Más que compleja fue la herencia que recibió Sebastián Piñera en la relación del gobierno con las Fuerzas Armadas y Carabineros. Poco demoró el titular de Defensa en ver cómo se desmoronaba su cuidada imagen de progresos institucionales, sacudidos por escándalos varios, con foco en fraudes vinculados a los generosos y poco controlados gastos reservados.
Sin embargo, aquella es tan sólo una arista del problema mayor. El propio mandatario ha debido reconocer que buena parte de la excesiva autonomía (en la propia definición de la política de Defensa y los cuestionados mecanismos de financiamiento) y ausencia de adecuados mecanismos de control interno, tienen origen en el rol asumido durante el largo período de dictadura. Algo que el retorno a la democracia no abordó con el rigor y severidad indispensable para transparentar y reformar estancos de corrupción que estuvieron a la vista bajo el ejemplo del propio ex dictador y entonces senador vitalicio.
Las décadas pasaron y sucesivas administraciones no abordaron el complejo tema con reformas que fueron quedando en el tintero. Sea por temor, prudencia excesiva o inviabilidad política. Un mal entendido “realismo” o franca cooptación. Un debate insuficiente que aún espera conclusiones, asumidas debidamente por actores políticos, involucrados en aquel devenir histórico, en uno u otro sentido.
Las décadas pasaron y sucesivas administraciones no abordaron el complejo tema con reformas que fueron quedando en el tintero. Sea por temor, prudencia excesiva o inviabilidad política. Un mal entendido “realismo” o franca cooptación. Un debate insuficiente que aún espera conclusiones, asumidas debidamente por actores políticos, involucrados en aquel devenir histórico, en uno u otro sentido.
A los problemas judiciales que enfrentan el Ejército y Carabineros, se sumó el tremendo impacto político, social y mediático, tras el asesinato del comunero Camilo Catrillanca y el descalabre institucional en la policía uniformada, por falsas versiones oficiales, en torno al cuestionado Comando Jungla, replicando escándalos anteriores que ya sacudieron a su mando con severos efectos judiciales, como ocurrió con la llamada Operación Huracán durante la pasada administración.
No son pocos los dirigentes políticos, tanto de gobierno como de oposición, que han debido reconocer que las FF.AA. como el Cuerpo de Carabineros “se mandan solos” y que hasta ahora, el poder civil no ha sabido ejercer un control efectivo a los ingentes recursos asignados a la Defensa Nacional.
A los problemas judiciales que enfrentan el Ejército y Carabineros, se sumó el tremendo impacto político, social y mediático, tras el asesinato del comunero Camilo Catrillanca y el descalabre institucional en la policía uniformada, por falsas versiones oficiales, en torno al cuestionado Comando Jungla, replicando escándalos anteriores que ya sacudieron a su mando con severos efectos judiciales, como ocurrió con la llamada Operación Huracán durante la pasada administración.
Está a la vista la drástica reestructuración del mando que ha debido aplicar el gobierno de Sebastián Piñera en las instituciones uniformadas, especialmente en Ejército y Carabineros. En el contexto de un intenso período de fiscalización parlamentaria por graves irregularidades en las instituciones armadas, se debaten modificaciones a las normativas que regulan su financiamiento, como las vinculadas a la revisión del 10% de las ventas de CODELCO.
El “fuego amigo”
Sin embargo, fueron los máximos dirigentes de Chile Vamos, Mario Desbordes (RN) y Jacqueline Van Rysselberghe (UDI), los primeros críticos a los dichos del Presidente Piñera, por supuestos “malos tratos” y desconsideración hacia los mandos de las FF.AA., en este esfuerzo de reestructuración de las instituciones de la Defensa en el que aparece empeñado el gobierno.
Las “imprudentes” declaraciones del comandante en Jefe del Ejército en la Escuela Militar en presencia de cerca de mil oficiales, denunciando actos de corrupción que involucrarían a “oficiales y suboficiales” e insinuando que otras ramas de la Defensa podrían estar involucradas en hechos similares, generaron una pública reacción del gobierno, obligando a explicaciones y disculpas del uniformado.
