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En aquella memorable fiesta de disfraces,
los invitados llegaron con sus máscaras y antifaces.
Llegó un hombre disfrazado de rey,
con su reina y un séquito de esclavos.
Curiosamente otro hombre también lucía una corona,
una capa real y una espada.
Los demás invitados vestían de magos,
vampiros y arlequines.
Se hicieron concursos y se entregaron regalos.
La fiesta era una verdadera orgía.
En medio de la música y del baile
se apagó la luz del salón.
Cuando se encendieron las velas,
los dos reyes yacían decapitados
y la reina se había fugado con sus esclavos.