¿Es posible una nueva Revolución en Chile?

por La Nueva Mirada

Dr. Sergio Canals L. Psiquiatra

Puede ser fascinante observar cómo las fuerzas del cambio intentan transformar los fundamentos del orden neoliberal económico, sociopolítico y cultural chileno, eludiendo designarlo cómo un nuevo proceso revolucionario, pero pacífico. Bueno, con la cuota de violencia y desorden inherentes a estos procesos.

Quizás fue Eduardo Frei Montalva, el único presidente moderno, que con coraje y sin tapujos, llamó a su proyecto una “revolución en libertad”. En cambio, la “vía chilena hacia el socialismo”, fue disuelta violenta y catastróficamente por el golpe militar con sus dudas revolucionarias que hoy emergen como fantasmas y demonios pacíficos y violentos a la vez.

Desde Gramsci, que las revoluciones marxistas aprendieron que no se hacían con Kalashnikov, si no, a través de la cultura, hecho que también el capitalismo aprendió rápidamente.

Pinochet, de forma dictatorial, efectivamente realizó una revolución socio cultural social y económica que continúa hasta nuestros días, apoyada por las dinámicas expansivas culturales propias del capitalismo global de E.E.U.U. a través de flujos de consumo y de modos de vida que moldean nuestras formas de ser, tener, estar y hacer en la existencia.

Pero no hay que equivocarse, lo de hoy parece un pálido simulacro con sólo “aroma de revolución” de los antiguos ímpetus de los revolucionarios de antaño. Con fragmento y jirones de antiguas banderas flameando al viento, los jóvenes enarbolan con algo de convicción y un fervor melancólico (que comparto) a viejas utopías que hoy parecen sólo espectáculos reciclados digitalmente.

Pero no hay que equivocarse, lo de hoy parece un pálido simulacro con sólo “aroma de revolución” de los antiguos ímpetus de los revolucionarios de antaño.

Y cómo siempre, es en el campo de la libertad, y en el falso dilema de la estabilidad y el cambio, donde se debaten las soluciones a las principales demandas sociales junto al futuro de la misma Constitución, cuyos efectos sobre el futuro, que espero responsables -en medio de una creciente desesperanza-, los verán nuestros hijos y nietos.

Al respecto, resulta iluminador el filósofo Byung-Chul Han, cuando afirma que ya no son posibles las revoluciones, porque el poder estabilizador de una sociedad neoliberal de mercado cómo la nuestra, impregna de tal manera toda la realidad que, de forma amable, seductora e invisible, la hace “inatacable”, o inmune a las dinámicas de las fuerzas evolutivas del poder del cambio.

En esta realidad a combatir radicaría su poder en hacer un “uso de la libertad” bajo una forma que genera en las personas un sentimiento de libertad auto realizadora omnipotente e incuestionable, en base a la eficiencia de llegar a ser uno “su propio empresario” (y así, llegar hasta a “auto explotarse”), para acceder a los bienes del mercado. La única oportunidad de ser exitoso es a través del dinero y la obtención de bienes, generada por un deseo de consumo material permanente llevado el extremo. La persona como mercancía ciega de sí misma.

Para sobrevivir y crecer, todos debemos ser “emprendedores innovadores” (o buenos para iniciar negocios), sin darnos cuenta, que finalmente somos nosotros los que nos emprendemos y nos negociamos.

Para sobrevivir y crecer, todos debemos ser “emprendedores innovadores” (o buenos para iniciar negocios), sin darnos cuenta, que finalmente somos nosotros los que nos emprendemos y nos negociamos.

Afirma el autor que las presiones y luchas externas contra y para imponer los medios a través de las cuales adquirimos nuestras libertades externamente como consumidores (a través del deber y estímulos externos), generan feroces resistencias y luchas violentas, por lo que esta vía se ha abandonado por ineficiente, en pos del exitoso artilugio subjetivador anterior. Del “tú debes”, al “tú siempre puedes” auto realizarte y trascender de esta forma, porque es tu deseo y tú lo quieres “libremente”.

Hoy asistimos en Chile a esta “neo- revolución” bastante líquida, donde un sector quiere e intenta hacer ver que esta forma libertaria que adormecedora y “enajenante” (como el opio o cualquiera droga) según el autor, no es la verdadera libertad reflexiva y crítica dirigida realmente a la búsqueda del bien personal y común junto a la “recíproca valoración” de las personas.

El sentido final de la libertad es siempre el bien. La libertad para la verdad y el bien.

Pero por otra parte otro sector siente legítimamente amenazadas sus redes de libertades, especialmente las ligadas a la valoración de lo individual de forma general, de personas, la propiedad y los bienes. Estas formas de libertades, pegajosas y cautivadoras, son una parte de la identidad del país. Por eso luchan y se resisten contra la perturbación del modelo que encarna el sistema de libertades actuales. Esta podría ser la verdadera lucha de visiones y sentido que después de resonar en lo profundo, hoy cristalizan en la superficie a través de los movimientos sociales y los episodios de violencia actual.

Por eso luchan y se resisten contra la perturbación del modelo que encarna el sistema de libertades actuales.

Hoy, empujadas por los movimientos sociales y especialmente por los jóvenes, que son especialistas en demandar cambios, aunque parezcan imposibles, junto a luchar por utopías “más justas”, se aprueban reformas “cocinadas” en noches de insomnio y algún jolgorio legislativo febril y neurótico lleno de cafés y, por lo tanto, quizás algunas bastante alucinadas.