El “llamado de atención” público del mandatario a la Fuerza Aérea por los “dispendiosos” gastos en el acto de transmisión del mando institucional (sin reparar en los que se incurrió en otros eventos protagonizados por el mandatario) generaron “ruido interno” y más de una polémica, toda vez que la mayor parte del gasto correspondía “al despliegue de la fuerza” contemplado en el presupuesto y que suma las horas de vuelo que obligadamente la institución debe desarrollar.
Es más que evidente que las FF.AA. y Carabineros viven una compleja situación de crisis, acentuando el desafío de una política de Estado que permita enfrentarla en profundidad, con reformas sistémicas que debieran concitar un amplio respaldo nacional.
Las críticas a esta supuesta “desconsideración” del gobierno hacia los altos mandos de las FF.AA. y de Carabineros, subieron de tono con las declaraciones del ex comandante en Jefe de la Armada, Miguel Ángel Vergara, que no dudó en afirmar que se estaban sobrepasando los límites en la relación entre el poder civil y las instituciones de la Defensa.
Se suman tensiones del gobierno con las FF.AA. y al interior de su propia coalición. La reciente intervención del ministro de Justicia, Hernán Larraín, en la Asamblea de la OEA, para referirse a la política de Derechos Humanos impulsada por el actual gobierno, mereció duras críticas de parte de la timonel de la UDI, Jacqueline Van Rysselberghe, afirmando que la justicia transicional a la que aludiera el Secretario de Estado, debe incluir a las propias instituciones armadas, recordando que hay compromisos pendientes, como un proyecto de ley para remitir penas a ex uniformados que actualmente cumplen condenas por graves violaciones a los derechos humanos.
Bastante más lejos fue el, siempre limítrofe, diputado Ignacio Urrutia (UDI), que descalificó al titular de Justicia, afirmando que “siempre ha sido de izquierda. Intenta aparentar ser de centro derecha paro ha salido del closet. Lamentablemente en la UDI está lleno de traidores. Hernán Larraín es uno”.
Cómo superar la crisis que hoy viven las FF.AA.
En un río tan revuelto, el gobierno no la tiene fácil a la hora de intentar reestructurar las FF.AA. y el Cuerpo de Carabineros. Ha tomado medidas radicales, como llamar a retiro a 21 generales de Ejército (sobre un total de 43) para componer un nuevo mando. Y otro tanto ha hecho en Carabineros (con el paso a retiro de tres generales, entre los 10 funcionarios ya exonerados por el caso Catrillanca). Mientras establece nuevas medidas de control y fiscalización interna en el uso de los recursos, nuevas normas de transparencia y probidad, así como en el despliegue de la fuerza.
En el actual contexto político, no es evidente que el gobierno cuente con el respaldo para impulsar reformas tan necesarias. Sus mayores tropiezos, en este terreno, pueden surgir al interior de su propia coalición y las instituciones de la Defensa.
Es más que evidente que las FF.AA. y Carabineros viven una compleja situación de crisis, acentuando el desafío de una política de Estado que permita enfrentarla en profundidad, con reformas sistémicas que debieran concitar un amplio respaldo nacional.
Esas reformas pendientes no se agotan en la pesada herencia del pasado y temas tan sensibles como los derechos humanos. Urge considerar la reformulación más global de una política de Defensa, sancionada por mecanismos democráticos, que integre el principio de subordinación de las FF.AA, y de Carabineros al poder civil, adecuados mecanismos de fiscalización y control. Sin postergar la revisión de la carrera militar, incluido su sistema previsional.
En el actual contexto político, no es evidente que el gobierno cuente con el respaldo para impulsar reformas tan necesarias. Sus mayores tropiezos, en este terreno, pueden surgir al interior de su propia coalición y las instituciones de la Defensa.