“…Vemos,
pues, que incluso cuando la rueda de la Fortuna nos hace girar hacia abajo, se
para a veces un momento y nos vemos en un pequeño ciclo positivo dentro de ese
ciclo negativo más amplio. El universo se basa, por supuesto, en el principio
del círculo dentro del círculo. De momento, estoy en un círculo más interno.
Son posibles también, claro está, círculos más pequeños dentro de ese círculo”.
John Kennedy Toole. La conjura de los necios
Apenas salió de la presidencia de la UDI, la senadora Jaqueline van Ryselberger, reconoció lo que buena parte del país intuía a raíz del estallido social del 18/O, en sus palabras, que “el gobierno estuvo muy cerca de caer, probablemente más cerca que lo que la gente piensa”[1]. Sin dar mayores detalles entregó dos pistas relevantes, que el gobierno estuvo en riesgo por la pérdida de sustento en la propia derecha y que se encaminaba a un “golpe blanco”. Ciertamente esa “quitada de piso” al gobierno no venía de su base de partidos, la prueba fue que tanto la UDI, RN y Evópolis concurrieron al acuerdo Constitucional del 15 de noviembre. Tampoco de las Fuerzas Armadas que tomaron distancia de la represión que impulsó el gobierno en el desarrollo de la crisis. ¿Quién entonces?
Para la ex presidenta de la UDI la desestabilización solo podía ser posible desde dentro, es decir, por imposición de los poderes fácticos. Y de esto la UDI entiende y conoce porque basta recordar el episodio de las boletas truchas que financiaban al partido y que terminó de jubilar a un incombustible Jovino Novoa hace pocos años. Esta revelación, debería hacernos reflexionar seriamente. Basta decir que es significativo que el movimiento social nunca decantó en un propósito político más allá de sus propias acciones y aspiraciones, mientras que el poder de voltear al gobierno en realidad estaba en el lado antagónico, en el gran capital…a tal punto que la UDI muy a contrapelo entregó la Constitución del 80.
Para la ex presidenta de la UDI la desestabilización solo podía ser posible desde dentro, es decir, por imposición de los poderes fácticos.
el movimiento social nunca decantó en un propósito político más allá de sus propias acciones y aspiraciones, mientras que el poder de voltear al gobierno en realidad estaba en el lado antagónico, en el gran capital…a tal punto que la UDI muy a contrapelo entregó la Constitución del 80.
Las democracias son vulnerables también por otras causas, como el posicionamiento que logran líderes populistas, narcisistas, personalistas o erráticos. Lo hemos visto en el ataque al Capitolio en Estados Unidos azuzado por el propio Presidente Trump, en la forma como llegó Chávez al poder e incluso en los vaivenes y lo errático de este segundo gobierno de Piñera. El denominador común en estos casos, según Steven Levitsky y Daniel Ziblatt autores de “cómo mueren las democracias”, es la facilidad que encuentran los outsiders para lograr el apoyo de un partido consolidado o incluso de una coalición. Como es obvio, esto ocurre cuando se pone el foco en los resultados electorales y se pierde el norte de un proyecto político, algo así como la famosa fábula de la rana y el escorpión donde este último no puede evitar envenenar al anfibio que le ayuda a cruzar el lago. El tema es recurrente, basta con mirar la forma como se seleccionan los postulantes a diversos cargos de elección popular por el solo hecho de ser conocidos como atletas, cantantes o personas públicas.
De esta forma, las democracias pueden verse comprometidas por factores externos o periféricos al sistema político como son la presión de los poderes fácticos, ya sea que provengan del gran empresariado o de sectores uniformados, o las revueltas sociales si logran articularse. Por su parte, la política institucionalizada ocasionalmente abre paso a liderazgos distópicos, que termina por profundizar la paulatina debilidad tanto institucional como de los partidos o una sostenida disputa entre los poderes del Estado.
En nuestra tironeada democracia prevaleció una salida institucional para encauzar la crisis, esto es, abrir el espacio para discutir una nueva Constitución. Esta fórmula si bien terminó por apaciguar transitoriamente a buena parte del país, como lo indica la alta convocatoria del plebiscito de octubre, no asegura que se resuelvan las tensiones que se han ido instalando tanto en la propia élite como en la sociedad en general.
