Elecciones legislativas en Venezuela. Una victoria “pírrica”

por La Nueva Mirada

Decir que los resultados de la elección de la Asamblea Legislativa en Venezuela representan una “ratificación” del gobierno de Nicolás Maduro (“estamos recontrarratificados” dijo Maduro), sin lugar a dudas es una exageración O simplemente, confundir los deseos con la realidad.

Contra viento y marea el chavismo impuso unas elecciones que no ofrecían garantías democráticas a la oposición, que simplemente decidió no participar. Unas elecciones que estaban condenadas de antemano al repudio abrumadoramente mayoritario  de la comunidad internacional, como ha quedado en evidencia tras conocerse sus resultados.

Contra viento y marea el chavismo impuso unas elecciones que no ofrecían garantías democráticas a la oposición, que simplemente decidió no participar.

Y pese a que el chavismo corrió prácticamente sólo (con la excepción de un reducido grupo de partidos de oposición que aceptaron las condiciones impuestas por el régimen), llegó segundo. Lo derrotó el abstencionismo con un 70 %.

¿Que ganó el chavismo en estas elecciones, en donde se impuso con el 68 % de los votos emitidos (poco más de cuatro millones de votos)? Desde luego no ganó mayor legitimidad internacional. El saliente gobierno de Donald Trump se apresuró en expresar su condena a unas elecciones que calificó como fraude. Otro tanto hizo la Unión Europea  y la llamada Alianza de Lima, en donde se incluye a nuestro país  y se resta Argentina. Además de Bolivia, Uruguay (con nuevo gobierno de centro derecha), y México.

El régimen chavista se encuentra aislado internacionalmente pero aún cuenta con apoyos importantes, como el de Rusia, China y Turquía, además de los países de la llamada alianza bolivariana (Cuba, Nicaragua, Bolivia, que se reintegra con el triunfo de Luis Arce).  Todos estos países saludaron las recientes elecciones como un ejemplo de democracia y transparencia. Otro tanto hicieron algunos ex mandatarios como Evo Morales, Rafael Correa y Rodríguez Zapatero, que concurrieron como observadores al proceso electoral.

La derrota de Donald Trump despeja la amenaza de una intervención militar en Venezuela, pero el gobierno demócrata que le sucede no necesariamente anuncia un mejoramiento de las tensas relaciones o el alzamiento de las medidas en contra del régimen chavista.

La derrota de Donald Trump despeja la amenaza de una intervención militar en Venezuela, pero el gobierno demócrata que le sucede no necesariamente anuncia un mejoramiento de las tensas relaciones o el alzamiento de las medidas en contra del régimen chavista.

Tampoco el chavismo ganó legitimidad interna. Pese a sus denodados esfuerzos, acarreo de votantes, presiones y amenazas (“el que no vota no come”, sentenció Diosdado Cabello), tan sólo logró movilizar al 30 .5 % del electorado.

 Resulta más que evidente que el régimen de Maduro y su llamado socialismo del siglo 21 no representan a la mayoría del pueblo venezolano, como ha quedado de manifiesto nuevamente, pero tiene el poder real con apoyo de las FF.AA.

El logro más importante fue haber debilitado aún más la declinante figura de Juan Guaidó y su controvertido rol de “Presidente encargado”, que ostentaba a la cabeza de la Asamblea Legislativa. Una ya precaria figuración que le costará mantener después del 5 de enero, cuando asuman los nuevos integrantes de ella

El logro más importante fue haber debilitado aún más la declinante figura de Juan Guaidó y su controvertido rol de “Presidente encargado”

Afirmar que tomó el control de la Asamblea Legislativa, interdicto hace varios meses bajo acusación de desacato y reemplazada en los hechos por la llamada Asamblea Constituyente, es un eufemismo. Desde hace mucho tiempo el chavismo controla el poder legislativo, además del poder político y judicial.

Desde hace mucho tiempo el chavismo controla el poder legislativo, además del poder político y judicial.

Adicionalmente esta elección desnuda las debilidades fracturas y divisiones al interior de la oposición, no tan sólo por aquellas fracciones de partidos que decidieron participar en la elección, con muy magros resultados, sino muy especialmente por la fractura entre los sectores que lideran Juan Guaidó y Leopoldo López, hoy asilado en España, con el sector que lidera Henrique Capriles y otros sectores que mantienen serias diferencias con el llamado Presidente encargado.

Todos los llamados a la búsqueda de una salida pacífica y negociada a la crisis que vive Venezuela se han estrellado con la negativa del régimen chavista para impulsar un proceso de transición que no lo tenga como protagonista. Con estas recientes elecciones ha logrado desplazar a la oposición del único bastión institucional en donde había conquistado mayoría, ratificando su disposición a eternizarse en el poder, sin importar el costo mayor que continúa involucrando.

Era esperable que las autoridades chavistas intentaran mostrar los resultados de estas elecciones como una gran victoria, pero no existen muchas razones para celebrar un triunfo “pírrico”, con mayores daños para el vencedor que al vencido, acentuando la interrogante acerca del futuro viable del país.

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