Que después de 48 horas marcadas por severos cuestionamientos al Presidente del Tribunal Supremo Pablo Velozo, éste entregara resultados correspondientes al 70% de los votos emitidos en la elección de Comité Central del Partido Socialista, parece suficiente evidencia de un proceso interno que registra menos luces que sombras para las modestas expectativas cifradas en el evento del domingo reciente.
El anuncio del apoderado de la lista encabezada por Maya Fernández, el también diputado Marcelo Díaz, de recurrir al Tribunal Calificador de Elecciones, después que fuera el propio actual timonel del PS y postulante a su reelección, senador Álvaro Elizalde, el que proclamara su amplio triunfo y, luego el diputado Marcelo Schilling advirtiera que pediría votación secreta de los nuevos integrantes del electo Comité Central para resolver la nueva presidencia partidaria, constituyen evidencias del enrarecido clima interno que echó por tierra las ilusiones de aquellos escasos soñadores con un evento de carácter histórico por su trascendencia, como ocurrió hace 30 años con el que marcó la reunificación socialista de 1989.
El anuncio del apoderado de la lista encabezada por Maya Fernández, el también diputado Marcelo Díaz, de recurrir al Tribunal Calificador de Elecciones, después que fuera el propio actual timonel del PS y postulante a su reelección, senador Álvaro Elizalde, el que proclamara su amplio triunfo y, luego el diputado Marcelo Schilling advirtiera que pediría votación secreta de los nuevos integrantes del electo Comité Central para resolver la nueva presidencia partidaria, constituyen evidencias del enrarecido clima interno que echó por tierra las ilusiones de aquellos escasos soñadores con un evento de carácter histórico por su trascendencia, como ocurrió hace 30 años con el que marcó la reunificación socialista de 1989.
Lo cierto es que el horno no estaba para bollos y la campaña interna que antecedió esta votación fue apasionada principalmente por el verbo de los postulantes. Aunque con severas dificultades para detectar contenidos muy esenciales que los diferenciaran. Al margen del abierto cuestionamiento a la opaca gestión política de la directiva de Elizalde, en tiempos de crisis de conducción opositora ante el debilitado gobierno de Piñera y tensiones internas, muchas de ellas adjudicadas al estilo de gestión del secretario general, Manuel Santander, que entre otras consecuencias justificó el distanciamiento de la diputada Maya Fernández y su irrupción como alternativa a la máxima dirección del PS, en bando opuesto a la de su tía senadora Isabel Allende, marcando una brecha con algún efecto simbólico.
Al margen del abierto cuestionamiento a la opaca gestión política de la directiva de Elizalde, en tiempos de crisis de conducción opositora ante el debilitado gobierno de Piñera y tensiones internas, muchas de ellas adjudicadas al estilo de gestión del secretario general, Manuel Santander, que entre otras consecuencias justificó el distanciamiento de la diputada Maya Fernández y su irrupción como alternativa a la máxima dirección del PS, en bando opuesto a la de su tía senadora Isabel Allende, marcando una brecha con algún efecto simbólico.
El PS, si bien mantiene un nivel de participación militante algo superior a la media partidaria del país, lo que no es mucho decir en tiempos de descrédito y pobre valoración transversal en la ciudadanía – parte de una crisis muy profunda de las instituciones en nuestro sistema democrático – no escapa a desafíos mayores para no repetir fenómenos mundiales que ponen en jaque el desarrollo de opciones progresistas y transformadoras en el marco del neoliberalismo y la irrupción de propuestas de impronta nacionalista o pseudofascista. En ese contexto el complejo sendero recorrido durante largos años en España por el PSOE para revitalizar su cuestionado liderazgo, opera como un potencial referente a los desafíos mayores del alicaído socialismo chileno.
En ese contexto el complejo sendero recorrido durante largos años en España por el PSOE para revitalizar su cuestionado liderazgo, opera como un potencial referente a los desafíos mayores del alicaído socialismo chileno.