Esta fórmula si bien terminó por apaciguar transitoriamente a buena parte del país, como lo indica la alta convocatoria del plebiscito de octubre, no asegura que se resuelvan las tensiones que se han ido instalando tanto en la propia élite como en la sociedad en general.
El lunes 11 de este mes terminó el plazo para la inscripción de candidatos a constituyentes con fricciones y fracturas en las oposiciones y en la coalición oficialista. No son pocos quienes anticipan una sobre representación de la derecha en la futura constituyente, debido a la dispersión de votos en las opciones de centroizquierda, izquierda e independientes, cosa muy posible si hay una baja participación en las urnas. Pero la opción de unidad era muy poco factible primero porque hay que admitir que el acuerdo constitucional fue políticamente deficiente al ligar la elección de constituyentes con alcaldes, concejales y gobernadores. Un problema de origen que, aparentemente, buscaba “optimizar” la agenda electoral pero que le resta épica al proceso constitucional que debió correr por un carril propio. ¿En qué pensaba la oposición?
Pero la opción de unidad era muy poco factible primero porque hay que admitir que el acuerdo constitucional fue políticamente deficiente al ligar la elección de constituyentes con alcaldes, concejales y gobernadores.
Para complicar el panorama la irrupción temprana de la carrera presidencial tiende a generar un ambiente de competencia incluso al interior de varios partidos. Esto ocurre no solo porque hay opciones muy disímiles en el seno de cada sector, sino también porque varios presidentes de colectividades pasaron a ser “incumbentes” y ya hay quienes tienen la cabeza puesta en las primarias. Círculos dentro de círculos como dice Kennedy en su libro.
¿Qué tan necios han sido dirigentes de los partidos opositores en esta vuelta? Dependerá tanto del resultado de la elección de constituyentes como del rumbo que ésta tome. Si la derecha logra una holgada representación y “adueñarse” de la instancia, el desastre para las oposiciones será de proporciones bíblicas. En cuanto al rumbo constitucional es claro que la derecha avanzará en acordar derechos sociales porque en ello se juega su sobrevivencia. Sin contar que lo social es el piso que justifica el proceso y es “gratis” mientras implique carga fiscal y no tributaria. Por otro lado, existe el riesgo del secretismo y la falta de instancias participativas considerando que ya hay parlamentarios conservadores partidarios de un trabajo “a puertas cerradas”; ahí tendríamos una Constitución del 80, versión 3.0.
Si la derecha logra una holgada representación y “adueñarse” de la instancia, el desastre para las oposiciones será de proporciones bíblicas.
Los acuerdos son buenos o malos en la medida que sus resultados logran su objetivo último, en el caso del pacto del 15 de noviembre se trataba de abrirse a un nuevo “contrato social”. Parece que una buena parte de la clase política olvidó este origen y propósito; desconocen que la democracia puede involucionar más rápido y violentamente que lo que podemos imaginar. Mientras algunos parecen pensar que la pacificación del país se impuso de la mano de la pandemia, la crisis en Estados Unidos demuestra que basta muy poco para un descalabro. Es de esperar que no tengamos entre manos el mayor fiasco de la historia política de las últimas décadas y nos dejen clavados en una crisis interminable…en ese caso no solo serán círculos sobre círculos, sino necios entre necios.
Los acuerdos son buenos o malos en la medida que sus resultados logran su objetivo último, en el caso del pacto del 15 de noviembre se trataba de abrirse a un nuevo “contrato social”. Parece que una buena parte de la clase política olvidó este origen y propósito
Mientras algunos parecen pensar que la pacificación del país se impuso de la mano de la pandemia, la crisis en Estados Unidos demuestra que basta muy poco para un descalabro.
[1] https://www.latercera.com/la-tercera-domingo/noticia/jacqueline-van-rysselberghe-el-gobierno-estuvo-muy-cerca-de-caer-mas-cerca-de-lo-que-la-gente-piensa/IWWTRJCEEZAA3C5QX5RDDJSRPA/