Épica de invierno (o el ser del devenir) Por Sergio Canals L

por La Nueva Mirada

Florecen las camelias rojas.  El ganador, ha cruzado el Rubicón. Puño en alto, confiado en que los dioses no lo perderán, camina bajo la lluvia un cazador de sueños y dragones nacido en el árbol del fin del mundo. Mientras las almas danzan al compás del viento furioso, es llevado en andas por un pueblo ciudadano que triunfa eufórico y desafiante, al compás de un eco que nace en el “punctum” donde se funde la historia presente y futura. Donde nace el ser del devenir.

¡Felicitaciones para Gabriel Boric!

Meditabundo a veces, pero seguro y con la frente en alto, deja atrás desafíos imposibles.

Enfrenta con éxito el ataque permanente, lento, antiguo, pesado y predecible, de los enemigos de los cambios reales y profundos. Horrorizados, están dispuestos a todo, cueste lo que cueste, a cualquier negocio oscuro, para detener su arrollador avance.

Se abrieron las amplias alamedas digitales. En un torbellino de recién nacidos, de máquinas, de tumbas, de dinero, de muertos y pobres, de manifestaciones con ojos de fuego y millones de celulares, los nuevos hombres y mujeres libres de Chile continúan su lucha joven y revolucionaria. En medio de gritos de júbilos, aullidos dolientes y un crujir de dientes sordo y persistente de una historia que se arrastra quejumbrosa, avanzan sin tranzar sus ideales.

Ciega y sorda, llenos de pánico, la minoría del 80/20 se resiste a escuchar el llanto de un parto luminoso. Para ellos, no es más que un destino sin fin, que los arroja hacia el vacío oscuro. Se niegan a reconocer una transmutación que deviene entretejida de acontecimientos sorprendentes ya sin un punto de retorno.

La realeza cuida del futuro. El pueblo vive en el presente (sólo trabajando)”. (O algo así dijo una noble en una serie de Netflix). “Lo que quiere el pueblo es libertad dijo el revolucionario. Lo que quiere es seguridad, replicó el rey”. (Frase de una película cuyo nombre no recuerdo).

¿Acaso los nobles y el rey no son más que robots? ¿Quién sabe?

Veamos: “¿Qué hace que los robots sean tan robóticos?” Veamos. Viven en la “roboticidad”. Solos, en sus mónadas robóticas. No imaginan su libertad. No pueden con un “salto de fe” en la transformación libertaria y permanente del mundo. No intuyen su propio final en principio más allá de la razón.

Usted decide.

Un poco de ayuda.

En una entrevista del domingo, el presidente de la CMPC afirma: “No necesitamos la tierra, necesitamos, (o “narcisitamos”) los árboles (nuestros)”, sin darse cuenta qué la tierra y los árboles son una red de relaciones indisociables.  La tierra se ve en los árboles, y los árboles en la tierra. Luego se pregunta: “¿Qué hicimos mal en la sociedad chilena para que un joven de 29 años bien educado y formado, termine decidiendo que su vida puede ser dada a una causa armada?”.

Aventurero y revolucionario, Pablo Marchant, el weichafe, fue una víctima del perjuicio de la codicia más allá del juicio, pero de los otros. Fue víctima del principio irracional que impulsa hacia la vida y a veces a la muerte. Fue víctima de un “salto de fe” lleno de sentido. Vivía en un territorio vivo donde acechaba la muerte. (Otros confunden el mapa con el territorio). Asesinado, murió en los brazos de su madre tierra. Fertilizó la historia. Su espíritu crece con las araucarias. 

Para las forestales no existe el Wallmapu como un territorio mítico y cosmogónico de identidad, verdades, creencias y valores aún inexplorado. Una cosmovisión maternal llena de misterios. En cambio, para este empresario, sólo parece ser posible como objeto de ganancias. Vive en un mapa comercial. Un mar de números, donde se ahoga la humanidad. La Araucanía, en cambio, es un “mundo” ético y estético que se le escapa. No basta -como dijo bien intencionado-, con aprender mapudungún. Aunque, sí. Es cierto que se necesita de un salto lingüístico. Pero tiene que ser epifánico y poético. De lo contrario no se puede comprender y entender el territorio azul y llegar a ser hijo de los árboles y el agua.

Los robots, definitivamente no son poetas ni seres relacionales.

Todo es una red de relaciones relacionantes y relacionadas. Es el ser en la relación. El ser, es relación. El ser como devenir de potencialidades puras. El ser como proceso. “El ser como una res vera está constituido por su devenir”. Nos autoconstituimos a través de un proceso de relaciones en aconteceres polvorientos y brumosos atravesados por rayos de luz. La realidad como flujo de intensidades históricas y temporales, no es más que una red de relaciones relacionadas de forma horizontal concéntrica y sin céntrica. Devenimos aconteciendo, y acontecemos deviniendo, a la vez.

Mientras el hermano presidente del Perú, el profesor rural Pedro Castillo proclama: “No más pobres en un país de ricos”, en Chile, otro hermano, Gabriel Boric, afirma (con un aporte imaginativo creativo): Se “abrirán los amplios caminos de araucarias por donde pasarán los hombres y mujeres libres de un mundo mejor y más justo.”

Todo es relación.
La imaginación y el futuro.
Jeff Bezos viajó al espacio
Se desvanece el día.
Hace frío.

BLUE ORIGIN

También te puede interesar

Deja un comentario