El PS no ha estado ajeno a la crisis que enfrentan los partidos de la ex Nueva Mayoría. Sus ingredientes son conocidos y han marcado el devenir político desde el pasado gobierno de Bachelet, con episodios algo eludidos, pese a su evidente incidencia en la realidad actual, como las opciones asumidas en la última contienda presidencial. Que los socialistas terminaran pagando menos costos electorales que sus socios de coalición pudo contribuir a su falta de luces para abordar los nuevos desafíos planteados por el retorno de la derecha al gobierno.
Que los socialistas terminaran pagando menos costos electorales que sus socios de coalición pudo contribuir a su falta de luces para abordar los nuevos desafíos planteados por el retorno de la derecha al gobierno.
Pero en el ámbito de la vida partidaria el PS no termina de sacudirse de vicios comunes con otros conglomerados. Entre ellos, caudillismos locales que inciden desproporcionadamente en procesos internos, como los electorales, siendo el más evidente – aunque no el único- el de la comuna de San Ramón, con el alcalde Aguilera, hoy marginado de su militancia por imputaciones de vínculos con el narcotráfico, pero cuya hermana jugó un rol activo en la gestión de campaña de Elizalde.
Entre ellos, caudillismos locales que inciden desproporcionadamente en procesos internos, como los electorales, siendo el más evidente – aunque no el único- el de la comuna de San Ramón, con el alcalde Aguilera, hoy marginado de su militancia por imputaciones de vínculos con el narcotráfico, pero cuya hermana jugó un rol activo en la gestión de campaña de Elizalde.
Hace tiempo caducaron las justificaciones políticas e ideológicas fundamentales que sostenían la existencia de tendencias internas, que en la caso del PS hoy requerirían una ociosa fundamentación caso por caso. Las más pragmáticas reglas del juego del poder interno, las lealtades y confianzas históricas están condicionadas por otros parámetros. De buenas a primeras cómo entender que Insulza corriera en lista alternativa con Viera – Gallo ó que Aleuy y Andrade apoyaran a Maya Fernández, mientras Escalona lo hiciera con Elizalde.
Las más pragmáticas reglas del juego del poder interno, las lealtades y confianzas históricas están condicionadas por otros parámetros. De buenas a primeras cómo entender que Insulza corriera en lista alternativa con Viera – Gallo ó que Aleuy y Andrade apoyaran a Maya Fernández, mientras Escalona lo hiciera con Elizalde.
Los tiempos han cambiado y la estructuras partidarias se ajustan difícilmente a las inquietudes y efectivas demandas ciudadanas. Ello alude a un fenómeno que exige nuevas respuestas a las más históricas y también más recientes agrupaciones partidarias, de manera transversal. En ese contexto el ruido de un juego por el poder partidario que parece lejano a los grandes desafíos de la vida en sociedad, como son hoy en Chile el acceso a la salud, las pensiones, la acentuada desigualdad de oportunidades, el abuso de los poderes oligopolicos en ámbitos esenciales y simultáneamente asociado a las ventajas que otorga el control de poder político no hace más que acrecentar el descrédito.
Si a final de cuentas, todo el ruido mediático por las polémicas elecciones internas del PS no tiene otra explicación que la resistencia a reconocer que la primera mayoría individual la obtuvo Maya Fernández, independientemente que la lista de Álvaro Elizalde consiguiera la mayoría de representantes en el nuevo Comité Central, se reforzaría la idea de un canibalismo que rebota en los pies de sus ejecutores, haciendo un flaco favor al interés colectivo.
Algunos se pueden declarar ganadores. El tiempo dirá cuánto perdió el PS en esta elección interna.
Si a final de cuentas, todo el ruido mediático por las polémicas elecciones internas del PS no tiene otra explicación que la resistencia a reconocer que la primera mayoría individual la obtuvo Maya Fernández, independientemente que la lista de Álvaro Elizalde consiguiera la mayoría de representantes en el nuevo Comité Central, se reforzaría la idea de un canibalismo que rebota en los pies de sus ejecutores, haciendo un flaco favor al interés colectivo.
Algunos se pueden declarar ganadores. El tiempo dirá cuánto perdió el PS en esta elección interna.