Francisco de Goya y los apestados. Por Tomás Vio Alliende

por La Nueva Mirada

Según la Real Academia Española, apestado significa: “Que padece la peste o alguna otra enfermedad contagiosa” También tiene relación con el “Dicho de una persona: Despreciada o marginada por la sociedad”. Son varios los significados, pero todos llegan al mismo camino que finalmente tomó el artista Francisco de Goya (1746 -1828) cuando decidió pintar “Corral de apestados”. Hacia 1797, tras sufrir una grave enfermedad que le provocó una sordera que lo acompañó por el resto de sus días, se vio obligado a recuperarse durante un tiempo en el palacio de la duquesa de Alba en Sanlúcar de Barrameda. En medio de fiebres y alucinaciones, Goya dejó de pintar retratos decorativos, bien delineados y por encargo para la nobleza para caer en la oscuridad y la crítica, con obras que le nacían de las entrañas y por las que no era contratado y menos remunerado.

Son varios los significados, pero todos llegan al mismo camino que finalmente tomó el artista Francisco de Goya (1746 -1828) cuando decidió pintar “Corral de apestados”.

Así aparecieron sus famosos grabados los “Caprichos”, imágenes que satirizaban de manera monstruosa e irónica los defectos de las personas. Después que regresó a Madrid siguió pintando y en ese momento surgió el cuadro “Corral de apestados”, donde se respira hedor, desamor y podredumbre con hombres y mujeres que yacen como bestias en el suelo de un hospital que parece abandonado a la peor de sus suertes. El tono lúgubre y triste de la obra se compensa con una pequeña ventana instalada al medio y por donde entra la luz en la espaciosa habitación. Quizás se trate de un gesto de esperanza frente a la pandemia, el rayo de sol inextinguible que aparentemente no se ve, pero que está ahí. También llama la atención la figura de una mujer que está a punto de levantarse, pero a la que le faltan fuerzas en medio del mar de moribundos y desahuciados que la rodean. Es tan brutal y decadente el ambiente que en una de las esquinas del cuadro se puede ver como una persona se tapa la nariz al atender a un enfermo porque la pestilencia no se soporta.

Ya antes, Goya había pintado “Corral de locos”, mostrando el trato inhumano que se le daba a los enfermos mentales a fines del siglo XVIII. Con sus trazos, el pintor español reflejó la realidad de su tiempo y que ahora mantiene vigencia con la actual pandemia. Si bien hoy en día la realidad se disfraza de mejor aspecto que en ese entonces, solo basta con darse una vuelta por un hospital público para ver el hacinamiento o como atienden y alojan en sillas, en los pasillos, a enfermos en grave estado. No es difícil ver en clínicas y centros médicos como se agolpan los pacientes en filas y salas de espera en medio de un virus que le ha declarado abiertamente la guerra a la raza humana y que se combate con el distanciamiento físico. “Corral de locos” o “Corral de apestados”, las condiciones no han variado mucho, el tratamiento es parecido. “El sueño de la razón produce monstruos”, dijo una vez el pintor. El problema es que se sabe que los monstruos no razonan y tampoco sueñan. Ellos permanecen deambulando entre nosotros en medio del cansancio, la crudeza y el talento de los cuadros de la última etapa de Goya. Dicen que no hay futuro sin esperanza, al menos en “Corral de apestados” se ve la luz que emerge de manera mágica a través de la ventana.

 A pesar de que las tinieblas apestaran y nadie quisiera pensar en los caídos y vencidos, el artista decía que “su pincel no debería ser mejor que sus ojos”, asunto que no se cuestiona en su calidad extraordinaria de pintor, capaz de expresar y retratar con lujo de detalles su convulsionada época.

Extremadamente inquieto y prolífico, marcado profundamente por la Guerra de la Independencia Española (1808 – 1814), Goya mantuvo su alucinación por los pinceles, las pinturas y las telas. No dejó de hacer retratos por dinero, pero en él quedó la impronta de la grave enfermedad que lo dejó sordo y con los demonios dentro. Sus ilustres “Pinturas negras” plenas de aversiones y desastres son símbolo de ello. Después de que le diagnosticaran un tumor y quedar postrado tras caer por unas escaleras, falleció en Burdeos acompañado por su familia y amigos en 1828. Como legado dejó cientos de destacadas obras como sus famosos retratos y “Corral de apestados”. Lo que es mejor, Goya fue capaz de dejar esa sensación de que a pesar de que todo se derrumbe, siempre existen pequeños espacios de luz capaces de encender los oscuros caminos de la vida.   

Goya fue capaz de dejar esa sensación de que a pesar de que todo se derrumbe, siempre existen pequeños espacios de luz capaces de encender los oscuros caminos de la vida.   

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