Elecciones mexicanas. Ganó la democracia

por La Nueva Mirada

No deja de sorprender la escasa y lamentable cobertura de los medios de comunicación chilenos a las trascendentes elecciones de mitad de mandato en México, llegando al extremo que un canal de televisión reporteara los actos de violencia registrados durante el proceso electoral en ese país, sin referirse a sus resultados y menos, entregar análisis o informaciones de contexto.

 Bien pudiera ser que la atención estuviese concentrada en las elecciones presidenciales en Perú y su dramático desenlace, pero resulta inexcusable que no se cubriera adecuadamente una noticia de impacto internacional.

Ejemplares, lo que se dice ejemplares, las elecciones mexicanas no fueron (lo prueban los 36 candidatos asesinados, actos de violencia y dos cabezas arrojadas en un local de votación). Pero fueron elecciones normales, como lo reconocieran los observadores internacionales Y si bien numerosos candidatos se proclamaron como ganadores entes de conocer los escrutinios finales, no se registraron graves acusaciones de fraudes, como normalmente ocurría en ese país,

Y las ganó el oficialismo, que retuvo la mayoría absoluta en el parlamento, aunque no llegara a la mayoría calificada (303 diputados). Es una victoria para el gobierno y para Andrés Manuel López Obrador, que tiene buenas razones para celebrar estos resultados, por más que no pudiese revalidar los apabullantes resultados de tres años atrás.

Morena perdió casi el 20 % de los diputados obtenidos en la anterior elección, pero se aseguró mayoría absoluta gracias a la representación alcanzada por sus aliados. La coalición oficialista extendió su control territorial, ganando 11 de las 15 gobernaciones en disputa. Perdió algunas alcaldías en el distrito federal, pero gano la mayoría de los cargos que se disputaban en esta mega elección.

La alianza entre el PAN, PRI y PRD, los otrora poderosos partidos tradicionales mexicanos pueden celebrar pocas cosas. Entre ellas, impedir que el oficialismo alcanzara la mayoría calificada, que le habría permitido al gobierno aprobar sus reformas constitucionales sin oposición. Pero, a la hora de celebrar, es el PAN, el partido de la derecha, el que tiene mayores razones para descorchar la champaña, Mal que mal, fue el partido de oposición que más creció a nivel de diputados, en tanto que el PRD, el partido de izquierda al que renunciara Andrés Manuel López Obrador para fundar su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) quedó reducido a menos de una veintena de diputados, mientras el PRI, hegemónico por décadas en ese país, registro avances bastante más modestos, sin ganar ninguna de las gobernaciones en disputa.

Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de ciudad de México

Seis mujeres se impusieron como gobernadoras en sus respectivos Estados, que se suman a las dos en ejercicio, lo que constituye toda una novedad en un país tan machista como el mexicano y que bien pudiera marcar una tendencia. La otra novedad de estas elecciones estuvo dada por la irrupción del llamado Movimiento Ciudadano, integrado por independientes que no se definen como partidarios del gobierno o de la oposición y que ganaron la gobernación en el Estado de Nuevo León, así como algunos escaños parlamentarios y municipios.

El futuro de las reformas impulsadas por AMLO

Tas estas elecciones Andrés Manuel López Obrador podría apostar a gobernar con cierta comodidad, con la mayoría parlamentaria alcanzada, en buena parte de sus materias programáticas(que, en todo caso, deberá cuidar, teniendo a la vista que algunos de sus aliados, como el Partido Verde, es inestable y apoyó anteriormente a los gobiernos del PRI y del PAN).

Con todo, resulta evidente que para viabilizar sus ambiciosas reformas o transformaciones requiere negociar con la oposición (o parte de ella) reuniendo los quorum necesarios (mayoría calificada). Y no será una negociación fácil. Hoy por hoy, el principal partido de oposición es el PAN, el partido de la derecha. Y no será fácil erosionar la alianza que lo une con el PRI y el PRD.

Y lo que parece lo mas improbable de todo, es que pudiera prosperar la idea de la reelección, acariciada por el carismático presidente mexicano. Y ello refiere a la necesidad de pensar en la sucesión. Si bien lejana, inevitable.

El famoso “dedazo”, mediante el cual los mandatarios mexicanos designaban a su delfín, ya no funciona más. Al menos de la manera como operaba antaño. Y ello obliga a permitir que surjan los nuevos liderazgos. Un tema siempre complicado para los gobernantes.

Por otra parte, México, al igual que la mayoría de los países de la región, enfrenta una complicada crisis sanitaria, económica y social, que el gobierno deberá enfrentar con mayor pragmatismo, cuidando de no abrir nuevos frentes con el poderoso sector empresarial, los sindicatos y el movimiento social.

Kamala Harris en primera visita oficial a México

En el plano internacional, el gobierno de AMLO tiene el desafío de construir una relación constructiva y de cooperación con el gobierno de Joe Biden que supere el verdadero pacto de no agresión que mantuvo con Donald Trump, pese a la obstinación del exmandatario norteamericano por levantar el muro fronterizo. La reciente visita Kamala Harris refuerza la voluntad de inaugurar una nueva era en las relaciones entre ambos países, como afirmara la propia vicepresidenta estadounidense en territorio mexicano. En lo inmediato ello debiera traducirse en una acción más coordinada para enfrentar el proceso migratorio en la frontera mexicana y aunar esfuerzos para cooperar con los gobiernos del llamado triángulo del norte (Honduras, Guatemala y el Salvador) para, sino detener al menos mitigar el flujo migratorio,

Es poco probable que el gobierno mexicano incremente su interés por lo que ocurra en América del Sur, salvo para estrechar su relación con el gobierno argentino, manteniendo su prescindencia de lo que ocurre en Venezuela, Cuba o Nicaragua.

Se pueden hacer lecturas diferentes a partir de los recientes resultados electorales en México. Sumando peras con manzanas, la oposición puede sostener que tiene más votos que el oficialismo(no necesariamente más poder) y que el gobierno salió debilitado de esta elección de mitad de mandato. El gobierno, con buenos argumentos, puede afirmar que salió fortalecido. Pero lo cierto es que la coalición oficialista sorteó de buena manera este desafío, la oposición impidió que el gobierno concentrara el poder total y, con toda seguridad, se puede sostener que la democracia salió fortalecida. No es poco.

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