Volviendo a nuestro lúcido autor, este nos recuerda que hasta en una economía basada en una recíproca colaboración, siempre predomina la “dura lógica del capitalismo”, donde “nadie da voluntariamente” bajo el imperio de la competencia y de ser el mejor. Nos propone además que, cuando “el comunismo se venda como mercancía…asistiremos a la plenitud del capitalismo”.

¿Será esto posible? ¿Ya comenzó en el mundo y nuestro país la venta de las utopías? ¿La democracia como un supermercado…también en venta? ¿Queda alguna a bajo precio? ¿En este retail, una sociedad más justa, libre, fraternal y solidaria tiene descuento?

¿Será esto posible? ¿Ya comenzó en el mundo y nuestro país la venta de las utopías?

¿En este retail, una sociedad más justa, libre, fraternal y solidaria tiene descuento?

¡Que melancolía!

¿Será la nostalgia por los fundamentos metafísicos y los grandes “metarrelatos”?

Pero no decaer. Hoy más que nunca se necesita pasión y convicción. Chile bien vale una revolución, aunque una parte sea sólo simulacro, y otra real.

Pero no decaer. Hoy más que nunca se necesita pasión y convicción. Chile bien vale una revolución, aunque una parte sea sólo simulacro, y otra real.

Una revolución que, de acuerdo con Bauman, parece cada vez más líquida por la disolución de sus fundamentos en el aire, mejor dicho, en el humo y el fuego. Es decir, con acontecimientos que nunca existieron (salvo en los medios y las redes), pero que sí existieron a la vez en la nuda vida, con daños reales, personales corporales, psicológicos, y también de lugares físicos entre las cenizas del fuego, sumados a las muertes y violaciones de los derechos humanos.

Quizás este sea la realidad y porvenir de las post revoluciones de esta época del “realismo capitalista”.

Quizás este sea la realidad y porvenir de las post revoluciones de esta época del “realismo capitalista”.

Pero, momento, se me queda atrás una revolución global que es parte esencial de la post revolución actual, especialmente de los más jóvenes.

Es la aparición del hombre, del joven “antropo- maquínico”, en una realidad y con una humanidad “aumentadas”. Una realidad “que hace tambalear o pulveriza gran cantidad de categorías que, hasta el momento, supieron estructurar nuestra modernidad humanista en una odisea incierta e híbrida”.

Estaríamos, según el filósofo Eric Sadin, en presencia de un acoplamiento humano maquínico (subjetivador) inédito, entre organismos fisiológicos y códigos digitales…”

De un individuo como ser singular y libre, “plenamente consciente y responsable de sus actos”, donde el poder de lo político yace en “la deliberación y el compromiso de la decisión “, a “conceder progresivamente a los resultados estadísticos y a las proyecciones algorítmicas la responsabilidad de instaurar y decidir las elecciones públicas”.

Bien jodidos estamos (desde mi punto de vista).

Antes de terminar, quiero re enfatizar finalmente el tema de la subjetivación y la revolución del consumo digital.

Franco “Bifo” Berardi, escritor, filósofo y activista afirma que “es insoslayable que las condiciones técnicas han alterado radicalmente las condiciones de la actividad mental y las formas de interacción entre la esfera individual y la colectiva. En la era de la acción voluntaria que se llamó Modernidad, estas dos esferas podían distinguirse, vincularse externamente e interactuar sobre la base de una intencionalidad afectiva. Pero, hoy en día, se ha borrado la distinción entre lo individual y lo colectivo.  Las masas y multitudes se hayan envueltas en cadenas de comportamiento automático, impulsados por comportamientos tecnolinguísticos…”

hoy en día, se ha borrado la distinción entre lo individual y lo colectivo. 

La solución para encarar y ser parte de esta necesaria neo revolución post humanista económica y política, social y cultural “antropo maquínica”, está en la cita que hace Mark Fisher de Toni Negri en su libro “Realismo capitalista”:

“Debemos vivir y sufrir la derrota de la verdad, de nuestra verdad. Debemos destruir su representación, su continuidad, su memoria y su huella. Hay que rechazar todo subterfugio en el reconocimiento de que la realidad ha cambiado, y con ella la verdad. Hay que despojarse hasta de la propia biografía. Cambiar la sangre en las venas.”

Que la revolución se evapore en el verano más caluroso de los últimos cien años, o termine reducida a cenizas en un incendio social y político incontrolable.

Muy difícil su propuesta transformacional inteligente y adaptativa. Pero sólo así será posible esta nueva revolución. El único riesgo es que termine siendo una revolución que, de demasiado líquida, termine siendo “sin atributos” y dolorosamente ciega, es decir sin los fundamentos y principios que contemplen una visión de la vida, el hombre y la sociedad, global e integrada ética y estética. Que la revolución se evapore en el verano más caluroso de los últimos cien años, o termine reducida a cenizas en un incendio social y político incontrolable.

Bueno, en este caso, recomiendo echarle la culpa al siempre oportuno cambio climático. Siempre resulta.

¡Salud! ¡Por esta nueva revolución!

Nos la merecemos todos los chilenos, pero de forma pacífica, bondadosa, fraternal y solidaria.

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