Dr. Sergio Canals Lambarri
Psiquiatra
Época turbulenta, que evoluciona de acontecimiento en acontecimiento, de singularidad en singularidad.
¿Abandonar lo sólido, y abrazar la fluidez?
“En mi alma podrida atufa el hedor a triunfo/ la cabalgata de mi cuerpo en ruinas/ a donde mis manos para mostrar la victoria se amarran al poema y caen / y una vieja muestra su culo sonrosado a la victoria (…) Brindemos con champagne sobre la nada…)” canta Leopoldo María Panero, el poeta esquizofrénico en un homenaje imaginario a los jóvenes de la Plaza Baquedano.
Excelente poeta. Recomiendo leerlo. Estuvo en Santiago hace años y lo trajeron desde un Hospital Psiquiátrico español. Viajó de ida en avión con un auxiliar de salud mental. De vuelta lo hicieron en una idea delirante.
La palabra habla y calla a la vez, en el reinado de la “zona cero”.
Espacio 0, tiempo 0.
¡Qué estupidez! Siútico por lo menos.
0 por 0 = ¡Infinito!
“Grado cero, derrumbe, desfondamiento, decepción son expresiones que describen la crisis desde su exterior, que expresan el punto de vista de la normalidad perdida, quizás añorada, tal vez recuperada”, nos recuerda el argentino Diego Sztulwark (D.S.)
Nuestro “Kosovo” -qué insulto a la tragedia kosovar-, es un hoyo negro, con su horizonte de eventos. Horizonte de eventos: “Hiper superficie frontera del espacio tiempo, tal que los eventos no pueden afectar a un observador del otro lado”.
Cuando pase por este lugar, obsérvela desde el otro lado.
La estatua de Baquedano, como un “agujero de gusano”. Sentado en su caballo, se pasa a otra dimensión donde no hay estado ni mercado. En el futuro inmediato, será un ritual para los turistas besar la cola de este equino maltrecho y pintarrajeado (para volver a Santiago).
Jóvenes, tomen nota. Los viejos (y los analistas de toda edad), descubrieron la ruptura generacional y revolucionaria. Joder, que siempre ha existido. Se demoraron demasiado.
Benjamin, (citado por D.S.), hace muchos años nos dijo: “Cada generación (histórica) posee sobre el pasado irredento algo así como “una débil fuerza mesiánica”, un derecho a efectuar en el presente los posibles que no han llegado a realizarse”.
Los dioses aburridos y hambrientos nos llenaron de mesías.
Esperamos los milagros. Sin milagros nadie cree.
¿Qué tal? Les dije que leyeran poesía y filosofía, y algo de teología.
“Qué creerán que sucedió, viejos lesos, / para dejarlos así? ¿Suponen, a lo mejor, / que es más adulto tener la boca abierta, babear, / mearse a cada rato, y olvidar / quién llamó mañana”? (Philip Larkin). Me levanto a orinar mandatado por una próstata que me tiene podrido.
“La generación antigua omite lo que la crisis misma elabora como perspectiva propia y crítica respecto de la estructuración del presente”. (D.S.)
¡Qué calor!
No queda más que refugiarse bajo la sombre ecuestre de la estatua de la dignidad. (Ojo: no vaya a ser que el caballo lo orine de forma indigna).
Solo bajo un caballo. (Con una chela y un pito)
“Una soledad sin refugio”, cita de Ungaretti a Leopardi.
Momento, que resucitó Nietzsche.
Escucho sus martillazos ¡derrumbando la estatua!
“El que quiera ser creador en el bien y en el mal deberá primero ser destructor y quebrantado de valores…Todas las combinaciones de poderes de la vieja sociedad habrán saltado por los aires porque todas estaban basadas en la mentira…La idea política quedará absorbida por la lucha de los espíritus”. (Ecce Homo).
Dionisio contra el Crucificado.
El poder agoniza. Tranquilos, no muere, sólo se transforma.
La violencia también.
A la violencia histórica, del sentido, o del poder como violencias transgresoras y rupturistas, según Baudrillard, se opone una “más sutil que la agresión: “Es la violencia de la disuasión, de la pacificación, de la neutralización, del control, la violencia suave del exterminio. Violencia terapéutica, genética, comunicacional: la violencia del consenso y la convivencia forzada, que es como la cirugía estética de lo social. Violencia preventiva (…) a fuerza de regulación psíquica y mediática (…) de un sistema que persigue cualquier forma de negatividad, de singularidad (…)”, expoliándolo de cualquier radicalidad”.
Se “nos prohíbe virtualmente la violencia. Se prohíbe el conflicto”.
Fin y no fin de la violencia: “Grado Xerox de la violencia”
“Esta es la violencia de la información, de las imágenes, de los medios de comunicación, de lo espectacular (…) ligadas a la transparencia total, a la desaparición de cualquier secreto”.
Según el autor, esta violencia adopta la forma de lo virtual. Es una “violencia viral”, una virulencia que se superpone a la real. Más bien, la transmuta, la depreda, la consume, “hace desaparecer lo real”. Una violencia virulenta, una virulencia que se contagia, permeada por lo virtual.
El 18/10, agoniza. Está siendo asesinado, con un asesinato perfecto.
Comienza a dejar de ser real. Sólo deviene un simulacro, hoy, digital.
0-1-0-1-0-1-0-1-0-1-0-1-0-1-O-1-0-1-0-1-0-1-0
De-velación.
Sólo podemos descubrir el velo que oculta. Que oculta a la nada, donde “flota la existencia”.
Epifanía.
El 18/ 10 nunca existió.
Es el tiempo de la escucha, de sentarse a la orilla del sentido.
“Hana saku ya / yoku no ukiyo no/ katasumi ni” = “Florece el cerezo / en un rincón de este mundo/ egoísta y vano”.
Plantemos cerezos de realidad en la plaza del orgullo y la destrucción.
Son muy hermosos cuando están en flor. Podemos pasear entre ellos de la mano con quien amamos.
(Después exportaremos las cerezas…las pagan bien…en dinero real).
Duermo debajo del caballo, “para despertar al sol que demasiado duerme”.
“En lugar de la mañana, una brillante sombra amanece, semejante a un ojo”…con un canto de libertad.
¿Gime la libertada eterna junto al coro de la verdad?
No, es el relincho del caballo que me llenó de mierda mal oliente (Decía “me cagó”, y lo cambié por respeto a los lectores).
¡Qué desgracia!
¿Llamaremos a los “troskos”? ¿O la “yuta”?
Mejor escuchar y contemplar.
Serenidad como apertura al misterio.
Oremos.
(Últimos versos, gentilezas de W. Blake)