Es bueno leer el libro de Isabel Allende “La isla bajo el mar”. Una historia novelada de la primera revolución triunfante en América Latina. Allí se relatan las raíces de esa revuelta. Una revolución de esclavos, liderada por el líder Toussaint Louverture, dando paso a la primera republica negra independiente. Haití pagó un precio muy alto por esa revolución y bien pudiera ser que lo siga pagando.
Desde luego, tuvo que pagar una millonaria indemnización monetaria a Francia, bajo cuyo dominio se encontraba por ese entonces la Isla la española, que se la arrebato precisamente a España. Una isla que comparte con Republica Dominicana.
Haití debió sufrir el aislamiento de las grandes potencias esclavistas, que temían que su ejemplo se contagiara a otras colonias. En 1915 fue ocupada por Estados Unidos hasta 1934. En 1957 ascendió al poder Francois Duvalier, “Papa Doc”, que gobernó en base al terror de sus escuadrones de la muerte, los temidos “tontons macoutes. En 1971 le sucedió su hijo, Jean Claude Duvalier, “Baby Doc”, que fuera derrocado por una revuelta, se exiliara en Paris, para volver, 25 años después, para morir en el país.
Haití, uno de los 10 países mas pobres del mundo, en donde el 65 % de su población vive en condiciones de pobreza extrema y barrios marginales, ha sido descrito como un Estado fallido, en donde las bandas criminales imponen su ley y se disputen el poder, Se suceden los golpes de Estado y se gobierna de facto.
Todo ello pese a los ingentes esfuerzos de la comunidad internacional para colaborar en la institucionalidad del país. El año 2004, Naciones Unidas envió una misión de paz a Haití- MINUSTAH- básicamente integrada por efectivos de las FF.AA. latinoamericanas, al mando de un general brasileño y un general chileno como vice comandante y presidida por el ex Canciller Juan Gabriel Valdés, como primer encargado de la misión.
A lo largo de los 13 años que la misión permaneció en Haití, se hicieron grandes esfuerzos por crear un nuevo cuerpo policial, reconstruir las instituciones democráticas e incentivar el desarrollo económico, en base a la cooperación internacional y la inversión extranjera, con resultados más bien modestos, por decir lo menos.
No toda la ayuda comprometida- cifras muy considerables- se materializaron. En verdad, porcentajes muy reducidos, bastante alejados de esos compromisos. Y no toda esa ayuda llego a beneficiar al necesitado pueblo haitiano. Una parte muy considerable fue desviada por funcionarios corruptos.
Entre medio, como si formara parte de una maldición del destino, Haití sufrió un fuerte terremoto el año 2010, que devastó buena parte de su infraestructura en la capital y las principales ciudades del país, arrojando un saldo de más de 200.000 personas fallecidas y dejando a un millón y medio de personas sin hogar. El año 2016 Haití fue arrasado por el Huracán Matthew que dejo más de 500 fallecidos y cerca de 2.000 millones de dólares en danos,
Como si todo esto fuera poco, integrantes de la misión de la ONU contagiaron el cólera a la población, que costó la vida de cerca de 10.000 haitianos. Un muy bajo porcentaje de la reparación prometida por Naciones Unidas se ha materializado a la fecha.
El asesinato de Jovenal Moise
El año 2017, Naciones Unidas dio por concluida la misión de paz, afirmando que el país estaba en condiciones de asumir su propio destino. Una afirmación desmentida por el reciente asesinato del presidente Jovenal Moise, a manos de una banda de mercenarios, en su mayoría exmilitares colombianos y dos haitianos norteamericanos, detenidos a pocas horas del atentado. Aun se investiga la participación de los instigadores y la reales motivaciones y objetivos de este golpe, en donde se especula acerca de motivaciones políticas para destituir a Moise (se investiga la participación de algunos empresarios y opositores al gobierno), temas vinculados al narcotráfico y una posible participación de la DEA, pese a que el organismo ha negado todo involucramiento.
Surgen muchas interrogantes en torno a este genocidio. Partiendo por sus motivaciones. La propia organización, su financiamiento y ejecución, Que paso con la seguridad de la casa presidencial, que algunos sugieren pudiera estar involucrada en el asesinato. ¿en verdad se buscaba secuestrar al ex presidente o simplemente asesinarlo? Los ejecutantes están presos o muertos. Falta por identificar a los autores intelectuales y sus reales motivaciones. Se han detenido presuntos instigadores u organizadores de estos hechos. Estados Unidos envió una misión a Haití para participar en la investigación. Y otro tanto haría Colombia. Es de esperar que el caso pueda ser aclarado a la brevedad.
Sin embargo, este genocidio, que ha generado la condena de la comunidad internacional, no parece conmover en demasía al pueblo haitiano, más preocupado de su subsistencia, frente a la carestía y el desabastecimiento, así como los efectos de la pandemia, que ha golpeado duramente al país y ha puesto en crisis el precario sistema de salud, y en donde aun no se inicia el proceso de vacunación.
En concreto, hoy en día tres dirigentes políticos se disputan la acéfala presidencia del país. Uno es el primer ministro interino, Claude Joseph, que asumió el poder de facto, pese a que ya estaba designado su sucesor. Ariel Henry, que reclama el cargo de presidente interino, pese a que no alcanzara a jurar como ministro. Por su parte, el Senado (en verdad, una parte del mismo) designó a su propio presidente interino en la persona de Joseph Lambert.
Existe todo un debate acerca de cuándo expiraba el mandato presidencial de Jovenal Mose. La justicia determino que expiraba el 7 de febrero de 2021, pero el extinto mandatario argumentaba que expiraba el año 2022 y permaneció en el poder, gobernando de facto. En la última etapa de su mandato, el gobierno de Moise cumplía más bien un rol simbólico que efectivo.
Las elecciones presidenciales deberían realizarse el año próximo, para lo cual parece imprescindible acordar in interinato de amplia convocatoria, que organice estas elecciones, dando garantías a todos los sectores en disputa. Por ahora, la comunidad internacional, incluida la unión europea y Estados Unidos, ha reconocido a Claude Joseph como presidente interino, pero no es evidente que pueda mantenerse en el limitado poder, con un parlamento que ha dejado de funcionar y un presidente de la Corte suprema que falleció contagiado por el COVID.
En verdad, un sombrío panorama para un Estado fallido, que tan solo puede incentivar una mayor inestabilidad, con el fantasma de la violencia protagonizada por las bandas rivales que se disputan el poder en ese sufrido país. E incentivar la migración de miles de haitianos que buscan un destino mejor. Bien lo saben Chile y varios países en la región.