Un documento en ciernes de los obispos católicos en Estados Unidos acerca de la importancia de la eucaristía para los cristianos de esa afiliación excede, para los suspicaces, la mera afirmación de asuntos de fe. El propósito sospechado es negar el sacramento a los políticos católicos que aprueban el aborto, incluido el segundo presidente católico del país, Joe Biden.
Durante su conferencia anual la semana pasada, 168 de los 255 obispos activos en la Iglesia Católica en Estados Unidos aprobaron lo que el presidente de la conferencia y arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, describió como “un documento de instrucción sobre la belleza y el poder de la Eucaristía”.
“La Eucaristía es el corazón de la Iglesia y el centro de nuestras vidas como católicos”, añadió. “En la Santa Eucaristía, Jesucristo mismo se acerca a cada uno de nosotros personalmente y nos congrega como una familia de Dios y un Cuerpo de Cristo. Como obispos, nuestro anhelo es profundizar la conciencia de los fieles acerca de este gran misterio de fe, y despertar su asombro ante este don divino, en el cual tenemos comunión con el Dios vivo. Éste es nuestro propósito pastoral al escribir este documento”.
El Comité de doctrina de la conferencia episcopal empezará a redactar el documento en una serie de reuniones y consultas regionales, y en noviembre “los obispos se reunirán para discutir el borrador de la declaración”, añadió Gómez. La aprobación final requiere el voto de dos tercios de la conferencia.
La puntualización del arzobispo acerca del propósito del documento no es nimia.
“Ésta es una situación sin precedentes en el país”, dijo el obispo de Baker (Oregon), Liam Cary. “Jamás hemos tenido una situación como ésta en la cual tenemos un presidente católico que se opone a las enseñanzas de la iglesia”.
A diferencia de otros presidentes, y especialmente sus dos predecesores Barack Obama y Donald Trump, Biden muestra que su fe católica ha desempeñado un papel enorme en su vida y su carrera política. Biden asiste a misa cada domingo, lleva en su bolsillo un rosario y a menudo incluye referencias católicas en sus discursos.
El diario del Vaticano, L’Osservatore Romano, señaló que “el debate sobre el contenido indica un documento que, probablemente debería contener, entre otras cosas, algún tipo de admonición a los políticos católicos y otras figuras públicas que no respetan las enseñanzas de la Iglesia sobre el aborto y otras cuestiones doctrinarias fundamentales”.
No es claro, por ejemplo, que la admonición incluya a William Barr, ex secretario de Justicia en el gobierno de Trump, o el gobernador de Florida, Ron DeSantis, ambos católicos y partidarios de la pena de muerte a contrapelo de la enseñanza de la Santa Madre sobre esa práctica.
Por su parte Avvenire, el diario de la conferencia episcopal italiana tituló su artículo sobre el asunto : “Obispos de EE.UU: Sí a un documento sobre la Eucaristía. El nudo de Biden y el aborto”.
A fines de mayo el cardenal Luis Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, había advertido a los obispos estadounidenses que un voto sobre esta cuestión “podría convertirse en fuente de discordias”.
En cifras
Desde que en 1973 el Tribunal Supremo de Justicia dictaminó que el Estado no tiene atribuciones constitucionales para interferir en la decisión de una mujer sobre su cuerpo, ha habido en Estados Unidos unos 62 millones de abortos quirúrgicos. Según un informe de las Naciones Unidas en 2013 sólo otros nueve países tenían entonces una tasa de abortos más alta que Estados Unidos. (Bulgaria, Cuba, Estonia, Georgia, Kazajastán, Rumania, Rusia, Suecia y Ucrania).
La tasa de abortos que era de 16,3 procedimientos por cada 1.000 mujeres en edades entre 15 y 44 años alcanzó una cima de 29,3/1.000 en 1981 y desde entonces ha ido disminuyendo para ubicarse en 2017 en 13,5/1.000. Esto, en parte, refleja el uso de métodos que interrumpen la gestación a poco de la concepción.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), los blancos son el 60,1 % de la población del país, y según el Instituto Guttmacher, la principal fuente de información privada sobre el aborto en EE.UU., las mujeres blancas son el 39 % de las que han tenido un aborto inducido.
Mientras que los negros son el 12,5 % de la población, las mujeres negras son el 28 % de las que han tenido un aborto inducido. Los latinos son el 18,4 % de la población y sus mujeres son el 25 % de las que han tenido el procedimiento.
La disparidad es tal que algunos dirigentes y portavoces negros más militantes se refieren el aborto como otra forma de genocidio apuntado contra su “raza”.
Las cifras y cálculos de Guttmacher indican que, usando como referencia las tasas de aborto de 2014, una de cada cuatro mujeres en EE.UU. tendrá un aborto antes de cumplir los 45 años de edad.
En ese año también aproximadamente el 75 % de las mujeres que recurrieron al aborto eran pobres o estaban en familias de bajos ingresos, y el 51 % de ellas usaba algún método anticonceptivo en el mes previo a quedar embarazadas.Los católicos son poco más del 20 % de la población de EE.UU. y católicas han sido el 24 % de las mujeres que recurrieron a un aborto.
La intensidad con que se disputa en Estados Unidos la interminable batalla del aborto se nutre, en buena medida, de los datos socioeconómicos: la mayoría de las mujeres que recurren a un aborto son negras, latinas y pobres, y más de la mitad de ellas han quedado embarazadas por la falla de un método anticonceptivo.
El aborto deja de ser un asunto privado e individual en la medida en que la demanda del procedimiento y las condiciones de la mayoría de las mujeres que a él recurren hacen necesaria la asignación de fondos públicos para clínicas en las cuales no sólo se practican abortos, sino que se suministra educación sobre reproducción, asistencia ginecológica y anticonceptivos.
Los adversarios del aborto han avanzado en años recientes en su campaña infatigable para restringir esa práctica y la designación, por parte de Donald Trump de jueces que han consolidado la mayoría conservadora en el Tribunal Supremo de Justicia, da alientos a la expectativa de ilegalización del aborto en Estados Unidos.
Ya en octubre de 2019 Robert Morey, cura de la Iglesia de San Antonio en Florence, Carolina del Sur, fue noticia cuando negó la eucaristía a Biden y explicó que “cualquier figura pública que aboga por el aborto se ubica afuera de las enseñanzas de la iglesia”.
Como millones de católicos y personas de otros credos, o sin credo religioso, Biden no “aboga por el aborto,” sino que considera que, en última instancia, la decisión corresponde a la mujer embarazada.