“…Pero hay, sin embargo, una gran diferencia entre las resoluciones que proceden de una falsa opinión y las que se apoyan únicamente en el conocimiento de la verdad; si seguimos estas últimas, estamos seguros de no sentir nunca pesar ni arrepentimiento, mientras que siempre lo sentimos de haber seguido las primeras cuando descubrimos el error”.
René Descartes. Las Pasiones del Alma, artículo 49.
Hablemos del tiempo, de la lluvia de mañana o de los días que vienen…no para algo importante porque con suerte lo veremos desde una ventana, desde un balcón o en un jardín en los monótonos días de cuarentena. Actualmente el clima importa menos, la cotidianidad ha cambiado y es solo la costumbre de saber si lloverá, saldrá el sol o el frío se hará polar. Eso en el caso de si uno tiene la suerte de poder quedarse en casa. Conocer el pronóstico del tiempo suele ser un rito en períodos normales, un hábito que ayuda a ordenar el próximo día, un intento de certidumbre pero con aciertos y errores. En estos tiempos de pandemia se ha dado algo curioso, esto es, que el pronóstico del tiempo puede considerarse hasta más acertado que el nuevo rito: aquel que informa los partes diarios por el Covid-19. Y es curioso porque el clima siempre es un ejercicio de especulación,
Los partes sanitarios diarios, con los contagios, enfermos graves y muertes, son una mirada al pasado, es el reino de la estadística, del dato duro.
René Descartes, el padre del pensamiento moderno, de la corriente racionalista, devino a filósofo desde las matemáticas, por eso buscaba la exactitud. La obra más conocida del filósofo francés es el discurso del método, un pequeño texto que cambió el eje del pensamiento y cuyo propósito era “conducir bien la propia razón y buscar la verdad en las ciencias”. Desde Descartes en Occidente amamos las cifras. Las sociedades contemporáneas, el mercado y las interacciones sociales han tendido a traducirse en todo tipo de estadísticas y estamos proclives a suponer que no hay nada más verdadero que la ciencia, o al menos confiamos en la rigurosidad del método científico. Sin embargo, lo que revela la actual pandemia, en su complejidad de variables e intereses, es que las políticas adoptadas en el mundo pueden tener cierta base científica pero en esencia siguen siendo decisiones políticas. Eso no es malo en sí, pero depende mucho desde dónde se impone la línea de conducción de la crisis que estamos viviendo.
El caso chileno puede analizarse desde esa perspectiva: un gobierno que instala un discurso ‘científico’ de la pandemia respaldado, supuestamente, con análisis de ‘big data’, un adecuado testeo a la población y una mesa asesora de expertos, es decir, se transmitía que la cosa estaba estudiada y las ciencias nos decían para dónde ir. Cuando eso se desmorona, junto con la estrategia, el método y los modelos que la sustentaban, es inevitable que cunda la incertidumbre. El reconocimiento del fracaso del ahora exministro Mañalich se basaba, según su propia confesión, en la falla de “todas las fórmulas de proyección” sobre la pandemia, ¿dónde quedaba entonces la política?
El reconocimiento del fracaso del ahora exministro Mañalich se basaba, según su propia confesión, en la falla de “todas las fórmulas de proyección” sobre la pandemia, ¿dónde quedaba entonces la política?
La pregunta es más que pertinente porque en los estertores de la gestión de Mañalich se amplificó la polémica por el método de conteo de muertes y casos sospechosos de Covid-19. La intervención del Ministro de Ciencias, Andrés Couve, no aportó ninguna claridad respecto a los cambios adoptados, al punto que la última semana del Ministro Mañalich persistía la necesidad de “explicar” el nuevo método a diario. Es decir, el gobierno profundizó el supuesto énfasis científico de la crisis apuntalando al Ministro de Salud con la visibilización del Ministro de Ciencias. Una opción que claramente iba a seguir generando diferencias con Espacio Público, entidad que técnicamente puso al gobierno en la necesidad de rectificar las estadísticas. La política entonces se trató de mantener tras bambalinas.
Espacio Público, entidad que técnicamente puso al gobierno en la necesidad de rectificar las estadísticas. La política entonces se trató de mantener tras bambalinas.
