una radicalidad fascista y, a medida que avanzaba la campaña por Madrid, el discurso de Vox, que era el auténtico discurso extremo, obligaba a Ciudadanos y el PP a imitarle, y en esa brega tenía a Isabel Díaz Ayuso como la mejor carta, con una consigna de “comunismo o libertad”. Ayuso sabía que era difícil lograr la mayoría absoluta y por eso no se confrontó con Vox, pero sí interpeló a sus dos adversarios: Ciudadanos, que competía por los mismos votos, y el PSOE, el principal competidor, derrotando a ambos. Ciudadanos no consiguió escaños y el PSOE retrocedió a tercera fuerza perdiendo 13 parlamentarios, con un discurso anodino y evitando cualquier acusación de complicidad, tibieza con el independentismo o sospecha de querer incrementar los impuestos.

¿Se derechizó el electorado? Sí. La apuesta de los opositores a Díaz Ayuso fue aumentar la participación, lo cual se logró, al crecer ésta en doce puntos, alcanzando un inédito 76%. Entre esos nuevos electores estaban los viejos desilusionados generalmente de izquierda, pero también una amorfa población receptiva al discurso antiinmigrante, anti catalán y patriotero. Un alter ego del obrero empobrecido que seguía a Trump.

Al igual que Donald Trump cuando afirmaba en su primera campaña electoral que podía matar a una persona en la Quinta Avenida y no perdería un solo voto, Isabel Díaz Ayuso era capaz de despacharse afirmaciones que habrían sido la muerte política de cualquier candidato.[5] Se vanagloriaba de un excelente resultado en el combate a la pandemia, junto con resistir las políticas de confinamiento, aun cuando esto era absolutamente falso puesto que Madrid está entre los peores datos de contagio, muerte, ocupación UCI y muerte de ancianos en residencias de todo el Estado.

El aplastante triunfo de la derecha en la capital de España refleja el comportamiento de una sociedad que, sometida a una prueba de estrés, no se muestra resiliente. Por el contrario, se refugia en sus miedos atávicos forjados en el crisol de una larga dictadura. Sea el afán de independencia de sus nacionalidades, una devastadora crisis financiera, una pandemia global u otra amenaza, la respuesta del régimen ha sido siempre el discurso del miedo y, como dicta el proverbio, “de esa tierra, estos lodos”.


[1] https://maldita.es/malditateexplica/20210402/video-marcha-neonazi-en-madrid/

[2] http://www.interior.gob.es/documents/642317/1201381/Las_elecciones_generales_en_España_1977-2016_126170281.pdf/6ef7a97b-a48a-4511-b988-6b0ff0796ae2

[3] https://elpais.com/politica/2014/12/21/actualidad/1419165416_118784.html

[4] Aquí se aprecia la virulencia de la prensa conservadora como lo es El País, desde que es propiedad de Mediaset, frente a cualquiera que desafíe la línea oficial frente al proceso independentista catalán. https://elpais.com/politica/2017/10/11/actualidad/1507730128_889389.html

[5] https://www.lasexta.com/noticias/nacional/todas-polemicas-isabel-diaz-ayuso-concebido-nacido-amor-empleo-basura_201905165cdd29980cf246666bd401bd.html

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1 comment

Como Ganar Dinero septiembre 3, 2024 - 9:16 pm

La manera en que estructuras tu argumento, guiando al lector de manera lógica y coherente, es lo que hace que tu comentario sea tan persuasivo y efectivo.

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