En el nombre del padre

por La Nueva Mirada

Tomás Vio Alliende

Hablar de Édouard Louis (Amiens, Francia, 1992) es hacerlo del nuevo niño terrible de las letras francesas, un escritor conflictivo que no tiene problemas en escribir de sí mismo, en mostrar el descarnado ascenso de la ultraderecha y el crecimiento de los problemas sociales en Francia.  Autor de los libros “Para acabar con Eddy Bellenguelle” o “Historia de la violencia”, entre otros, Louis publicó el año pasado en Editorial Salamandra “Quién mató a mi padre”, una obra breve, demoledora y autobiográfica sobre la difícil relación con su progenitor, un hombre alcohólico y homofóbico que nunca tomó demasiado en serio a su hijo.

Proveniente de una familia pobre de Hallencourt, una localidad francesa pequeña, con pocas expectativas laborales para sus habitantes, Louis -el primero de su familia en llegar a la Universidad- construye esta vez su discurso en torno a su padre desde el amor, la rabia y también el odio. En 2013 cambió su nombre original de Eddy Bellenguelle por el de Édouard Louis, intentando borrar su pasado familiar, la violación y el intento de asesinato del que fue víctima en 2012, la relación rota con su padre: un hombre violento con el que no puede dialogar y que no lo considera, porque es incapaz de aceptar la homosexualidad de su hijo. Louis tampoco tiene el afecto de su madre, menos el de sus hermanos. Se encuentra solo, lo que lo obliga a escribir, a manifestarse de otras formas. Su disgusto lo deposita en las letras, en la crítica que realiza a su familia y a los gobiernos franceses de Chirac, Sarkozy, Hollande y Macron. Louis se atreve a denunciarlos y lo dice con todas sus letras.

Agosto de 2017. El Gobierno de Emmanuel Macron les quita cinco euros al mes a los franceses más precarios, retiene cinco euros al mes de las ayudas sociales que permiten a los más pobres de Francia, alojarse, pagar un alquiler. El mismo día, o casi, qué más da, anuncia una bajada de impuestos a las personas más ricas del país (…) El gobierno aclara que cinco euros no son nada (…) Pronuncian esas frases criminales porque no tienen ni idea. Emmanuel Macron te quita la comida de la boca”, señala el escritor en uno de los pasajes de “Quién mató a mi padre”.

Ese es solo un ejemplo de cómo el autor se refiere a los gobiernos franceses. No tiene pelos en la lengua para desafiar la performance de gobernantes que, al igual que en Chile y en el resto del mundo, son capaces de minimizar el dolor de los pobres, el abuso que se manifiesta desde el poder para referirse a los otros, los que están al otro lado de la vereda. El escritor francés, con el ejemplo de la precaria vida de su padre, representa en carne propia la voz de los que no la tienen.  Incluso es capaz de escribir varias veces en el libro “Por qué nunca se dicen estos nombres en una biografía”, haciendo alusión a que nadie se atreve a mencionar los abusos de los protagonistas de los gobiernos con nombre y apellido por temor a represalias, por miedo a perder lo poco que se ha ganado.

El escritor francés, con el ejemplo de la precaria vida de su padre, representa en carne propia la voz de los que no la tienen.

En “Quién mató a mi padre”, Louis le habla de manera directa a su padre en un manifiesto que bien podría ser una desesperada búsqueda de ayuda y compasión. A través de la descripción de ciertas situaciones el autor trata de acercarse a su padre por intermedio de afectos mal entendidos. Le pide que comprenda que él es distinto, que odia su homofobia, su falta de cariño. A lo largo del libro se abren los espacios de sufrimientos de Louis y también se observa como su progenitor va decayendo como ser humano producto de las enfermedades, la falta de trabajo y las malas pensiones francesas.

“Quién mató a mi padre” podría haberse llamado “La búsqueda de la paternidad perdida” o algo parecido, pero Louis apunta más allá. Desde su perspectiva de joven escritor y testigo adolorido de los tiempos actuales, elabora una obra corta y directa que recoge sin tapujos la decadencia de los gobiernos franceses, las relaciones familiares, el lento deceso de una sociedad que, políticamente fragmentada por abusos autoritarios, discriminación y egocentrismos, cae cada vez más en un abismo tan oscuro como profundo.

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