Gabriel Salazar y el estallido social. Por Fernando Ávila II.

por La Nueva Mirada

Por Fernando Ávila I.

(Este texto es continuación del publicado en La Mirada Semanal del 1/octubre/2020)

El historiador Gabriel Salazar, en The Clinic y en Ciperchile, se despacha una suerte de explicación del “estallido social” del todo inexacta, evidenciando en algunos casos una incomprensión de los procesos sociales.

Así, nos dice que esta vez el enemigo es la clase política. La gente no quiere nada: ni con la derecha, ni con la izquierda ni con el centro. Lo sorprendente es que ellos no se dan por aludidos y por eso quieren controlar el proceso de Asamblea Constituyente. Por eso, Gobierno y oposición se van a unir para defenderse”.

Salazar muestra aquí su supina ignorancia: no existe la “clase política” en ningún pais y en ningún período del desarrollo de la humanidad. Lo que hay son distintas “clases” de políticos, sin ir más lejos los que están a favor del retiro del 10% y los contrarios; los partidarios del apruebo y los que están por el rechazo; los políticos honrados y los deshonestos; los que estuvimos durante toda la lucha clandestina y los que fueron al exilio.

no existe la “clase política” en ningún pais y en ningún período del desarrollo de la humanidad.

Y, así, por delante, si nos atenemos al diccionario que señala que clase es el “conjunto de personas que tienen la misma función, los mismos intereses o la misma condición en una sociedad”.

Obviamente que los “políticos” quieren controlar el proceso de Asamblea Constituyente, pero, una vez más : unos para establecer una nueva constitución   y otros para tratar de salvar lo más posible la constitución pinochetista de la dictadura, esto es más que evidente y está planteado desde hace largo tiempo por tanto el dicho de Salazar no tiene ningún fundamento. Gobierno y oposición simplemente no se van a unir para defenderse porque no tienen un factor ni motivaciones comunes que los conduzca a ello.

Gobierno y oposición simplemente no se van a unir para defenderse porque no tienen un factor ni motivaciones comunes que los conduzca a ello.

Salazar dice: “Esto es complicado, porque el enemigo del pueblo ya no es tanto, hoy, la burguesía en sí o el imperialismo en sí, como en el pasado, sino una clase política civil que no ha representado nunca directamente al pueblo y que escuda a los capitales internacionales a los cuales protege y de los cuales depende su «desarrollo» como clase”.

Acá, Salazar blanquea a los “enemigos del pueblo” cuando señala que “porque el enemigo ya no es tanto, hoy, la burguesía en sí o el imperialismo en sí”, esto como si los “capitales internacionales” y la burguesía y el imperialismo en sí y, sobre todo, para sí, no tuvieran intereses coincidentes. Sin ir más lejos, es la burguesía local la que depende, en buena medida, de su desarrollo como clase de los “capitales internacionales» y, por cierto que aquellos sectores de derecha que, a su vez los representan en el plano político.

Salazar agrega “muchas comunidades y grupos tienen conciencia de esta posibilidad. El problema es que no tienen una experiencia cabal de esto, ni memoria histórica, ni agentes intelectuales y políticos (¡Por favor, si está Salazar!) que estén en condiciones de ayudarlos en este trance. Porque si la brecha existe, el plazo histórico para avanzar es relativamente corto, porque la clase política civil aprobará rápidamente leyes populistas para atemperar la coyuntura y asegurar su estabilidad en el poder (ya redujeron a la mitad su dieta parlamentaria).

Aquí, además de coincidir con los derechistas que se opusieron al retiro del 10% argumentando que eso era “populismo”, falsea las cosas puesto que reducir la dieta es una propuesta presentada por el Frente Amplio mucho antes del “estallido social”.

“La ciudadanía chilena necesita audacia y creatividad, y actuar con rapidez, tomando el camino más corto para validar asambleas de base por todas partes, a efectos de llegar federadamente a una Asamblea Nacional Constituyente que dicte las normas constitucionales que le inspiran su conveniencia y su sabiduría deliberante.”

Concluye señalando que “hay células de este tipo por todo Chile.” Esto hace recordar a Miguel Enríquez que, a mediados de junio de 1974, sostenía “que, sólo en Santiago, existen hoy dos mil de estos comités de resistencia popular”. (Juan Azócar, “Lorca, de la reforma universitaria a la lucha antidictatorial”. pg.147)

*continúa y concluye en próxima edición…

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