En la mente de los que viven el encierro

por La Nueva Mirada

Por Cristina Wormull

Las calles hoy habitadas por fantasmas
trasgos y recuerdos palpitantes
espectros que bailan la noche
ritmo del silencio que corona las veredas
infecta los árboles espantajos del ayer
contagia a la especie reina del planeta
condena espartana

Nada más parecido a una guerra global que la pandemia que hoy enfrentamos como especie.

En estos tiempos solo se puede escribir desde la locura.  Si uno quiere entender la realidad hay que encumbrarse en el delirio para poder entender y aportar a lo que sucede.  Nada más parecido a una guerra global que la pandemia que hoy enfrentamos como especie. Nada más parecido al apocalipsis que la diversidad de tesis, teorías especulativas, afirmaciones sin base, que se difunden a través de las innumerables redes sociales y noticiosas, sumándose a lo que pareciera una escalada de terror y depresión.  Desde hace muchas décadas el mundo no vivía en un estado de shock permanente como el actual, sumado al absoluto desconcierto que provoca el hecho de estar enclaustrados en las casas por días y probablemente meses.  Por eso, dado que se ha hablado tanto de la pandemia, nos preguntamos, me pregunto, qué hacer para evitar el contagio, cuando los manuales de comportamiento no son precisamente lo que ayudan.    Me parece necesario, insisto, desde la locura, detenernos un instante para hacer una reflexión sobre aquella especie de raros humanos que no tiene valoración en esta sociedad de consumo:  Los artistas, poco productivos para el sistema, unos vagos inútiles para tantos soberbios, aquellos que no ven el provecho de dedicar la vida a componer música, escribir poemas, contar historias, pintar un paisaje, un muro…poetas que beben en compañía de sus pares, inutilidades.  Chile es un país de poetas, y como alguien dijo hace un tiempo, se levanta una piedra y aparece uno.  Este es un gremio, en general, de escasos recursos económicos, pero de elevado espíritu y creatividad. Habitualmente,  los artistas, léase escritores, actores, músicos, pintores y otras ramas de las artes, consideradas por la norma economicista como inútiles o poco productivos,  han demostrado  en estos días de encierro – cuando se han suspendido todas las actividades públicas de entretención, cerrado los museos, cines, teatros, restaurantes, estadios y todos aquellos espacios donde la gente encuentra alivio al exceso de trabajo, a las preocupaciones ocasionadas por el excesivo endeudamiento que provoca  una sociedad que incentiva el consumo como sinónimo  de éxito – que son capaces de crear espacios y alternativas en línea para mejorar el estado anímico de las personas enclaustradas.  Hemos visto así surgir iniciativas de músicos clásicos o populares que dan conciertos de larga duración, profusamente anunciados por las redes sociales; poetas y escritores que emiten diariamente videos grupales donde leen a otros autores, comentando con el público acerca de los temas de poemas y prosas, enseñando junto con entretener.  Emocionante es ver cómo se desarrollan juegos en línea, quizás ninguno muy brillante, pero acompañan a todos aquellos que están solos en sus casas… siempre y cuando sepan manejar la conectividad.

qué hacer para evitar el contagio, cuando los manuales de comportamiento no son precisamente lo que ayudan.

son capaces de crear espacios y alternativas en línea para mejorar el estado anímico de las personas enclaustradas.

Emocionante es ver cómo se desarrollan juegos en línea, quizás ninguno muy brillante, pero acompañan a todos aquellos que están solos en sus casas… siempre y cuando sepan manejar la conectividad.

Son momentos de meditar, de pensar el futuro después de esta guerra a la pandemia.  Porque como decía Castell en una brillante opinión que leí hace poco, esta es una guerra, pero como tal tendrá un final y debemos pensar en la posguerra que encontrará un mundo a enfrentar con políticas y conductas diferentes a las que hoy nos rigen

esta es una guerra, pero como tal tendrá un final y debemos pensar en la posguerra que encontrará un mundo a enfrentar con políticas y conductas diferentes a las que hoy nos rigen

Nuestras prioridades habrán cambiado porque lo primero que necesitará la mayoría es asegurar el pan de cada día y eso no será fácil en un universo con mayor cesantía, pocas oportunidades y brutal para sobrevivir.

Es tiempo entonces de volver a pensar la pasión, la pasión de vivir, amar y odiar.  Rememorar aquellas sensaciones que marcaron nuestras vidas y que deberían ser el norte de nuestro afán.  Vendrán tiempos más difíciles. Tendremos que optar por ser más que por tener.  No será fácil…. Quizás imposible.   Pero si logramos recrear el mundo, pensar en la sobrevivencia y la convivencia que implica solidaridad, quizás, quizás entonces, tendremos la posibilidad de sobrevivir y hacerlo en paz.

Como decía el gorrión de París
no me arrepiento de nada
y si volviera a vivir mi vida sería una réplica
de lo vivido de la pasión política
aunque solo logré fracasos
de las opciones las pérdidas

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3 comments

F abril 2, 2020 - 11:40 am

Muy ciertas estas palabras. Esta pandemia nos obliga a meditar mucho sobre la vida que llevamos, sobre lo que antes pensábamos que era lo importante: producir, producir, producir. Hoy echo de menos abrazar a mi mamá, regalonear a mi sobrino, tomarme un rico vino con mi padre, puros lujos de una libertad que nunca apreciamos lo suficiente.

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Carmen Tornero Silva abril 2, 2020 - 8:50 pm

Cris, ya no es sorpresa. Además se ser una excelente poeta, eres una gran escritora de prisa, de crónica s en fin tienes una excelente pluma.

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Carmen Tornero Silva abril 2, 2020 - 8:52 pm

Quise decir prosa

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