En búsqueda del rumbo extraviado. Por Fernando Ávila

por La Nueva Mirada

Un gobierno que a cada paso muestra su incompetencia para enfrentar las demandas ciudadanas y los efectos de la pandemia desafía a considerar los asuntos estratégicos del desarrollo del país, por cuanto los problemas planteados no se resolverán en plazos cortos.

En esta perspectiva, por un cierto período, (pandemia mediante) es necesario privilegiar el ahorro y la inversión por sobre el gastocon vista a sostener tasas altas de empleo en virtud de sus efectos positivos sobre el incremento salarial y la demanda en una dinámica que potencie el conjunto de las actividades económicas.

En función de ese objetivo es fundamental llevar adelante una política agresiva de promoción de las micro y pequeñas empresas, otorgando créditos estatales blandos y en condiciones flexibles, en la misma medida que sus posibilidades de desarrollo están sujetas a la disponibilidad de un soporte financiero fluido y de oportunos refinanciamientos operacionales. Ninguna empresa puede desenvolverse con éxito si está ahogada financieramente.

Ninguna empresa puede desenvolverse con éxito si está ahogada financieramente.

Un segundo criterio es implementar programas focalizados y especializados de capacitación. Esto implica que el soporte técnico contribuya a que las Mypes eleven sus capacidades para enfrentar los desafíos de gestión, entendidos estos como los métodos para resolver las tareas de cada negocio, las formas en que se presenta el continuo producción-distribución-comercialización.

También es preciso estimular las iniciativas asociadas de las mypes, ya que del grado de asociatividad depende para el pequeño productor, en buena medida, la posibilidad de realizar economías de escala, generar volúmenes de productos atrayentes y una oferta diversificada.

Se trata, en suma, de promover un impulso inédito al emprendimiento, a través de gestión innovativa, algo indispensable para incrementar las capacidades competitivas del pequeño productor ante la exigencia de elevar productividad, disminuir costos y alcanzar precios competitivos para producción de calidad.

Ese desafío mayor e indispensable para un desarrollo sustentable exige de un soporte estatal hoy algo más que insuficiente y cargado de sesgos abusivos.

Ese desafío mayor e indispensable para un desarrollo sustentable exige de un soporte estatal hoy algo más que insuficiente y cargado de sesgos abusivos.

Sin perjuicio de que los nuevos recursos estatales se orienten por un período en prioridad a la inversión, es preciso encarar las situaciones más apremiantes de quienes subsisten en condiciones altamente desmedradas y/o damnificados por desastres naturales, pero sin hacer del subsidio estatal una política permanente.

Así, la asistencia estatal debe focalizarse hacia los sectores más vulnerables de la sociedad, esto es tercera edad e infancia, incluyendo casas de acogida, costeadas por el estado y garantizando su calidad para las personas mayores de familias de menores recursos.

En la misma senda resulta imprescindible reforzar la tarea formativa de la infancia, garantizando extensión, calidad y gratuidad, hoy más que pendiente. Ello implica la selección del mejor plantel docente de que pueda disponer el país, estableciendo remuneraciones acordes con esa calidad y la construcción o adecuación de colegios debidamente confortables.

Otro tipo de subsidios, como el habitacional, tienen un efecto potente en la marcha de la economía, en cuanto demanda a diversos rubros, con consecuencias favorables sobre el empleo y las remuneraciones, lo que refuerza su prioridad en el actual contexto de crisis.

En suma, cabe subrayar que una estrategia de desarrollo con los citados énfasis debe sostenerse por un período prolongado, apuntando a generar un “clima virtuoso”, exento de toda demagogia, que priorice las necesidades de los sectores sociales más golpeados y desplazados históricamente. Una realidad más que evidente a la luz de la emergencia provocada por la pandemia.

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