Qué tiempos aquellos Sebastián. El destino en tus manos cortas, pero bien instaladas en las espaldas suaves de dos Cecilia, entonces ambas tincudas. El avispado del “Choclo” antes de su desmadre en Penta y Don Francis apañando el espectáculo. ¿Qué podría ser mejor?
Así lo imaginabas y no paraste hasta la segunda presidencia que como cuento repetido salió podrido. La política comenzó a darte vuelta la espalda, se te movió el piso y siempre le echaste la culpa al empedrado.
Te hiciste el loco con el paso de los años que te comenzaban a pasar la cuenta y no paraste de errar el rumbo hasta que te transformaste en una miserable caricatura de lo alcanzado desde aquellos tiempos de impunidad aprendida como jovencito de la patrulla juvenil, echando bajo la alfombra tu “guantazo” del Banco de Talca, empinándote en la cresta de la ola, piñería tras piñería.
Nada te detuvo. El horno siempre estuvo para tus bollos y nunca aprendiste algo que tu padre alguna vez te advirtió…el poder podía ser emífero y traidor…cuando las cuentas se acumulan en demasía.
Asumiste que bastaban unos pocos incondicionales como el choclo y compañía para repartirse la gran torta, aprovechando los endebles controles fiscales y una justicia benévola con los grandes pillos de cuello y corbata…El choclo la sacó gratis, con unas aplaudidas clases de ética…Cómo se divirtieron comentando aquellas aventuras mientras les crecían los dientes con la gran maniobra “ambiental” que conseguiste pasara “piola” hasta el reventón mediático, a nivel mundial, de la movida de Dominga, en el marco de los “Pandora Papers”…
Nadie podía esperar algo diferente a tu acostumbrada cara de palo (“ de raja” se escuchó a lo largo del país mientras tirabas tu “cadena” ante las cámaras) eludiendo las evidencias de este tropezón de corte universal que te instaló en aquel ranking mundial, el único que nunca, pero nunca, quisiste liderar.
Pero el tiempo pasa, como bien lo viene aprendiendo Cecilia y advirtiéndote durante este patético nuevo paso por La Moneda…
Podrás estirar la cuerda en lo que te queda con la banda presidencial…Pero el tiempo que venga después ¡Qué te pille confesado!…