Los partes diarios, que ya venían cuestionados, se han convertido en un problema de comunicación mayor, ese ha sido uno de los precios del diseño del gobierno. Según relata radio Bio Bio el ex Ministro de Salud había sido partidario hace un buen rato de ampliar la contabilización de muertes según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, cosa que se hizo parcialmente las últimas semanas. Sin embargo, habría sido el Segundo Piso de La Moneda el que resistía modificar la metodología. Al igual que el ineficiente pero publicitado reparto de cajas de comida, lo importante o primordial habría sido la estrategia comunicacional.
habría sido el Segundo Piso de La Moneda el que resistía modificar la metodología. Al igual que el ineficiente pero publicitado reparto de cajas de comida, lo importante o primordial habría sido la estrategia comunicacional.
La investigación judicial sobre las responsabilidades por las muertes ocurridas en el maremoto de 2010, reveló múltiples fallas en las instituciones a cargo y hubo condenas. En el caso actual, donde claramente se han ido cruzando los intereses político-comunicacionales con la política sanitaria, se hace urgente considerar el rol de los asesores presidenciales. Es pertinente una mayor institucionalización que efectivamente genere un marco de responsabilidad y no la caja negra que existe actualmente. Si diversos gobiernos han dispuesto la existencia de este ‘Segundo Piso’, esa instancia no debería seguir en la opacidad, en especial si operan incluso por encima de buena parte del gabinete, colocando o sacando ministros, sin exponerse a costo alguno. En el estado actual de la pandemia en Chile, el covid-19, en poco más de tres meses, supera las muertes ocasionadas por la violencia de Estado de la dictadura de Pinochet, estamos en el quinto lugar en contagios diarios en el mundo y muy cerca de integrar el top 10 en volumen de contagios totales.
el covid-19, en poco más de tres meses, supera las muertes ocasionadas por la violencia de Estado de la dictadura de Pinochet, estamos en el quinto lugar en contagios diarios en el mundo y muy cerca de integrar el top 10 en volumen de contagios totales.
El país no resiste 4 mil o 6 mil casos positivos diariamente. Los peores pronósticos están por hacerse realidad y el cambio de ministro de Salud puede no tener un efecto relevante si el diseño de La Moneda privilegia elevar la figura del Presidente a cualquier costo. Aparece cada vez más evidente que para un sector del gobierno la pandemia fue vista como una oportunidad para recuperar adhesión, lo que ha dado lugar a gustitos propagandísticos de todo tipo: en la recepción de ventiladores en el aeropuerto, reparto de cajas, visitas a centros de salud y un largo etcétera. Esa puesta en escena frívola, por mucho que salga una ministra a asumir toda la responsabilidad, pero sin ninguna consecuencia práctica, la terminamos pagando todos en una interminable cadena de contagios y una infinita cuarentena.
el cambio de ministro de Salud puede no tener un efecto relevante si el diseño de La Moneda privilegia elevar la figura del Presidente a cualquier costo.
asumir toda la responsabilidad, pero sin ninguna consecuencia práctica
En fin, sería mejor hablar del tiempo,
del invierno que viene, de las certezas que van quedando. Pero eso tampoco da
tregua. “Yo soy el hombre de las tormentas/ a quien el invierno lame
obstinadamente la mano. /Me echo a dormir delante de tu ventana cerrada/
mientras el invierno me escarcha la barba.”[i],
decía el escritor Salvador Reyes en un poema. El clima crudo y la
pobreza ya están aquí; la precariedad se hace cada vez más evidente. El
país aspirante al desarrollo no puede avanzar en forma sólida y estable dejando
atrás a tantos. Es por eso que las instituciones territoriales deberían ser un
pilar estratégico en los meses que vienen, eso si el gobierno entiende que no
se necesita el auto bombo, ni éxitos parciales y efímeros. Carl von Clausewitz,
estratega por excelencia, afirmaba que “solo hay una victoria decisiva: la
última”; con el covid-19 claramente es así…lo relevante es no ignorar que
el grado de fracaso que enfrentamos depende en buena parte de un mal diseño
político o incluso, como lamentablemente se ha visto, de la frivolidad en
tiempos de pandemia.
[i] Salvador Reyes Figueroa. Las Mareas del Sur. Tiempo. Editorial Nascimiento. Santiago, 1930.