Filósofos citables nos explican lo que saben los escolares en los recreos: la vida social es emocionalidad colectiva. Sentimos y sabemos de qué se tratan las situaciones compartidas.
¿Tiene la vida social de la modernidad capitalista una emocionalidad colectiva característica? Difícil responder esta pregunta, pero invito a hacerle empeño.
La mayor parte de la población trabaja día a día en condiciones de servidumbre. A cambio de un salario, las personas dedican su tiempo a servir a los dueños de empresas, ejecutando las tareas que les son ordenadas, o en organizaciones y burocracias en las que ocurre algo similar, y en el servicio doméstico y múltiples servicios personales y empresariales. Incluso pueden verse rasgos de lo mismo en la familia y la sala de clases, así como también subordinan los monopolios y los monopsonios. Filósofos para citar en negritas nos explican lo que tienen claro todos los trabajadores y empleadas del mundo, y muchas personas en general. Que no exista un sistema distinto mejor, no quiere decir que no se deba observar lo que hay. Pienso que se debe esperar que tal servidumbre generalizada vaya unida a un trasfondo de un ánimo oscuro. De trasfondo, quiere decir omniexistente, siempre cercano, nunca completamente extinguido, presto a encenderse. ¿Oscuro?: triste, de injusticia, humillación, iracundia, impotencia…
La mayor parte de la población trabaja día a día en condiciones de servidumbre.
Filósofos para citar en negritas nos explican lo que tienen claro todos los trabajadores y empleadas del mundo, y muchas personas en general.
Conseguir que la servidumbre se interprete como un acto voluntario debe ser un medio fundamental para transformar esa emocionalidad. Para eso están los derechos esenciales de la modernidad liberal: la libertad individual (nadie puede ser obligado a nada) y la igualdad ante la ley (del “jefe” y el “subordinado”). Quizá algo operan fuera del mundo del trabajo. En éste, en el cual unos dan órdenes y otros las obedecen, se sobreentiende que son desmentidos en la práctica. Más ayuda, me imagino, el acceso al consumo, no solo la subsistencia. La subordinación puede transmutarse en una condición libremente asumida para acceder al consumo. También ayudan, seguro, procesos y formas de trabajar horizontales, colaborativas, y desafiantes.
Cuando el futuro esperado no se ve mejor, la servidumbre de la vida laboral produce la sensación de sacrificio inútil y humillación sin propósito. La vida no tiene sentido. El ánimo oscuro del trasfondo puede adquirir toda su fuerza.
Pero lo más importante, debido a que los estados emocionales apuntan al futuro, es la sensación de progreso, de avance hacia un futuro mejor, diferente, quizá solo para los hijos e hijas: la llamada movilidad social. La creencia esperanzada en el progreso es una característica de la modernidad, tanto en el plano social histórico como en el micro histórico personal. El futuro atinado le da un sentido positivo al presente – las metas conseguidas, los planes cumplidos, las inversiones que rentan -, así como el futuro no cumplido se lo da como tiempo sin sentido, perdido, malgastado; expectativas frustradas. Cuando el futuro esperado no se ve mejor, la servidumbre de la vida laboral produce la sensación de sacrificio inútil y humillación sin propósito. La vida no tiene sentido. El ánimo oscuro del trasfondo puede adquirir toda su fuerza.
Quizá no hay disponible una manera distinta de concebir y organizar el trabajo y el mundo organizacional moderno. Lo que no quiere decir que no haya que hacerse cargo del ánimo de trasfondo que genera. Hace su trabajo especialmente en los lugares de trabajo, silenciado apenas por las grandes ideas de igualdad y libertad, la movilidad social futura y el acceso al consumo en el presente. La peor insensibilidad, el peor descuido con él, la cometen las personas de persuasión liberal de derecha que convierten sus ideales en verdades omnipresentes. No ver más que libertad e igualdad donde impera la asimetría de ordenar y obedecer, vendría siendo una suerte de “buenismo” de derecha…, como los hay de izquierda.
La peor insensibilidad, el peor descuido con él, la cometen las personas de persuasión liberal de derecha que convierten sus ideales en verdades omnipresentes.