Tan jazzística, rockera y suelta la segunda parte del Siglo XX, y tan presa de principios sazonados con arrogancia y certeza. Especialmente el liberalismo y su mugrón socialista.
Supongo que Ucrania termina por sepultar ampliamente la idea de un mundo global, articulado por mercados libres y países sujetos a las normas de libertad y democracia occidentales, como un prejuicio sin destino. Académicos y políticos “serios” habían dado por hecho que la historia marchaba naturalmente en esa dirección. El mercado demostraba ser la única opción, y creaba capas medias burguesas que llevarían libertad y democracia a la occidental a todas partes. Guatearon.
Emergió, en cambio, un mundo de poderosos estados nacionales. Rusia, si algo, cristiana ortodoxa rusa, parece motivada exclusivamente por intereses nacionales, incluyendo agravios con occidente. China, tan comunista como confuciana, no exporta ideas socialistas, y se interesa solamente por el renacer chino tras un siglo de humillación (no solo) de occidente. Y éste – Estados Unidos – produce un extendido resentimiento por las exigencias morales – libertad individual, democracia, economía de mercado, derechos humanos – que extiende urbi et orbi poseído del prejuicio misionero de conducir la historia hacia su futuro natural.
De hecho, la historia se sale de los cauces prescritos, para mandar una vez más. Nadie sabe bien de dónde vienen los tiros, ni adonde se dirigen. Y me parece que vale la pena recordar que antes del triunfalismo capitalista liberal democrático, el mundo parecía marchar en una dirección muy diferente: el socialismo global. Un tercio de la humanidad vivía en regímenes socialistas de corte comunista, para no hablar de las socialdemocracias. Elevados prejuicios definían caminos prácticos y morales bien articulados. Guatearon. El mismo extravío que se repitió treinta años más tarde, con otro signo.
En la primera parte de la segunda mitad de siglo, la lleva la izquierda, con una derecha derrotada y confundida, que inventa el fascismo. En la segunda parte, la derecha se levanta triunfante, la izquierda, derrotada, se desarticula. ¿Qué viene hoy? Mejor no insistir en certezas sobre la dirección en que marcha el mundo. Si el extravío consiste en la confundida frustración que produce el guateo de puntos cardinales, me parece que no se extravía quien sabe de entrada que no sabe bien hacia donde se dirige. Mejor cuidarse de moralismos y principios en esta era de bloques nacionales. Creo que ella no está sujeta a causas ni fuerzas profundas que permitan predecir nada. El futuro, abierto, dependerá de la interacción contingente de los grandes poderes nacionales.
Desde un país esquinado y en continente esquina parece conveniente empolvar el megáfono moral y navegar con bandera de cateador de lauchas; una honorable tradición.